Theria Volumen 0.0: El niño de cabello violeta

Buscado

Los días avanzaron con rapidez, a poco mas de dos semanas de haber iniciado el viaje el grupo de Kein llego al condado fronterizo de Demea, el país en el que se encontraban y pronto llegarían a Ariba, país vecino al que tenían como destino.

La joven noble tenia la tarea de entregar un paquete al terrateniente de ese condado. Sin embargo, gracias a la rapidez con la que avanzaban, llevaban cuatro días de adelanto, así que el grupo de escolta propuso concertar una nueva cita con el señor.

—Imposible —les respondió Marie.

La chica sostenía en sus manos un pequeño libro mientras, sentada sobre una tela puesta en la hierba, bebía te preparado con las hojas que habían tomado prestadas Kein y Nierya. Había sido idea suya descansar ahí, de hecho les insistió mucho, su excusa era que estaba harta del carruaje.

—Tardaríamos más así. El solo hecho de hacerle llegar una carta o concretar una audiencia tomaría más de una semana —continuo.

—¿Y si simplemente esperamos? No me importaría estar un poco más de tiempo aquí —pregunto Kein desde la orilla del río.

No llevaba puesta su mascara ni capucha, ya que en ese lugar solamente se encontraban ellos cinco y desde ahí podían ver a cualquiera que se acercara desde antes que la otra parte los viera

—¿Un pequeño descanso? No suena mal para mi —dijo Nierya.

Ella, Kein y Ci estaban en medio de un concurso de pesca en el río. Aunque la chica podía sacar  fácilmente a los peces del agua, le fue prohibido por el bien de la sana competición.

—Hay un festival en un pueblo cerca de aquí —respondió Zalia, agitando en el aire un trozo de papel.

Ella se encontraba recostada sobre la hierba con una mano bajo su cabeza, descansando. A su lado, sentado sobre una roca, estaba Leyi.

—¿De donde sacaste eso? —pregunto Leyi, frunciendo el cejó.

—Lo tome de un poste mientas veníamos, pero en fin, ¿quieren ir o no?

—Yo voy, no veo porque no —contestó de inmediato Ci.

—Nunca he estado en uno, puede ser divertido —dijo Marie, cerrando el libro y poniéndose de pie—. Aun así necesitare una peluca para disfrazarme, sería malo ser reconocida.

—Bueno, yo-yo creo que sería bueno —se apuntó Nierya.

—Y con eso están las chicas. ¿Ustedes que dicen?, ¿Leyi? ¿Kein?

—Yo no voy. —Kein saco el anzuelo de su caña para revisarlo, estaba vacío.

—¿Porque no? —le pregunto Marie.

—Seria malo si alguien viera mi cabello y ojos, y no puedo llevar la máscara o capucha porque seria demasiado extraño y atraería a los curiosos, lo que podría ocasionar problemas con la misión —contesto Kein, arrojando se nuevo el anzuelo.

—Concuerdo con Kein —intervino Leyi—, no creo que sea buena idea entrar en un lugar lleno de gente, la protección del objetivo en ese caso seria casi nula.

—Pero si yo digo... —empezó Marie, pero Leyi la acalló con la mirada.

—Lo siento señorita, pero usted no fue quien pago por nuestros servicios —dijo Leyi y saco una hoja de su capa—. Su padre dio la orden de que su seguridad era lo mas importante, aunque no concordara con sus deseos. Así que no, nada de festivales.

—Aguafiestas —murmuro Zalia.

—Kein —llamo de pronto Leyi—. Ponte tu disfraz, alguien viene.

En la lejanía se podía escuchar el casco de varios caballos y unos minutos después apareció en el horizonte una ornamentada carroza resguardada por seis caballeros montando criaturas parecidas a lagartos.

El grupo espero en posición semi defensiva a que pasara, pero para su sorpresa la carroza se detuvo a su altura y del interior salio un hombre de unos cincuenta años, un poco obeso y bien vestido.

—¿Marie? ¿Marie Kaleisis? —pregunto el hombre, mirando con alegría a la chica.

—Es un gusto verlo de nuevo, conde de Letergarde —le respondió Marie, haciendo una reverencia.

—¿Que ocurre padre?

De la carroza salio una joven un poco mayor que Marie, de cabello castaño y portando un vestido esmeralda.

—Hermana mayor Nereia —Marie saludo a la joven y con un ademán de su mano indico al resto que se inclinara.

—Pensé que llegaría en tres días —comento el conde.

—El trayecto fue mas rápido de lo esperado...

—Pero no hablemos aquí —la interrumpió el conde—. Anda, sube, iremos al castillo, allá me contaras todo.

—Sera un placer, conde, pero por favor permitame llevar un escolta, para aliviar la tensión del resto de mis guardaespaldas.

—¡Oh! Claro, claro, no se diga mas.

—Gracias. Kein, por favor.

Todo era un acto por si alguno de lo que acompañaban al conde o a Marie era un espía, incluso el hecho de decirles que se reuniría en castillo había sido una mentira, el acuerdo era que ella esperaría ahí todos los días mas o menos a esa hora hasta que él pasara y la recogiera, por eso insistió en descansar en ese lugar, fue una suerte que en el primer día se hubieran encontrado, así las sospechas serian menores. Ese tipo de actos eran una precaución que nunca estaba de mas.

La decisión de que Kein la acompañara tampoco fue fortuita, de entre todos era en quien más confiaba, más que nada porque estaba segura que el chico temía ser descubierto. Aunque no sabia porque, esa era una ventaja que le podría servir para manipularlo si el grupo se llegara a revelar contra ella.

Eso si, para mantener la ventaja y como un medio de intimidación, no dejaría que el conde supiera que había bajo la máscara, aunque existía confianza entre el padre de Marie y el conde de Letergarde, ella no sentía lo mismo, era mejor mantener una alerta por una posible traición.

—Eh, si, adelante.

Kein tuvo la sensatez de no pronunciar ninguna palabra mientras subía al final a la carroza. El resto del grupo junto sus cosas con rapidez, los seguirían unos cuantos metros detrás, preparados para cualquier eventualidad.

El único del grupo que siempre mantuvo un rostro sereno fue Leyi.



#23021 en Fantasía
#4924 en Magia

En el texto hay: theria

Editado: 17.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.