Moruna sintió cómo numerosas miradas fugaces iban y venía.
No la estaban vigilando, estudiando ni juzgando, nadie en ese lugar podía ver más allá de su sola apariencia exterior.
Aunque nació en la tragedia, así mismo recibió un don, la suerte de la belleza superficial.
Ella reconocía su hermosura, no en calidad de una valiosa virtud femenina, sino como un defecto en su profesión de ser asesina.
Incluso si sus sentidos no estuvieran entrenados para notar las miradas a su alrededor, estaba segura de que igual sentiría toda la atención que provocaba su presencia.
Moruna ahora estaba en el restaurante del hotel, llevaba puesto un vestido corto gris, una chamarra verde, medias y botas negras, su apariencia era muy juvenil y fresca, eso sumado a su bonita cara y que estaba sola la hizo resaltar más.
Un chico apuesto de unos 15 o 16 años se acercó a ella, le dedicó una amistosa sonrisa, y entonces hizo su jugada,
- Qué tal, mi nombre es Duncan Wright, parece que estás sola, ¿sabes?, mis padres están teniendo una aburrida cena de negocios, apuesto a que estás en la misma situación, ¿qué dices si vamos a dar un paseo por la ciudad? –
El chico rubio en traje de gala habló con mucha comprensión y cortesía, pero su sonrisa denotaba cierto aire de vanidad,
- Lo siento, estoy esperando a mi padre, pero agradezco la invitación –
- Ya veo, es una pena, entonces, ¿al menos podría saber tu nombre? –
- Laura B. Monck –
- Mucho gusto en conocerte Laura, supongo que tendrá que ser en otra ocasión –
El chico lucía renuente a aceptar la negativa, pero al mirar que en la mesa donde estaba sentada Laura (Moruna), había dos servicios puestos, uno para ella y otro para alguien más, decidió que ella no estaba mintiendo para evadir su invitación, así que se retiró sin intentar algo extra.
Moruna suspiró mentalmente al ver que el chico se iba, entonces levantó su mano y rápidamente un mesero se acercó a ella,
- Mi padre ya está en camino, así que pueden servir los platos –
- Por supuesto señorita B. Monck, en seguida –
- Se lo agradezco –
El mesero, un hombre de aspecto maduro vestido en negro, se retiró y en tan solo 2 minutos, regresó con un carrito de servicio del cual llenó de comida la mesa,
- Esperamos que ambos disfruten su cena, esta botella de vino es un regalo por parte del hotel para su padre –
El servicial hombre abrió la botella de vino y sirvió solo una copa, entonces se fue.
La realidad era que Laura B. Monck no existía, por supuesto lo mismo pasaba con su padre, el señor B. Monck.
Una doble identidad falsa para pasar desapercibida.
Sería raro para una chica de 14 años el viajar por todo el mundo sin compañía, así que todo lo que hacía falta era pretender que alguien la escoltaba, un padre y una hija, una idea muy simple y que funcionaba demasiado bien para muchas cosas.
Por ejemplo, fue un método efectivo para ahuyentar a quien sea que tratara de acercarse a ella, la excusa de que estaba esperando por su padre siempre funcionaba excelentemente.
Y también había otro mérito todavía mejor.
Moruna comenzó a comer, con el recato adecuado pero sin pausa.
La comida en la mesa estaba dispuesta para dos personas, pero el hecho era que nadie más iba a ocupar el lugar extra, por lo que toda esa comida que Moruna había ordenado la comería ella sola.
Bajo la farsa de “al final mi padre nunca llegó”, ella pudo relajarse y comer a placer alzando la bandera de “no podía desperdiciar nada”.
Mientras disfrutaba de todos los platillos, Moruna sintió una ligera vibración proveniente del bolsillo de su chamarra, con su mano izquierda tomó el teléfono y miró el número, entonces contestó sin dejar de comer su filete,
- <¿Qué sucede?, nos veremos mañana, ¿o no me digas que hablas para cancelar?> –
- …, o-oye Moru… ¿recuerdas que siempre me estuviste diciendo que algún día me meterían en un grave problema por ser muy descuidada acerca de las personas a las que atiendo? –
Moruna tragó con fuerza su bocado, el muy mal presentimiento que llevaba cargando desde que conoció a la estilista que se convirtió en su primera amiga al parecer había tomado forma.
Sin perder la calma, la chica asesina analizó todo en su mente, la voz de Regina se escuchaba un poco baja pero normal y constante, no oyó irregularidades en su respiración así que podía asegurar casi al 100% que no estaba herida, no había señales de miedo o temor, por lo que podía descartar que estuviera secuestrada, y la elección de palabras no sugirió que la estuvieran coaccionando para hablar.
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Editado: 24.04.2020