The Stylist

Cap.16 El Estilo De Una CEO Del Crimen Internacional -parte 3-

    La mujer con el portafolio caminó hacia la joven sentada en el sillón y se detuvo a una distancia de más o menos un metro y medio, su escolta hizo lo mismo, en una formación de semicírculo los cinco rodearon a esa joven que leía sin prestar la más mínima atención a su alrededor.

    Con dos escoltas a cada lado, estando en el centro de la formación, la mujer que parecía una diseñadora de modas fijó su mirada en esa joven de aspecto débil y frágil, vio como leía a un ritmo no lento ni veloz, si se tuviera que describirlo la palabra sería que leía a una velocidad “ideal”, también vio como sus ojos se iluminaban con cada párrafo, como sus delgados dedos pasaban de página muy gentilmente.

    Más que estar inmersa, era como un trance, esa fue la sincera opinión que darían las cinco personas mirando a la joven pasar página tras página.

    En lugar de medir en base al tiempo transcurrido, la mujer midió en páginas, cuando la joven pasó la décima hoja, miró a la izquierda, a los dos hombres,

 

    - Mademoiselle… -, uno de los hombres habló en tono bajo y suave, como si estuvieran en una biblioteca, - es un asunto urgente -, el otro hombre completó la frase.

 

    La joven sentada cómodamente en el sillón siguió leyendo, entonces la mujer con el portafolio miró a la derecha, a las dos mujeres,

 

    - Mademoiselle Le Fleur… -, igual que los hombres, la mujer habló como si estuviera susurrando, - por favor, es necesario que escuche -, siguiendo el mismo método, la otra mujer completó la frase.

 

    La joven se detuvo, dejó de leer, de uno de los bolsillos de su bata sacó una hermosa pluma que brillaba en colores azul y verde, un experto habría sabido que era la pluma de un quetzal, acomodó la pluma en el libro a manera de separador, cerró el libro y lo puso en la mesita, no arriba de la pila de cinco libros, lo colocó a un lado, acarició la cubierta como si estuviera acariciando la delicada cabeza de un bebé, luego tomó la taza de té y bebió un largo sorbo.

    Regresó la taza vacía a la mesita, entonces acomodó su cuerpo descansando su espalda en el respaldo del sillón, cerró sus ojos e inspiró profundamente y luego exhaló de manera encantadora, como si hubiera finalizado una agradable y placentera experiencia.

    Hubo un cambio muy antinatural, casi atroz, la joven abrió lentamente sus ojos, esos ojos de color miel brillantes y de mirada llena de vida se habían marchitado, ahora estaban apagados y su mirada lucía lúgubre y vacía, como si solo vieran oscuridad,

 

    - Interrumpieron mi tiempo de lectura -, las palabras sonaron como una amenaza, - de verdad espero que haya una muy buena razón –

 

    A pesar de que era la voz de una joven de cuerpo muy delgado y de apariencia débil y frágil, las cinco personas delante de ella tragaron saliva audiblemente, sintieron un miedo ilógico en la forma de presión, como si sus cuerpos se hubieran hecho el doble o el triple de pesados, la mujer de blanco que llevaba el portafolios, y la única que no había hablado, abrió la boca,

 

    - La misión de hoy ha fallado –

 

    La joven parpadeó varias veces, sus ojos vacíos divagaron hacia ninguna parte, como si tratara de recordar algo,

 

    - No entiendo para que me molesto en darles órdenes -, su tono era suave y desganado, - son todos unos inútiles –

 

    No había enojo o algo por el estilo, coincidiendo con su apariencia, su voz sonaba cansada y débil, como la de una persona enferma, ella se movió, por supuesto fue así, el hecho es que sin que lo percibieran, la joven ya estaba frente a la puerta, se había levantado del sillón y pasó delante de todos tan veloz y hábilmente que les tomó unos segundos en reaccionar, ahora, a quien reconocieron con el nombre de “Mademoiselle Le Fleur” estaba detrás de todos ellos, voltearon,

 

    - Esto es por interrumpirme en una parte bastante interesante –

 

    Mademoiselle Le Fleur, esa joven que fue molestada dentro de su santuario levantó su mano izquierda solo doblando el codo, hizo un gesto, como si estuviera sosteniendo una pistola, y como si la realidad quisiera coincidir con ella, de la nada una pistola apareció en su mano. Varios disparos en ráfaga se escucharon dentro de esa blanca habitación.

    Le Fleur salió, afuera estaba la anciana ama de llaves, en sus manos tenía una charola llena con todo tipo de mini galletas así como pequeños polvorones y bizcochos, se acercó a ella para tomar uno, se lo comió, y luego otro más,

 

    - Debiste impedir que me molestaran, al menos hasta después de mi lectura del medio día –

 



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En el texto hay: conspiraciones, asesinas, estilista

Editado: 24.04.2020

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