Parte 1
Lo primero que se escuchó, fue un ruido similar a la tierra rompiéndose. Luego de eso unas grandes pisadas resonaron por todo el lugar.
—¡¿Qué está pasando?!
Mientras Elma se encontraba junto a Lerika, Colette, Sofía, Nerida, y Rungen. Un ruido agudo comenzaba a hacerse más fuerte. Entonces la chica gira en la dirección de donde proviene el sonido. Y observa como Renato está corriendo mientras un Goblin de dos metros corre detrás de él.
El chico tenía una expresión de horror en su rostro. En un principio el solo se iba a encargar de traer la sangre de ese Goblin para usarla como suero y curar a los aldeanos, y poder ir hacia Honkuro para mantenerlos seguros y reencontrarse con Lars y Carucius.
Pero ahora mismo, ese chico que se encargaría de traer la sangre, estaba siendo perseguido por un Jordanus totalmente enfurecido y atacando con el poder que salía de la palma de su mano.
Una ráfaga morada fue lanzada hacia él, apenas pudo evitar el golpe directo. Jordanus corría detrás de el en una diferencia de unos 8 metros de distancia entre ellos. Era extraño que no haya saltado hacia él y lo acabara en un instante, eso indica que su cuerpo aún no se ha recuperado lo que ha sido un golpe de suerte para Renato.
—¡¿Qué sucede?! ¡¡Creí que dijiste que acabarías conmigo!!
La burlona cara del Goblin se hacía más ancha. Sus ojos se hundieron mientras seguía disparando el poder destructivo de su mano. Enormes cráteres se formaban en el suelo derritiendo la tierra hasta un punto en donde podrías fácilmente volverlo un pozo.
—¡¿E-Ese es Jordanus!?
Preguntó Rungen.
—Maldición, ¿¡Qué demonios ha sucedido!?
Elma gritó con todas sus fuerzas.
El monstruo llamado Jordanus de la Toxina estaba corriendo como si lo que había pasado hace poco no hubiera sido nada más que algo momentáneo.
—¡¡Vamos, deja de correr asqueroso humano!! ¡¡Sin lugar a dudas serás al último que mate, me asegurare de romperte los brazos y las piernas para que observes como asesino a tus amigos delante de ti sin que puedas hacer algo!!
—¡¡Si eso fuera cierto no sería necesario seguir disparando como un genocida disfrutando torturar a su objetivo!! ¡¡Maldición, maldición!!
Corriendo a mitad de la noche en zigzag evitando las ráfagas venenosas.
Su respiración comenzaba a hacerse más pesada y sentía como sus piernas le dolían. No era como si se hubiera cansado exactamente, no era tanta la distancia entre donde se encontraba antes y donde estaban los demás. Sus músculos se tensaron al momento que vio a Jordanus pararse lo que hizo que la energía que tenía en ese momento lo abandonara por completo producto del miedo a lo que no podía comprender.
Esto no era nada para Jordanus, aunque no tuviera la misma velocidad que antes, su energía ilimitada le permitiría perseguir a Renato cuanto tiempo sea necesario para agarrarlo sin necesidad de preocuparse de su propio estado físico. Así que, aunque su cuerpo aun sufra por los efectos de la granada aturdidora, no sería nada para el acabar con ese chico.
—¡¡Oh que interesante!! ¡¡Entonces me asegurare de que esas piernas tuyas sean derretidas por mi poder!!
La tierra se alza con el choque de esa ráfaga morada contra el suelo. Los disparos impactan hacia árboles que se encuentran a unos metros, los robles son golpeados y partidos a la mitad, en el punto que tocan el suelo se comienzan a marchitar como si fueran succionadas por alguna clase de fuerza antinatural.
Y, en ese lapso de tiempo, la tierra se alza, y un extraño manto hecho de tierra envuelve por completo ambas piernas de Jordanus lo que hace que caiga al suelo.
—¡¡Tsk!!
El rostro de alivio de Renato confirmo que su idea había sido un éxito.
—¡¡Ahh, funcionó!!
Corriendo con las piernas a punto de adormecerse, Renato está a dos metros de los demás, pero antes de poder estar lo suficientemente cerca tropieza, y cae de cara deslizándose por la tierra.
—¡¡Bughia!!
Probablemente en este punto ya no le quedaba fuerza, pero lo que en verdad había sucedido era que se había tropezado con un extraño cúmulo de tierra de un tamaño muy sospechoso que sobresalía de la tierra.
Entonces dos chicas se pusieron delante de él.
—¡¡Imbécil que es lo que has hecho!!
Dijeron Elma y Lerika al mismo tiempo. Elma estaba molesta y se podía ver una vena hinchada en su frente, por otra parte no se sabía con exactitud si Lerika lo estaba. Y por alguna extraña razón, era Elma la que ahora sostenía a Lerika usando su hombro para que ella se sostuviera.
Entonces, Renato levanta el rostro.