The Moonwitch

CAPÍTULO X LA DECISIÓN

La veo una vez más, su figura desnuda desde el otro lado de la habitación ansiosa al creer que Myra volverá pronto y terminará por lavarla ella misma. Ansiosa al creer que giraré para verla y a pesar de que le dije que no lo haría terminé por hacerlo. Esa imagen no se borra de mi mente, un cuerpo perfecto oculto siempre tras un ropaje viejo y sucio, su silueta es tan simétrica que no lo hubiese imaginado antes, brazos delgados al igual que sus piernas, su cabello cae más abajo de sus hombros impidiendo que logre verlos, impidiendo que pueda ver la perfección en su cuello, la punta de sus dedos roza su cintura, es hermosa, sí, no puedo olvidar su imagen, ni mucho menos como reía cuando bailamos aquella noche. Mis manos se aferran con fuerza a la soga que ata al caballo, todo mi cuerpo arde a pesar de que no soy yo quien corre, el temor a no verla de nuevo, de pensar en que cuando llegue lo único que encontraré será su cuerpo sobre un bloque de hielo color carmesí hace que me sienta sin fuerza alguna, como si mis músculos hubiesen desaparecido y mi alma se hubiese separado de mi cuerpo. No tengo idea alguna de si los demás van detrás de mí o a mi lado, solo me interesa una cosa, necesito llegar a Karp, y cuando al fin logro verlo entonces no puedo evitar sentir que una parte de mí se rompe, cuanto más avanzo más cuerpos de brujos sin vida veo sobre la nieve, su blancura ha desaparecido por completo. Ackerley baja de su caballo y mira entre todos los brujos, en busca de su hermano en busca de ella, veo a Allard, no me detengo a ver su expresión, la mayoría de los brujos de la luna parecen haber sido incendiados, un hechizo tal vez. Mi corazón se acelera al no encontrarla por ningún lado entre todos ellos, nadie está con vida, si ella no está aquí solo espero que sea por algo bueno. -Damon- miro a donde Bronson, señala hacia el noreste antes de llegar a la entrada de Karp, trago en seco, veo humo, humo oscuro, entonces llega ese aroma tan familiar que provoca que mis piernas parezcan debilitarse. La bandera de los brujos de la luna está en el suelo manchada de sangre y tierra, eso solo significa una cosa, quienes han hecho las hogueras son brujos del sol. Corro a donde mi caballo, ni siquiera puedo mirar atrás, me concentro en mirar a dónde va el caballo porque necesito saber que ella está bien. Que está con vida. "-Madre, lo siento, sé que nunca te llamo en mis pensamientos, perdóname por favor por ello, pero te necesito hoy más que nunca, protégela, la amo, y no puedo vivir si ella no lo está, porque a pesar de que no me ama no deseo vivir en un mundo en que ella no esté. Te lo ruego-".

Las veo, hogueras que ya han sido quemadas, veo cuerpos de brujos calcinados, miro a cada cuerpo, no reconozco ninguno, solo veo cuerpos robustos, pero ella no es así.

Es escuálida.

Busco su bermejo cabello, no lo encuentro, no la veo por ninguna parte.

Mi caballo se detiene de pronto, acto seguido logro verla, al fondo, en el centro de todas las hogueras, un espectáculo debió ser para mi padre que ella estuviese allí, mirando a su linaje morir. Siento alivio al verla con vida. Allard dice mi nombre cuando uno de los brujos se atreve a incendiar la madera que le rodea, Ackerley corre en su caballo hasta donde ellos, los brujos nos miran, Bronson baja de su caballo con el fin de liberar a tres brujos que continúan con vida, uno de los guardias de mi padre se acerca a él para evitarlo con su espada en alto, Bronson se defiende y clava la espada en el corazón del brujo, me mira como si creyese que voy a castigarle por lo que ha hecho, sabe que ha asesinado a un brujo de su propio linaje, esta vez estoy de su lado, no pienso permitir que esta guerra continúe, no conmigo, no hoy. –"Othús incendium"- el fuego se detiene, me acerco de inmediato, quedan tres brujos, los reconozco, siempre están con mi padre, son su consejo real, y siempre se encargan del trabajo final como si se tratase de una recompensa. Bajo de mi caballo, no lo entiendo, me atacan de la nada, antes de que yo hiciera algo que les provocase me han atacado, clavo mi espada en el corazón del más viejo de los tres, Allard se encarga del segundo y el tercero se acerca a mí.

-Esto es la peor de las traiciones. Atacar a tu propio linaje, el príncipe de los brujos del sol defendiendo a los de la luna. Se suponía que deberías estar muerto- esquivo su ataque una vez más y mi espada le atraviesa el corazón, cae de rodillas y empujo su cuerpo con mi pie para liberar mi espada de esa basura. La veo, tiene la cara sucia, su ropa está quemada y sus ojos apenas y pueden mantenerse abiertos, mi aliento se vuelve más rápido cuando logro liberarla de la soga que la ata con tanta fuerza que puedo ver las marcas en sus manos que ésta le han provocado. La tomo en mis brazos, está helada, débil. Es pequeña, lo aseguro ahora que la rodeo con mis brazos, apenas y me llega a la punta de la nariz. Se ha ocultado en mi pecho, como si eso le diese seguridad. Alzo la mirada al cielo, la luna está allí a pesar de que el sol continúa en el cielo, la fuerza ha vuelto a mí porque ella está con vida.

Ahora está conmigo.

-Lo siento, lo siento tanto yo jamás debí dejarte- lo noto, el temblor en mi voz, pero no me importa porque ella está frente a mí. -Hope, dime algo ¿Te duele algo? Por favor háblame- no responde, no me mira, solo observa sus manos fijamente como si buscase algo en ellas. Coloco mi capa sobre sus hombros con la esperanza de que guarde un poco de calor. Entonces deja de ver sus manos y mira hacia donde Allard, su expresión cambia de pronto, miro a donde ella y un brujo del sol le ha clavado una espada por la espalda al brujo que permanecía de rodillas, al brujo que llaman el príncipe de los brujos de la luna. –"Laftanus"- es el hechizo más rápido que viene a mi mente. Ella corre a donde él, cae antes de llegar y cuando se levanta veo sangre, debe estar herida, me acerco para poder ayudar, pero me doy cuenta de que es tarde cuando ella comienza a llorar con tanto dolor.




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