Una noche mágica, luces por todas partes que iluminaban el escenario para la llegada de los Raki Till. En ese grupo estaba Jhom, un compañero de mi universidad.
¡Como toca la guitarra! su media melena se mueve al compás del viento y su camisa está mojada del sudor que le escurre. Físicamente era el hombre de mis sueños, pero su chulería sínica me repugna.
La música retumbaba en mis oídos haciendo que mi corazón bombeara a 1.000 por hora. Mis amigas bailaban a el ritmo de las notas musicales, y a pesar del frio en la época navideña, allí teníamos calor como si estuviéramos en pleno agosto.
—Eyy Sindy vamos a la parte trasera del escenario, a ver si nos podemos colar con ellos —grita Leri como si no la oyera.
Muevo la cabeza de un lado al otro para darle a entender que no me apetecía. Leri es mi compañera de clase y mi mejor amiga de la infancia. Es decidida, segura de sí misma, lo que quiere lo consigue y sobre todo es una chica hermosa. Sus exuberantes curvas dejan huella por donde pasa y su sonrisa ilumina hasta el mismo demonio.
Suena una canción lenta y me pongo sentimental. No entendía su significado pues yo el inglés lo llevaba fatal, pero su melodía y la palabra love indicaban su romanticismo.
Vuelvo a mirar a Jhon.
-- Vamos Leri —cojo su brazo y la arrastro en medio de la multitud.
—¿Y ahora qué te pasa? —me hace su gesto de repugnancia particular.
—¡Calla y caminemos a la parte trasera! — ordeno agarrando su camiseta.
—Pero… ¡a ti se te cruzan los cables Jana! —en cuestión de segundos la presencia de las birras hizo que su risa sonara a carcajadas.
En la parte de atrás oigo como se despiden al ritmo de las guitarras eléctricas, mientras exponen a los componentes de su banda. Jack, Robert, Derek, Jhom, ¡un fuerte aplauso para ellos! El público gritaba cada vez más y mis pulsaciones vuelven a las andadas.
Giro la cabeza hacia las escaleras y los veo bajando entre risas y choques de mano.
Tenía la esperanza de que se fijaran en mí, pero debía ser transparente para ellos, pues parecía que fuese un fantasma.
La alocada de Leri tocó la espalda de Derek.
—Oye que pasa ¡No os acordáis de nadie cuando sois los artistas! —exclama Leri.
—Derek la observa detenidamente mirándola a la cara —si claro ¿tú no vomitaste en la cafetería de la uni?
Las carcajadas sonaban cada vez más fuertes y Leri lo miró con desprecio.
—¿Tú te quedas con estos imbéciles Jana? —pregunta enfadada.
Camina a paso ligero y yo corro detrás de ella. Refunfuña todo el camino: ¿Pero que se creen? ¿Tienen el ego bastante subido? ¡serán tontos!
—Si que son tontos, pero están muy buenos —suspiro y miro al suelo con cara de idiota.
—Eso es verdad. ¡Ahh como los odios! —da una patada al aire y se ríe.
Terminamos bailando enfrente de mi casa bajo el pequeño chubasco.
Mis padres están separados y yo vivo con mi madre diariamente. Los fines de semana me voy a las afueras de la ciudad de Servil. Mi padre vive en un pueblo llamado Pesineto, nada agradable, pues en esta época del año hace demasiado frio.
Mi madre es una importante abogada de la ciudad, trabaja por su cuenta. Siempre está estresada y ocupada.
Mi padre es dueño de un bar en el pueblo donde habita.
Cuando vivía con mi madre, trabajó como encargado en una fábrica de material escolar. La separación le causó tanto dolor que quiso desaparecer del mapa.
Ellos viven en una continua pelea, mis decisiones les importa una mierda, y los dos quieren decidir por mí.
Este 24 de diciembre me voy a un hotel y lo tengo claro, ¡paso de estar escuchando a mis padres decir que quiero más al otro! Es una situación complicada, pero los hijos son los peores que lo pasan. Ellos me ven como el trofeo de su guerra anormal, y yo ya no soy una niña que tiene que acatar sus órdenes.
No puedo dormir y salgo a pasear un rato. La ciudad tiene farolillos de colores por todos lados. Tengo que reconocer que está preciosa, pero aun así no me gusta nada. Después de un rato, me siento en el banco del parque Morgan, es un parque para niños y hay una zona adaptada para hacer skete. Pongo música deprimente para hundirme más el estado de ánimo, y de repente tocan mi espalda y salto de aquel banco asustada. Al girar la cabeza veo a Jhom mirándome.
—Por lo que veo no soy el único con insomnio —se dirige a mí con una sonrisa picarona.
—¿Me ves? Pensaba que llevaba los genes de Casper —saque a la luz mi tono más sarcástico.
—Noo, lo siento. Te pido disculpas por lo de Derek.
—No pasa nada, los músicos normalmente son jilipollas, se te habrá pegado algo.
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Editado: 25.11.2018