Despierto con la luz del sol entrando por la ventana y un horrible dolor de cabeza acompañándome esta mañana. Me llevo la mano al rostro y me cubro los ojos para hacer una barrera entre la luz y mis ojos. Definitivamente no voy a beber nuevamente, al menos no es esa medida y no en mucho tiempo.
Con pereza abro los ojos mientras me siento sobre mi lugar y una corriente eléctrica recorre mi cuerpo al estar totalmente consciente, me encuentro con la misma ropa de ayer, durmiendo sobre el gran sillón del living y casi junto a mí, recostado en el suelo se encuentra Nicholas durmiendo.
Intentando no hacer ni el más mínimo ruido, me pongo de pie y paso una pierna sobre él para cruzar hacia la cocina. Doy un pequeño saltito y descalza sobre el helado suelo me dirijo rápidamente hacia la cocina en busca de un vaso con agua.
Un torbellino de emociones recorre mi cuerpo mientras que de manera desconcentrada comienzo a preparar el desayuno. Sin duda, anoche he tenido una de las mejores noches desde que todo esto ha sucedido, y la razón es simple, Nicholas es una persona – como ya he descrito antes – de personalidad sobria, una persona con la que las horas se convierten en segundos y no hacen falta las risas, realmente disfruto pasando mi tiempo con el nuevo miembro de esta casa. Hay algo en él, tal vez el hecho de que no ha demostrado estar podrido por dentro – por hora – o tal vez simplemente porque es un gran hombre, pero hay algo en Nick que no me permite quitarle la atención, no me permite estar lejos de él.
-Ahora están protegidos, tú y Jackie están a salvo -. Resuena la voz de mi padre en mi mente.
¿Será posible que no esté alucinando? ¿Existe alguna posibilidad de que mi padre realmente haya estado presente y me haya querido decir algo? Y de ser así ¿Qué significan sus palabras?
Quizá es simplemente mi subconsciente tratando de consolarme o darle una solución a mis constantes problemas. Sin embargo, podría referirse a que, desde el más allá, mis padres han enviado algo para protegernos, o alguien.
-Buenos días -. Dice Nick ingresando a la cocina y sacándome de mis pensamientos.
-Buenos días, Nicholas. – respondo y dirijo mis ojos hacia él y quedando atrapada en su mirada.
-Creo que se te está quemando el pan -. Musita sacándome de mi trance.
Rápidamente dirijo mi mirada a la cocina, donde a fuego lento el triste intento de pan tostado yace, quemado y negro como un carbón mientras el humo y algunas llamas brotan sin cesar. Qué vergüenza.
De manera instantánea apago el fuego y soplo para apaciguar un poco las llamas, pero ya de nada sirve, he arruinado el trozo de pan por completo, cosa que no me suele pasar habitualmente, de hecho, no me pasa nunca. Estoy demasiado distraída con mis pensamientos, pero esto tiene que parar. No puede ser que esté distraída con ideas sobrenaturales y que además interfieran en mi día a día. Si me distraigo pensando en elfos probablemente queme la casa completa.
-Lamento esto -. Me disculpo mientras boto el trozo rostizado de pan a la basura. – Estoy distraída últimamente, pero no es algo que me suela suceder
-No hay cuidado, a todos nos sucede -. Responde con una sonrisa amable -. Da gracias que no te sucedió durante un turno en el hospital -. Dice y una risita se nos escapa. – era un poco más peligroso que esto.
-Hablando de cosas vergonzosas, anoche pasé un buen rato, pero no volverá a repetirse con tanto alcohol -. le digo y él se acerca a mí sonriendo hasta quedar a mi lado.
-Ha estado genial, aunque coincido con la idea de bajar la medida de alcohol -. Responde. – cuando desperté en el suelo pude sentir como mi cabeza se quejaba a gritos -. Dice riendo por lo bajo.
Me encanta que Nicholas tenga esta personalidad tan sobria. Se notó desde el minuto uno que era alguien liviano, alguien que no te consume y con quien se puede pasar realmente un buen rato. Por esta razón, se siente bien tenerlo cerca. Él es del tipo de personas que irradia felicidad y confianza.
-¡Emma! -. Siento a Charles correr gritando mi nombre por el pasillo y me hace sobresaltar. - ¡Emma! -. Vuelve a gritar abriendo la puerta de la cocina de golpe -. ¡Hay algo quemándose! -. Exclama entrando al lugar.
-Charles -. Lo llamo y me mira preocupado. – Quemé un pan, nada más -. Le digo tranquila, haciendo que el moreno suspire pesadamente.
-Desde cuando tú quemas las cosas -. Mi mejor amigo pregunta burlón.
Le regalo una sonrisa forzada mientras levanto los hombros como respuesta y con los labios, pronuncio la palabra "Ups", aunque sin emitir sonido alguno. Charles niega con la cabeza mientras ríe por lo bajo al igual que Nicholas a su lado.
-Creo que iré a despertar a Jack, ya es hora de levantarse -. Suelto de repente mientras miro mi reloj de muñeca.
Camino lentamente por los pasillos de la casa con la vista pegada en el paisaje que se posa frente a mi vista. He de admitir que el bosque siempre ha sido mi paisaje, mi lugar favorito, ironías del destino que haya terminado viviendo en medio de éste, aunque haya sido por las malas. Siempre me han encantado los árboles, los grandes pinos que se extienden hacia arriba como si intentaran tocar el cielo para alcanzar la perfección. Como enormes seres de luz, los que no tienen más objetivo que alcanzar el azulado cielo sobre ellos. El viento revolotea entremedio de las ramas de los árboles y hace que estos bailen al compás de la música otoñal, casi invernal que pasa entre ellos.
Lentamente abro la puerta de mi habitación, encontrándome a mi pequeño hermano recostado dentro en su cama, durmiendo como un angelito. Con la boca medio abierta y las manos bajo la almohada, me recuerda a mi madre – quién dormía de la misma manera – y un poco de nostalgia me invade. Sin embargo, no puedo evitar sonreír al recordarla ya que al hacerlo, todos los buenos momentos vienen a mi mente.
Al principio, cuando todo había sucedido recientemente, no podía ni pensar en mis padres sin llorar, y ni hablar de comentarle algo a Jackie, eso habría significado un llanto de horas y al pequeño son despagarse de mí hasta nuevo aviso. Claro que ahora es distinto. La noticia aún es reciente y las heridas están frescas, pero no es un tema intocable. Ahora cuando recuerdo a mis padres, los extraño – cómo no hacerlo – pero en mi cabeza sólo se encuentran los momentos increíbles que viví con ellos y lo mucho que los amé durante toda mi vida. Ahora ha dejado de ser un tema sensible para mí, se ha convertido en el mejor recuerdo que tengo y un motivo de felicidad en mi vida. El simple hecho de saber que mis padres nos amaron con todo su corazón hasta el último segundo de sus vidas y que sin duda están el algún lugar cuidando de nosotros, es un motivo de alegría. No necesito nada más para traerme felicidad en un día triste que el solo recuerdo de mis padres.