Veo a mi madre cocinar el conejo que mi padre cazó antes de que amaneciera. Inspiro profundo, aburrida. Siempre lo mismo cada mañana. Cada vez que amanece no puedo evitar pensar en cómo debe sentirse pasar un largo tiempo bajo los cálidos rayos del sol, mirar las hojas de los árboles aún más verdes e iluminadas. Cuando era niña y corría hacia la puerta cuando recién amanecía mi padre me alcazaba, me tomaba por la cintura levantándome en sus brazos, me llevaba a mi habitación y con una sonrisa siempre decía lo mismo. "-No puedes salir pequeña Hope. Los rayos del sol nos debilitan y sería trágico si un brujo oscuro o del sol apareciera y nosotros estuviésemos fuera de nuestro hogar, nos vencerían de inmediato. Mi deber es protegerlas a ti, a tu madre y a todos. Mi magia no es tan poderosa así que no podemos arriesgarnos. Debemos aguardar aquí y esperar. Vuelve a la cama que pronto anochecerá y podrás salir a jugar. Duerme pequeña brujita-."
-¿De nuevo no puedes dormir, Hope?- inquiere mi madre en tono dulce. Sonrío y asiento con la cabeza, golpea la cuchara en el plato en que prepara algunas hierbas comestibles del bosque. –Deberías seguir el ejemplo de tu padre, en cuanto su cabeza toca la almohada lo perdemos- ríe y lo hago con ella. Tiene una encantadora sonrisa que logra provocar a cualquiera reír con ella.
-¿Por qué nunca duermes como mi padre lo hace, como todos lo hacemos cuando el sol sale?-.
-Bueno, nunca pude hacerlo. Tu padre solía decir teorías sobre eso. Solía inventar una historia, en que un brujo del sol se había enamorado de mí, pero como amaba a tu padre sus celos fueron más fuertes al saber que no me quedaría con él, así que me lanzó un hechizo para que cuando el durmiera yo solo pudiese contemplarlo al igual que él a mí- mi padre siempre inventa historias interesantes sobre todo. Pero a pesar de que mi madre no duerme durante el día pasa mucho tiempo con mi padre por las noches antes de caer dormida. –Estás demasiado callada-.
-Solo pensaba-.
-Vaya, daría mi magia por saber lo que pasa por esa cabecita-.
-Sería perder demasiado-.
-No, Hope. Siempre me he preguntado que pasa por tu mente. Sé que no deseas permanecer en un hogar como lo hacen todas las jovencitas de tu edad. Mientras que otras chicas hablan de chicos, bodas, hijos, el esposo perfecto, el hogar más grande con muchos animales y una perfecta imagen, tú piensas en espadas, en magia, hechizos, en entrenamientos nocturnos y en seguir a Conrad a todas partes para protegernos de los decar y las criaturas del bosque que puedan lastimarnos- mi boca se abre, pero no puedo decir nada, se suponía que ella ni nadie sabía sobre el entrenamiento o sobre Conrad. –No tienes que explicar nada. Soy tu madre y lo sé todo. Está bien lo que haces, eres la bruja más poderosa de todos nosotros, pero debes aparentar tener un poder como el de los demás, y no porque esté mal ser más fuerte sino porque la mayoría temen al cambio, a aquello que es diferente y desconocido. ¿De acuerdo? Tu padre no tiene idea, él cree que sales con Trea y las demás chicas a hacer dibujos en el fango con la punta de la espada con la que sales corriendo cada noche- esta vez sí que estallo en risas, se acerca mirándome con tanta dulzura que me hace sentir tan segura, me rodea con sus brazos. –Estoy tan orgullosa de ti, mi pequeña bruja de la luna-.
El aroma de las mantas en mi habitación es diferente, así como el aire, pareciera que es más pesado. Puede que me haya quedado dormida en la habitación de mis padres. Todo está en silencio, lo cual me extraña, casi siempre mi madre tararea por las noches como anunciándonos a mi padre y a mí que es momento de despertar. Abro los ojos, no estoy en la habitación de mis padres, ni en la mía. Alguien está a mi lado sentado. Mantiene los ojos cerrados como si durmiera. Poco a poco mi visión se va aclarando, Thomas aparece entrando por la puerta, miro a izquierda, es Ackerley quien duerme en una rígida silla de madera. –Despertaste, no sabes cuánto me alegra eso. Creímos que no sobrevivirías a tanto poder oscuro- miro de nuevo a donde Ackerley, no ha sido un sueño, de inmediato pienso en mi madre, en mi padre. Thomas luce cansado y triste pero no me atrevo a preguntarle nada. Me levanto de la cama, ha anochecido. –No deberías levantarte-.
-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?-.
-Cuatro días-.
-¿Y los brujos del sol?-.
-No vas a creerlo Hope- no comprendo lo que dice así que salgo de la habitación, no hay nadie en casa y ni siquiera sé de quién es. Salgo, hay brujos del sol reparando todo lo que se arruinó por la pelea antes. Brujos de la luna y el sol trabajando juntos. Thomas aparece a mi lado. –Han decidido ayudarnos, algunos de los nuestros quieren que se vayan, pero Damon insiste en hablar contigo antes de tomar cualquier decisión. No quieren irse. Ackerley apostaba a que no despertarías, les ordenó que se fueran, dijeron que se arriesgarían a eso-.
-¿Y quién demonios es Damon?-.
-Soy yo- creí que esa voz era solo parte de mi imaginación generada en un sueño, al igual que su cabello de chica. –Me alegra ver que se ha recuperado- hace una reverencia y recupera su porte rígido. –Desearía hablar en privado con usted-.
-No comprendo, intentaron asesinarnos, mataron a muchos de los nuestros. Ahora haces reverencias y me hablas de usted. Me pides hablar a solas y ahora nos ayudan a reconstruir lo que ustedes han destruido. No lo creo, quiero que se vayan ahora- lo evado de inmediato, camino hacia mi hogar rogando ver a las dos personas que más me importan allí dentro, pero cuando lo hago no veo nada, absolutamente nada. –Quizás fueron por leña- explico a Thomas quien me observa desde la entrada.