Pasan las horas y yo sigo sumida en mis pensamientos y recuerdos sin poder pegar un ojo, apenas me doy cuenta que el sol empieza a aparecer por entremedio de los árboles del bosque y el ambiente comienza a tornarse más cálido con la llegada del éste y señal de que por lo menos, deben ser las siete de la mañana. El viento lentamente empieza a cesar y los pájaros comienzan a cantar, estaba amaneciendo y no había podido dormir nada, genial, ahora sí que debo lucir fatal.
-Emma -. masculla Jack tallándose los ojos.
-¿Cómo te sientes, amor? -. le digo y él mira por la ventana.
-No me gusta el invierno - dice acercándose a mí y hace un puchero mientras abraza mis piernas. – Me siento bien ahora.
-A mí me encanta en invierno -. Respondo y beso su frente. - Vamos a la cocina por tu leche -. Susurro mientras lo tomo entre mis brazos.
Lentamente me dirijo hacia la cocina, viendo como el sol comienza a entrar a la casa por las ventanas del pasillo y como todos mis amigos se mantienen con las puertas cerradas, probablemente para cuidar su sueño. Al llegar a la cocina, pero cuando abro la puerta me encuentro con William y Charles, quienes parecen discutir sobre algo, pero la verdad es que estoy tan cansada y sigo tan molesta con ellos, que al verlos me limito a rodar los ojos e ignorarlos completamente.
-¿Cómo te sientes campeón? -. Pregunta el pelinegro a Jack haciendo que sonría.
-Bien, ya no estoy enfermo -. Responde y en un movimiento me giro haciendo que Jack y yo le demos la espalda al par de imbéciles.
-Emma... -. empieza a decir William, pero es interrumpido por Charles.
-Queríamos disculparnos por lo de anoche -. dice atropelladamente Charles, pasando por encima de William.
-No es conmigo con la que se tienen que disculpar -. Respondo mientras dejo a Jackie sentado sobre un mueble, aún dándoles la espalda.
Levanto los brazos y me paro en puntillas para sacar la leche de Jack del estante sobre mi cabeza, y al ver que no la alcanzo, William se acerca en mi ayuda, pero justo antes de que él pueda hacer algo, mi mano alcanza la leche y la toma, ignorando por completo a William. Lucy entra a la cocina con cara de muerto y en silencio, se prepara su típico desayuno calórico que esta vez es un pan con mantequilla de maní y jalea. En silencio le sirvo la leche en un vaso plástico a mi hermano y le coloco una tapa para que no lo derrame, volteo sobre mis talones para darle el recipiente plástico a Jack y me encuentro frente a frente con la rubia, quién inmediatamente abre los ojos de par en par al verme y no la culpo, debo estar horrible, con unas ojeras gigantes y con el pelo despeinado y eso sin contar el feo pijama de invierno que llevo puesto.
-¿Tan mal estoy? -. le digo sonriendo sarcástica y ella traga el trozo de pan que tiene en su boca.
-¿Cómo dormiste? -. me pregunta. – O mejor dicho ¿Dormiste?
-No dormí nada -. Me sincero mientras le entrego el vaso a Jack.
-También quiero pan -. me pide Jack en secreto ya que le da vergüenza que Lucy lo escuche.
-Sí, mi amor -. respondo también en susurro mientras le regalo una sonrisa. – Pero no tengo sueño -. ahora me dirijo a Lucy.
-Si tú lo dices...- me responde y sale de la cocina con su pan en la mano.
Cuando camina hacia afuera de la cocina, termino de tostar el pan de Jack y se lo entrego en la mano mientras tomo asiento a su lado y lo observo tararear su canción favorita de high five, el programa infantil que lo solía obsesionar aunque ciertamente era algo viejo para que él lo viera; eso solía caracterizarnos como familia, nunca nos gustó las cosas conforme a nuestra época y probablemente por eso, tanto Jack como yo adorábamos escuchar canciones de bandas de Rock de los setenta y los ochenta, mucho más que escuchar bandas del en ese entonces presente. No puedo decir que no me gustaban, sería una mentira descarada, pero no eran mis favoritas.
La puerta se abre y por esta entra Nick medio dormido, con el cabello despeinado y arrastrando las pisadas, vestido con un pijama azul marino y crocs del mismo color en sus pies lo que le da un toque divertido.
-Buenos días –. dice sonriendo al vernos.
-Buenos días, Nick -. respondo y miro a Jack para que haga lo mismo.
-Buenos días -. dice con la boca llena de pan.
Ante la maleducada reacción del niño me limito a rodas los ojos en un suspiro – evitando a toda costa que se me escape una risa – mientras que Nick ríe por lo bajo y niega con la cabeza. El castaño toma su mochila que se encuentra guardada dentro de uno de los estantes de la cocina y comienza a buscar algo dentro de ella, despertando nuevamente la intensa curiosidad que no ha dejado de provocarme desde que llegó ayer.
-¿Por qué tienes que ser un troglodita? -. digo limpiando la mantequilla de maní de la boca de Jackie con una servilleta.
-¿Que soy qué? -. Pregunta cuando tiene la boca limpia.
Al preguntarme eso yo echo ligeramente mi nariz hacia atrás con mi dedo, hago un ruido simulando un cerdo y a su vez, lo hago reír.
-¿Te gusta el cereal, Jack? –. le pregunta Nick y Jack asiente.
-Sí, pero Emma dice que no queda y que tenemos que ir a la tienda en busca de más -. responde triste.
-Yo tengo un poco –. Musita el castaño sacando de una caja que traía en su mochila y Jack sonríe ampliamente.
-No es necesario, Nick. Yo iré a la tienda hoy y le traigo -. Añado y Jack deja de sonreír.
-Pero si él quiere yo no tengo problema -. me dice sonriente.
Jack asiente muchas veces y de manera rápida a Nick, dando señal de que sí quiere comer cereal y el castaño como respuesta le sonríe al niño mientras le sirve en un plato rebosado de comida.
-¿Cómo se dice? -. le digo a Jack para que le dé las gracias, pero se lleva un puñado a la boca.
-Gracias -. dice nuevamente con la boca llena, haciendo que Nick ría.
Dejo a Jack en la cocina comiendo y me pongo zapatillas para ir al huerto en busca de frutas y verduras para el día, la verdad es que este huerto nos ha servido de real ayuda. Salgo por el ventanal de la terraza con un pequeño canasto en mis manos y camino por el jardín hacia el bosque, dirigiéndome al claro de este, donde se encuentra el huerto. El suelo se encuentra húmedo y mis pies van dejando un camino por donde pisan, un leve rastro de mis pisadas sobre las hojas que reposan en el suelo. Al llegar al huerto, llevo las manos a mis caderas mientras pienso y observo un momento lo que podría llevar a la casa. Me acerco primero a los tomates y escojo cuidadosamente los que se encuentran en su punto, luego camino hacia la verde hilera que forman las acelgas en el suelo y con un pequeño cuchillo de bolsillo corto una entera, a Jack no le va a agradar saber que hay acelga para comer, pero no me importa, les hace bien y las necesita. Me acerco ahora a las manzanas y tomo todas las que puedo, dejando solo las inmaduras en el árbol. El rojo tentador de las manzanas me hace tomar una en mis manos y limpiarla con el mango de mi chaleco, dejando ver mi reflejo en ésta y tomando una pinta aún más irresistible que antes, acerco la futa color carmesí a mi nariz y suavemente tomo su olor, huele delicioso. Tal vez debería lavar la manzana, pero en este momento no sé si es peor lavarla en agua no 100% potable o simplemente comerla así, opto por comerla así.