Todo esto inició un par de siglos atrás, en un antiguo clan cuándo corea, no era conocida como tal, cuándo todo se regía por la palabra de un líder, la palabra era su ley.
Hun lin, se llamaba el clan.
Hotondo kotaro, se llamaba el patriarca.
yuang el dios creador, que sería participe de todo esto.
El clan era un lugar de gran conocer por todo el país, no sólo por los climas templados, ni los cerezos que adornaban el lugar cada temporada, ni la gran gastronomía.
Toda la fama se le debe al pueblo, los humanos de aquel lugar eran pecadores natos, robaban tiendas, mataban personas, violaban mujeres, vendían niños. El clan era un caos, extraño ...para un lugar nombrado Hun Lin en otras palabras "misericordia"
El líder vivía de los impuestos que le quitaba al pueblo, ¿porque todo era un caos?, la respuesta era fácil, el líder no hacía nada por su pueblo y el pueblo, no hacía nada por ellos.
Los demás clanes, no tenían nada que envidiar del pueblo, al menos no del líder ni de sus pueblerinos, quizás del paisaje del lugar y eso, si no era la última vez que veías algo en toda la vida.
Un día el líder del clan, cansado, no del caos de su pueblo, claro que no, cansado de que los demás líderes lo acusaran de irresponsable y lo señalaran de caótico, de no tener su propio clan en sus manos aparte una vergüenza para ellos. Kotaro, una noche se vio obligado a dibujar un sello en el suelo de su templo con la sangre de un cordero recién nacido con tal de poder rogarle al dios creador, piedad para su pueblo y así fue, el suelo del templo comenzó a temblar, las mesas resonaban, las columnas parecían moverse de lado a lado como si el mismo planeta se fuera a separar, Kotaro se aferró al suelo pegando su cabeza a este mismo cuando una ráfaga de luz apareció dentro de aquel sello, el líder del clan ni siquiera alzo la cabeza, su cobardía, era más fuerte para esos momentos.
Pero su llamado fue escuchado.
El dios creador miro al hombre, la espalda del sujeto se veía ancha y estaba cubierta por el largo y negro cabello del mismo, las túnicas verdes claras con bordes de un verde oscuro distintivos de los nobles de aquel clan.
Yuang miro con seriedad al hombre que parecía temblar del miedo arrodillado ante aquel dios, Yuang no lo tomo como un insulto, debía ser respetuoso por ende lo tomo como un saludo.
—eh sido llamado, por usted.
yuang bajo la mirada hacia aquel patriarca, su mirada, era fija, era seria, como si quisiera ver el alma de aquel hombre y adentrarse hasta los confines más oscuros de su mente
—alce su rostro ʏ hábleme como un hombre, patriarca kotaro.
Yuang, el dios creador miro al hombre quien se despegó cual babosa de una rama de aquel suelo de madera y junto sus manos haciendo una reverencia ante el dios arrodillado aun, Kotaro estaba aterrado, no había quien le quitara aquel temblor del cuerpo, no había quien pudiera calmar los nervios del patriarca.
—por su gloriosa presencia mi dios creador, piedad para mi clan, le ruego que le de piedad y perdone sus pecados.
el patriarca hizo una pausa solo para poder apoyar la palma de sus manos sobre aquel suelo y inclinarse hasta que su frente tocara el mismo
—¿puedo contar con usted, mi señor?
Pobre idiota, ¿En serio está pidiendo ayuda por un clan que se puede salvar por si solo?, Lo único que necesitaba era poner mano dura frente al pueblo, pero decidió ir por el camino fácil, más no siempre era el mejor.
Pensó yuang con un remolino de ideas, su mente era una gran telaraña de ideas para ese momento.
—levante el rostro del suelo patriarca hun Lin ʏ escúcheme porque no lo repetiré de nuevo.
yuang hizo una pausa y miro como el joven patriarca alzaba el rostro del suelo, sentía lastima por el hombre no por lo que pasaba, sino por lo inútil que era
—tiene ochenta días para crear un templo en el bosque geu kkum, en lo más profundo de ese bosque, ponga cinco pedestales dentro del templo, haré bajar a cinco de mis dioses para que le den el perdón al pueblo, si los que pidieron perdón y vuelven a pecar sin pedir perdón nuevamente eso no estará bajo mi responsabilidad, pero si lo hace será eliminado y su alma pasara por un eterno sufrir.
Yuang miro al hombre fijamente mientras hablaba, aquel patriarca solo accedía a ello repitiendo la misma palabra, "así será mi señor", cada vez que el dios abría la boca, yuang no pensaba hacer que sus mejores dioses perdieran el tiempo, para eso estaban Bang, Istar, Nabu, Elí y Scola, eran dioses jóvenes sería una buena prueba para ellos.
•••
Tras el encuentro del patriarca hun Lin y el dios creador, el patriarca se encargó de hacer el templo más bello y más perfecto jamás visto, su pueblo trabajo día y noche por poner en pie aquel templo, los ochenta días acordados pasaron y a la ultima hora, kotaro volvió a llamar al dios creador pero sin respuesta alguna, el patriarca se sentía furioso por sufrir de aquel "vil engaño" por parte del dios creador, el hombre dejo la antorcha caer al suelo, su furia era bastante, el patriarca, había sido estafado por un dios, el Kotaro regreso furioso a su templo, destruyo cada plano que tenia de aquel templo, su furia se apodero del líder hun Lin, su vergüenza, por haber pasado por tal barbaridad.
Las calles de hun Lin empezaron a ser mojadas por la reciente lluvia, yuang el dios creador quien reposaba en su trono sobre las nubes mirando en lugar, miro la construcción del templo y como el patriarca hun Lin sucumbido a la ira, el dios sonriente ante su cometido movió su mano dejando caer cinco gotas de sangre sobre aquel templo dejando que aquellas gotas al caer formaran cuerpos perfectos, la mujeres eran bellas, su piel perfecta y su negro cabello que cubría su porcelana piel la cual también estaba cubierta de finas telas blancas mientras que los varones tenían un hermoso cabello negro a comparación de uno de ellos quien lo tenía totalmente rubio, la piel de los hombres era suave al tacto, Bang era el joven dios de rubio cabello quien apareció dormido en el suelo cubierto por una sola túnica blanca, tomaba de la mano a Istar quien estaba dormida en el suelo junto a Bang acababan de nacer siendo jóvenes perfectos, no eran niños más tampoco eran adultos.