Trevor:
¿Por qué debo entrar una hora antes que Sarah?
Porque debes asignarle sus tareas, Trevor.
Oh, claro.
Solo faltan 5 minutos para que llegue Sarah, no pudo esperar para verla.
—Buenos días a todos, es un placer volverlos a ver —hablando del rey de Roma, ahí estaba Sarah con su hermosa sonrisa, tan puntual como siempre.
(...)
Fui a su oficina.
—Estupendo día ¿no? —diablos, cuanto la quiero.
Disculpa, tú solo puedes querer a Madison.
Ella solo me hace la vida imposible, y Sarah me hace sentir completo.
Que cursi.
Sí, sí. [Notase el sarcasmo]
Lo de ayer visto desde otro punto de vista podría ser cursi o cliché, pero yo no lo veo así.
Algún día me vas a comprender.
No lo creo.
Jamás se sabe.
—Trevor —me sonrió de una manera dulce—. ¿Cómo estás?
—Ahora mejor que nunca, pequeña.
—Me encanta verte, guapo. Solo a ti —¿guapo? Me gusta como suena eso en sus labios.
—Sarah, venía a avisarte que la jornada de hoy termina al medio día.
—¿En serio? —dijo extrañada.
—Sí, y tendré que volver temprano a casa para hacer nada.
—Y ¿a dónde quieres ir? ¿por qué no salimos? —¿quiere pasar tiempo conmigo?
—Me gustaría ir a Coney Island, contigo —se sonrojó.
—Me encantaría, ¿pasarías a recogerme en la tarde?, necesito cambiarme de ropa.
—¿A la una está bien?
—A la una será —afirmó sonriente.
—Dame tu dirección— ya quiero ver en donde vive.
Pareces niño en navidad.
—Realmente estoy ahorrando para alquilar un apartamento, así que mientras tanto vivo en un hotel, InYourDreams, así se llama.
—Nos vemos a la una, Sarah.
Antes de cerrar la puerta empezó a sonar God Is A Woman de Ariana Grande, ella es mi diosa, Sarah es mi diosa.
Sonreí al salir de ahí.
(...)
Llegué al hotel, la llamé para habisarle que ya había llegado, y bajó en seguida; tenía un short, unas vans negras y una camiseta de One Direction, el cabello suelto, se veía hermosa. Yo vestía un jean, una camiseta de los Rolling Stones y mis tenis favoritos.
—Vamonos, guapo.
—Vamonos, diosa —se sonrojó inmediatamente. Me acerqué para besarla dulcemente, nos separamos; le abrí la puerta del copiloto para que entrara y luego rodeé el carro para montarme del lado del piloto.
(...)
Ya en Coney Island nos montamos a casi todas las atracciones, hasta ganamos premios. Entre ellas la rueda de la fortuna y la montaña rusa.
La estábamos pasando muy bien.
En el centro de Coney Island, ella rodeó mi cuello con sus brazos y yo rodeé su cintura con los míos, incliné mi cabeza para quedar a su altura y besarla, pero ella se me adelantó, me besó tan salvajemente como para comérsela toda.
Enredó sus dedos en mi cabello, y yo la acerqué más a mí hasta que no quedara espacio entre nosotros. Me adentré con mi lengua en su boca, y lastimosamente tuve que detenerme por dos razones, uno, necesitaba algo llamado aire, y dos, no quería hacerla mía en ese lugar, era un poco inapropiado. No me quedó de otra.
(...)
Ya como a las 10:00 p.m. la lleve a su hotel, y luego fui a casa porque si no llegaba temprano Madison se podría enojar.
Pero, antes de irme, Sarah me besó, y me dijo.
—Te quiero, guapo.
—Y yo a ti, diosa —ese momento era momento era perfecto, ella entre mis brazos y encontrando sentimientos.
—Ojalá podamos ser más que amigos.
— Nadie sabe lo que pueda pasar, diosa.
¿Qué estás diciendo, idiota?
Quiero a Sarah.
Pero Madison.
Buscaré la mejor manera de terminarle.
Ni se te ocurra.
Ya se me ocurrió.
Pero...
Pero nada.
Grr.
¡Solo cállate!
(...)
En casa Madison dormía, me puse el pijama y me acosté a dormir a su lado.
Ojalá que esto se termine pronto.
Ojalá.
¿QUÉ...?