Estábamos en el mero apogeo del juego de los alcones contras las nutrias de Bridgget Ville. Iban ganando por segundos en donde en cualquier momentos se decidiría el gran ganador del señor de las estatales.
Mientras los jugadores daban lo mejor de si, las porristas danzaban una coreografía ya memorizada, los gritos furicos de la gente sonaba conforme pasaba el partido.
Pero nuestra historia se conforma por tres personitas muy especiales son Zack, Jess y Audrey.
Zack, nuestro afamado mariscal del campo que esconde un íntimo secreto que pondría en juego a los alcones. En este momento está jugando como un campeón dándolo todo por el todo. Por una beca en Golden Hoot la universidad más prestigiada de New York.
De ahí le sigue Jessica o como sus íntimos amigos la llaman (cabe de recalcar que nadie la llaman así) Jess, está sentada con múltiples pequeñas mentirillas que sea han convertido en pequeños secretos a lo largo de los años en su estancia en Ridgewood. La miro tan fijamente que percató como textea rápidamente cada tweet, si tan solo pudieras ayudarte de lo que te va a pasar Jessy.
La última y la más importante es Audrey la reina abeja, presidenta de la clase y líder de las porristas, su sucio secretillo está debajo de todos aquellos montones de pululancia.
Ella a diferencia de las demás es más difícil de persiguir.
Sus sucias artimañas, sus secretos y ocultar la verdad a simple vista me deja anonadada.
Fijo mi mirada en ella, están saltandando y dando piruetas en el aire para el público, el partido está a punto de terminar y la gente está en el filo de sus asientos.
Todo va bien, nadie conforme escribo en mi bloc de notas se fija en mi pequeña existencia, reacomodo mi lentes y un cabello detrás de mi oreja y tomo mi cámara.
Mi labor también debía de cumplir en tomar fotos del momento exacto. En quince minutos la primera caída del reino caería.
El partido termino sastisfactoriamente como ganador a Ridgewood con un porcentaje mucho mayor a la usual. Gracias a nuestro mariscal de campo.
Conforme todos se acercaban a sus hijos o acercarse al equipo en el campo la gran pantalla se encendió. Dio a mostrar al joven Klaus Gilson realizandole una "mamada" si el termino vulgar es el adecuado, a Zoe Barnes, la pilla del área de diseño.
Todos voltearon anonadados, y Joe Santinelo, con el casco aún puesto se lo quito furicamente y se acercó a Klaus y rápidamente se armó una pelea.
Yo sonreí maliciosamente. Tapandome con mi pequeña libreta mi sonrisa.
Gracias a mi y solo a mi pondré fin a todos los reyes y reinas de Ridgewood.
Esto solo sería el comienzo.
Editado: 23.11.2019