Capítulo 19:
¿Qué estamos haciendo?
STEPHANIE
El silencio reina el lugar, pero siento que ya es tiempo de hablar y explicar lo que ha sucedido en estos tiempos.
—Es por los mellizos —murmuro viendo a mi tío en el piso—. Mamá tuvo dos hermosos hijos.
Ella me mira con una pequeña sonrisa sobre sus labios. Hay un momento incómodo que surge en el ambiente. Es extraño el sentimiento, pero no soy quién para juzgar los hechos. Siempre pasan cosas de las que no somos conscientes, pero que hay que enfrentar de todos modos. Nada es justo en la vida, pero no se puede hacer nada para cambiar.
—Lo sé, he estado algo cerca —dice antes de agacharse—. ¿Me ayudan? —señala a Stefan y Enzo asiente.
Los dos cargan a Stefan y yo miro a los lados vigilando que nadie nos vea.
—¿A dónde lo llevamos? —pregunta Enzo.
—Necesitamos un lugar donde nadie lo pueda escuchar —dice Lexi, y yo volteo a verla.
¿Qué planea hacer?
—Estas oficinas están abandonadas desde hace un tiempo. —Señalo enseguida de nosotros y ella asiente.
—Vamos.
Todo esto me resulta imposible de comprender. ¿Por qué está sucediendo esto? ¿Acaso ella también cayó en el hechizo que ha revivido a todos los muertos?
De cierto modo, eso tiene más sentido del que podría aventurarme a decir. Creo que esa es una de las mejores teorías que tengo hasta el momento. Todo ha sido demasiado extraño y ahora que lo pienso… ¿Ella podría ayudar?
—¿Por qué me miras como si fuera tu salvación? —me pregunta.
Suelto una risita divertida y hago una mueca con mis labios.
—¿Te sorprendería saber que tal vez lo eres? —Alzo ambas cejas.
—Ay, niña, cada día más parecida a tu padre.
Hago una mueca con mis labios, ya que no entiendo en qué podría parecerme a mi padre si soy el doble de mi madre.
—Eso es imposible.
—La personalidad, cariño. De aspecto, sin duda, eres idéntica a tu madre.
La verdad es que saber eso, me hace sonreír. Quizás en otro momento, me hubiera enojado con ella por decirme eso, pero ahora no tengo nada que decir al respecto. La verdad es que, de cierto modo, saber que tengo la personalidad de mi padre, en estos momentos, es muy importante.
Me enteré de cosas que ha hecho él en el pasado y eso me ayuda a dar creatividad a mi rienda suelta. Lo sé es complicado de admitir, pero sí: estoy demente como él.
—¿Crees que eso podría servirnos de algo?
Ella ríe un poco ante mi pregunta.
—La mente de los Salvatore es única, linda, siempre pensando cosas que nadie en el mundo podría imaginar, así que… —Hace una mueca con sus labios—. Me gustaría poder responderte la pregunta, pero no puedo hacerlo. Solo un Salvatore podría.
La miro un poco confundida.
—Entiendo, pero… ¿Qué tan Salvatore crees que soy para lograr lo que pienso hacer? —Alzo ambas cejas.
Ella frunce el entrecejo y imita mi acción de alzar una de sus cejas.
—Bueno, no lo sé. Esas respuestas solo las tienes tú. Si crees que puedes lograrlo, es porque lo harás.
Sus palabras me ayudan a pensar alguna que otra idea. No obstante, siento que no voy a poder. Entonces, eso significa que no voy a poder. Claro, ella tiene razón: debo creer en mí para lograr lo que me propongo. Esa es la meta.
Suelto un suspiro y ella palmea mi hombro.
—Linda, todo estará bien. Si te caes, habrá gente que te levante.
—Lo sé, Lexi, pero no quiero caer.
Ella sonríe amplia.
—Contesta una pregunta: ¿Quién en su sano juicio quiere caer?
Aquella pregunta me hace pensar muchas cosas, puesto que tiene razón. Nadie en el mundo quiere caer, pero todos alguna vez caemos. La cuestión es levantarse y seguir adelante.
Una sonrisa amplia se dibuja en mis labios al darme cuenta de que esta pequeña conversación me ha ayudado más de lo que me ha ayudado cualquier cosa el día de hoy. Siento que con esto, he descubierto cosas que no pensé nunca descubrir.
—Vamos, hay cosas que hacer.
Me detengo una vez más y los miro desde mi lugar con seriedad.
—Creo que vamos a lograr hacerlo…
—¿Eso crees? —cuestiona Enzo mirándome con una ceja alzada.
Suelto una risita divertida.
—¿Por qué no lo estaría?
—Porque hace dos segundos creías que ibas a morir y no íbamos a poder hacer nada.
—Todo eso ha cambiado —sentencio con un tono serio.
Él se sorprende, pero me sonríe.