"Todo vale la pena por este momento..."
A la mañana siguiente, el sol se filtraba por las ventanas de las alcobas en cada uno de los cuartos de los príncipes, los cuales estaban uno al lado del otro por petición de ambos cuando los separaron y dejaron de dormir juntos en una sola habitación, el primero en despertarse fue el de ojo verdes, estirándose cansadamente en la cama sin abrir los ojos, supuso que su madre ya había entrado puesto que él había dejado las cortinas cerradas la noche anterior, con pereza se sentó en la cama sin dignarse a abrir los ojos, con la intención de seguir durmiendo, un ruido se escuchó en el cuarto de baño, sabia quien lo hizo, así que no le importó hasta que la persona causante de esto se acercó hasta su cama sentándose en esta cerca de él para abrazarlo con fuerza, solo en ese momento abrió sus esmeraldas con desazón, correspondiendo el abrazo con una sonrisa, la mujer le revolvió los cabellos con una mano mientras que con la otra acariciaba su espalda.
—Vamos cariño, levántate—dijo con una voz suave
—Lo haría si dejaras de abrazarme—dijo el menor con una risilla
—Está bien—sonriendo dejó de abrazarlo, alejándose un poco en la cama sin levantarse—¿Cómo dormiste?
—Muy bien madre, aunque aún tengo sueño—dando un bostezo
—Es curioso que tengas sueño—dijo en cierto tono burlón y maternal
—No es nada madre—aseguró él para no preocuparla, su madre se dio cuenta de esto y se acercó a darle un beso en la mejilla con ternura
—El baño está listo, las asistentas te están esperando.
—Pero no quiero bañarme rodeado de mujeres—se quejó con una mueca
—Siempre ha sido así, además ellas te bañaran... cuando seas grande dejarás de tenerlas—le revolvió el cabello con la mano dulcemente
—Bien, eso espero—rió suavemente por el contacto
—Muy bien mi pequeño, iré a despertar a tu hermano, deséame suerte—se levantó sosteniendo su estola con ambas manos dándole la espalda y girando el rostro hacia el
—Suerte Madre—dijo con una sonrisa
Al recibir la respuesta se marchó de la habitación con una amplia sonrisa, él se levantó de la cama descalzo para ir en dirección del baño, en verdad no le gustaba eso, sentía como si esas mujeres que lo aseaban lo miraban con cierto desprecio, no sabía el porqué, agradecía al menos que a pesar de ello lo trataran bien y con respeto, pero aun así eso lo desanimaba bastante, su único consuelo era su adorada madre, su tonto hermano y su querido padre, cuando entró por la puerta las mujeres dejaron de hablar de lo que sea que estaban hablando antes de hacerlo y lo miraron fijamente, eso le causó cierta incomodidad pero aun así siguió con su camino.
Eran cinco, una se encargó de despojarlo de su ropa ya estando frente a la tina, cuando estuvo listo y hubo entrado en la gran tina de mármol otra se encargó de asearlo con delicadeza, la que estaba junto a la que le quitó la ropa se llevó las prendas a quien sabe dónde, una más esperaba cerca de la tina con una bata de seda blanca en manos para ir al encuentro en el momento preciso para secarlo, la última de ellas buscaba en un gran ropero de cedro rojo la ropa que llevaría esa mañana para posteriormente vestirlo cuando su compañera terminara de secarlo, así se fueron treinta minutos de su vida como en cada mañana desde que fue separado de su hermano con el cual pasaba exactamente lo mismo, con la excepción de que a él lo hacían con más gusto o eso parecía.
Ya listo, salió de la habitación, en la alcoba de alado, su hermano también salía de su habitación, encontrándose en el cruce, se sonrieron cómplices y entre risas y travesuras llegaron al encuentro de sus progenitores que los esperaban en el Jardín Real como todas las mañanas antes de partir cada uno a cumplir con sus deberes y obligaciones , fueron recibidos por ambos con una cálida sonrisa mientras se ponían de pie, cada uno se sentaba a cada lado de sus padres en la mesa de cristal redonda, usualmente Loki se encontraba al lado de su madre y Thor al lado de su padre y gracias a la forma de la mesilla ambos hermanos estaban juntos, los alimentos llegaron poco tiempo después de que ellos lo hicieran, comenzaron una charla amena entre los cuatro guiada por Odín quien siempre les preguntaba a sus hijos sobre sus quehaceres diarios, era una rutina es verdad, pero siempre siendo agradable para los ahí presentes.
—¿Qué harán el día de hoy hijos?
—Iremos al campo de entrenamiento—contestó Thor callando al pelinegro que estaba a punto de objetar algo, pero con un pellizco en su pierna, el afectado solo sonrió aguantándose
—Perfecto, ya es hora de que se familiaricen con las espadas y demás objetos de batalla, serán unos excelentes guerreros—felicitó asintiendo
—Pero...—objetó Loki cuando su hermano lo dejo en paz—a mi no me gustan las armas.
—¿Qué es lo que te gusta? —preguntó con cierta extrañeza, aunque era de esperarse al haber sido siempre menos salvaje que su hermano