The Magic World

C85: Crystal Sea

Drake:

«Ven. Ahora yo soy tu ama. Obedecerás, me servirás y respetarás a cada una de mis amigas sirenas».

—No. —contesto. Las sirenas que me escucharon han quedado impactadas.

«¿Cómo... ? Debes obedecerme bajo cualquier cost... ».

—No lo haré.

—Le ha contestado a la sirena. —dice Collette, confundida, mientras intenta aguantar el muro de masa oscura.

—¿De qué se trata esto, hermana? —una le pregunta a la que, en teoría, me domina.

Leo crea un agujero al frente mío, dejando una vista plena de las sirenas. Realizo contacto visual con muchas y con la que me hipnotizó. Pero el efecto no es tan poderoso. De alguna forma, puedo responderle bajo mi propio criterio. Razón por la que se alarman, e intentan entre varias tener dominio de mí. Me niego una vez más mientras enciendo mis brazos. A los pocos segundos, lanzo una bola de fuego azul que ellas consiguen esquivar. Les hice tener miedo, han perdido la cordura. Aunque siento mi cuerpo bastante pesado. Es como si un montón de cadenas impidieran moverme bien.

—¡¿Qué abominación es esta?! ¡Jamás había visto algo semejante en un individuo! —habla una sirena de mayor edad que el resto.

—¿Qué debemos hacer, madre?

—Este chico posee una habilidad que nunca presencié. Lo mejor será retirarnos.

Todas se alejan por las profundidades del mar. Hemos perdido la vista y voces de ellas. Lo que nos deja en desconcierto. En pocos minutos volvieron nuestras conciencias. Tristán se encargó de continuar el camino por otro rumbo, uno más seguro. Yo quedé confundido, no entiendo cómo pude comunicarme con ella. Le contestaba. Boonie se desmayó. Lucy, Collette y Kevin la atendieron inmediatamente.

—¿Qué pasó? —pregunta Alator, al salir del mar.

—Lamento no haber podido ayudar. —se disculpa Lucy, con ciertas ganas de soltar lágrimas después de atender a Boonie—. No iba a poder. Me sentí presionada, creí que el peso estaba en mis hombros.

—Te entiendo. —contesto—. En realidad, ninguno de nosotros sabía qué hacer. Aún conocemos poco de este mundo como para enfrentarnos a retos de ese estilo.

—Quiero dominar esa habilidad. Estoy segura de que será muy útil. —Se queda pensante un momento, y sigue—: Oye, ¿todavía no tienes idea de lo que pasó hace poco?

—Solo una, que es un nuevo don. —Deslizo mis dedos por el borde de un barril. Ella quedó anonadada—. Está oscureciendo.

—Pronto llegaremos al reino. —informa Tristán—. Posiblemente sea cuando amanezca. Duerman bien, que el trajín de entrada no será muy fácil.

Lo último que dijo me dejó en desconcierto.

Pasó la noche con un clima y mar mucho más favorable. Pudimos descansar. Alator hizo guardia durante todas esas horas. Si él vigila nuestro entorno, no habrá de qué preocuparse. Amanecimos. El sol radiante podía broncearnos en poco tiempo, muy ardiente. Pero me preocupa Boonie, no ha despertado desde que perdió la conciencia. Creemos que pudo ser por algo externo a la hipnosis de las sirenas, ya que el resto no sufrió lo mismo. De hecho, no sufrimos nada.

—Okey, hemos llegado. —informa Tristán, soltando el timón. Luego se asoma a un lado del barco.

—¿Llegamos? Pero, no veo ninguna isla. —refuta Leo, confundido y asomado desde la proa.

—Es una isla de tritones, no de humanos. Tenemos que sumergirnos y... no veo la corriente de agua.

—¿A qué te refieres exactamente con corriente de agua? —pregunta Collette con un traje de pirata que le queda increíble. Se ve súper bien con esas botas, saco, sombrero, pañuelo (aunque no lo usa) y pipa.

—¡Ya la ví! ¡Todos, agárrense muy fuerte de donde puedan! La entrada a la corriente suele ser bastante hostil.

Todos seguimos la sugerencia. Nos sujetamos fuerte en distintas partes. Lucy se mantiene a cuidar a Boonie en el dormitorio. Tristán guía el barco hacia la supuesta corriente. Al principio no la vimos, pero sentimos que el barco ya no se dejaba llevar por el viento. Estaba siendo arrastrado por el agua. Aumentó la velocidad y, en casi nada, nos sumergió con bastante fuerza. Fue demasiado incómodo. Teníamos que resistir el empujón del agua en contra, mantener los ojos y boca cerrados; además de aguantar la respiración y recibir un molesto sonido indescriptible en los odios con el roce del agua.

Duramos 15 segundos. No era mucho, pero parecía eterno. Insisto, es demasiado desagradable. Finalmente entramos a la corriente marina. Quedamos impactados con lo que veíamos. Sí, en efecto, pudimos abrir los ojos y respirar. Contemplamos lo asombroso que es vivir una experiencia así, dejando de lado la entrada. La corriente lleva al barco a una buena velocidad casi en línea recta. Rapidez que nos mantiene dudosos de si podremos soltarnos o no. Hay aire, suficiente cantidad de oxígeno y mucha humedad. Estamos en una especie de viaducto. Hay agua en nuestro alrededor, pero solamente sentimos esa humedad, más algunas gotas que chapotea el barco.

—¿Qué es todo esto? —pregunta Kevin, sin casi poder creerlo.

—Es la corriente marina. Como un viaducto que contiene aire por dentro y mar por fuera. Difícilmente se ahogarían, a menos que no sepan nadar y se tiren del barco. —explica Tristán con una leve sonrisa—. Este es uno de los mejores transportes que tenemos los tritones.



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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