Lucy y yo nos encontramos en la nueva ciudad, recorriendo el centro comercial abandonado en busca de nueva ropa de invierno para estos días que de a poco se van volviendo más y más fríos, cosa que empeora durante las noches. He tenido que llenar mi cama y la de Jack de mantas para no pasar frío cuando cae el sol, pero no es de mucha ayuda, el frío es demasiado intenso y considerando que recién estamos empezando el invierno, es de esperarse que este año sea más frío que el anterior. Además, no es un frío seco que te cala los huesos, si no que es uno húmedo, especialista en transmisión de resfríos intensos.
Charles nos encargó que llevemos guantes, bufandas y gorros de lana a todos los integrantes de la casa, cosa de la que Lucy está encargada y seleccionando para llevar. Está convencida con la idea de elegir los mejores estampados solo con la intención burlarse de los chicos. Yo, por mi parte, me dirijo hacia otra tienda del centro comercial, una de cosas más prácticas y de primera necesidad como son los alimentos que continúan en buen estado después del tiempo transcurrido.
Entro a la tienda donde se encuentran las cosas que necesito y tranquilamente camino por todos los pasillos, uno a uno para seleccionar las cosas que voy a llevar. La verdad es que no hay apuro y una gran tienda en medio de un centro comercial abandonado está lleno a tope de todo tipo de cosas, suficientes como para vivir el esto de nuestras vidas de solo esta tienda.
El sonido de interferencia en mi walkie-talkie hace que me detenga de golpe, lo saque de mi cinturón y me lo acerque al rostro, escuchando con atención el llamado.
-Emma -. Aparece la voz de Lucy. - ¿Dónde estás?
-En la tienda de alimentos -. Respondo presionando el botón.
-Voy hacia allá, espérame –. Informa.
Me encamino con el bolso lleno de provisiones hacia la entrada del lugar y me recargo en un pilar que se alza en la puerta para esperarla. Al verla a lo lejos algo perdida, levanto mi mano y la agito de un lado a otro para que me vea y al hacerlo se dirige hacia mí. Sin decir mucho nos dirigimos a paso lento hacia la salida de emergencia del centro comercial, lugar por donde ingresamos y donde se encuentran nuestros caballos escondidos a la espera de volver a casa. Al abrir la puerta, una ola de frío pega en nuestros rostros, haciendo que me estremezca levemente y Lucy comience a temblar por el frío. Bajamos las escaleras de emergencia hacia los caballos y aseguramos los bolsos antes de subirnos.
Sin embargo, Lucy no deja de temblar, cosa que me provoca algo de preocupación al mirarla. Su aspecto físico tampoco luce bien, al contrario, su rostro ha palidecido quedando como el de un fantasma y algunas gotas de sudor frío comienzan a brotar en su frente.
-¿Estás bien? -. Pregunto acercándome a ella.
-Sí. Solo sube al caballo y larguémonos de aquí -. Responde medio agachada.
Subo lentamente al caballo, sin quitarle los ojos de encima ni siquiera por un segundo y una vez estoy arriba, veo como ella intenta hacer lo mismo. Primero poniendo con dificultad un pie en el estibo y seguido por un pesado suspiro, la rubia da un pequeño impulso para subir, pero se debilita completamente y cae sentada al suelo, haciendo que el caballo se asuste frente al brusco descenso y se aleje unos metros de ella.
Me bajo dando un salto lo más rápido que puedo y me dirijo directamente hacia ella con una preocupación enorme. Algo está mal y estamos solas en medio de una ciudad que no conocemos, con el riesgo latente de encontrar frente a frente a un militar y si eso sucede, no podremos hacer mucho para defendernos.
-Lucy -. Murmuro agachándome para estar a su altura.
Sin decir nada, mi amiga se lleva la mano a la boca, cubriendo sus labios con fuerza. Va a vomitar. Inmediatamente se voltea en el sentido contrario y efectivamente empieza a vaciar todo el contenido de su estómago de una manera preocupante. Con la mano en su espalda, la acaricio suavemente mientras que con la otra, sujeto su cabello hasta que se detenga, pero pocas veces se detiene para dar un respiro.
Finalmente dejó de vomitar porque no tuvo nada más que su fatigado cuerpo pudiera eliminar. Tomo asiento a su lado y la hago recostarse unos segundos con la cabeza apoyada en mi regazo para que reponga energías antes de emprender el retorno, pero en vez de recuperarlas, se desvanece completamente totalmente, cerrando sus ojos y dejando que sus brazos caigan hacia los lados.
-Lucy -. La llamo dando suaves golpecitos en sus mejillas. – Lucy -. Repito su nombre con pánico, pero sin respuesta.
Se encuentra totalmente inconsciente en mis brazos. Sin éxito intento una y otra vez de despertar hasta que finalmente, me quedé en blanco y no supe que más hacer aparte de sentarme a llorar y rezar por ayuda Divina que nos saque de aquí.
Cuidadosamente la dejo apoyada en el suelo y me levanto para pensar bien y con la cabeza fría qué se supone que debo hacer. El pánico es bloque enorme y no me permite pensar en nada que pueda hacer ahora. Llevo mis manos a mi cabeza totalmente desesperada y aún sin saber qué hacer, la aprieto fuertemente con mis manos. No la puedo dejar sola e ir en buscar de los chicos, pero tampoco puedo subirla al caballo inconsciente y arrastrarla por toda la ciudad y luego el bosque. Cualquiera de las dos opciones parecen ser demasiado peligrosas. Suspiro intentando de calmar mis nervios y le doy una oportunidad más a mi cabeza para que analice correctamente la situación.
-"Emma, tomaste un curso de primeros auxilios donde te enseñaron a manejar situaciones como estas así que piensa qué hacer y rápido" -. Me dice la voz de mi subconsciente mientras que camino de un lado a otro.
Ya sé. Lo primero es tomarle el pulso. Me acerco a Lucy y llevo dos dedos a su cuello para tomarle el pulso pudiendo notar a la vez que se encuentra ardiendo en fiebre, pero su pulso está regular. Ahora que tengo esta información me doy cuenta de lo inútil que fue ya que no tengo nada que hacer ahora con ella más que re invocar al pánico.