"Las nubes de tormenta parecen marcharse... Mañana será un nuevo días"
La niña solo rió al ver los rostros de aquellos dos con muecas de dolor en el rostro, le gustaba imponerse de esa forma y el haber aprendido ese hechizo de su captor, que usaba casi todo el tiempo con ella, fue más que encantador, los rodeó para llegar a la puerta, aun riendo un poco.
Pero su diversión duró poco, pues a los segundos, cerró sus ojos con fuerza tomando su cabeza entre sus manos, que dolía como si ésta fuera a explotar en cualquier segundo, cosa que solo podía significar una cosa: él estaba aquí. La puerta fue abierta de golpe, haciendo que posara su mirada en ella, una mano cubierta con un guante la tomó por el cabello al tenerla cerca y la jaló hacia adentro.
Un impactado Loki miró la escena horrorizado, sin creer lo que estaba pasando, ella era fuerte y no entendía, su cerebro no procesaba por qué había sido tan fácil hacer que cayera en el que posiblemente, sería el mismo hechizo que ella usó, sabía de debía ir por ayuda, él no podría hacer gran cosa, pero si perdía más tiempo, no quería ni imaginar lo que le pasaría, cauteloso fue hasta la puerta y la abrió lentamente, aun no aprendía a utilizar los hechizos de teletransportación, aún faltaba mucho para llegar a eso y le molestaba, porqué sabiéndolos usar, sería mucho más fácil entrar y salir con su amiga.
Terminó por entrar cerrando la puerta tras de sí, un profundo silencio se alojaba en la vieja casa donde se encontraba metido, un extraño y desagradable olor fue percibido por sus fosas nasales, lo que le hizo hacer una mueca de asco, cubriéndose la nariz con la manga de su elegante traje de príncipe, avanzaba por el pasillo, un muy largo pasillo si se lo preguntaban ¿por qué no había llegado a algún lado? con las paredes llenas de rasguños, una primera puerta en la parte izquierda apareció, entró sigiloso topándose con la cocina, platos tirados, las sillas de madera carcomidas por insectos llamados termitas en Midgard, ¿ahí vivía su única amiga? ¿En una pocilga? Simplemente inaudito, caminó varios pasos hacia atrás topándose con algo duro detrás suyo, no recordaba una pared ahí, se giró lentamente y admiró una imponente figura, asustado caminó hacia atrás tropezando con sus propios pies que lo hicieron caer al suelo.
—Al fin el hijo de Odín...—dijo la persona frente a él, oculta tras la capucha
— ¿Quién eres? ¿Dónde está Anna? —preguntó tratando de sonar seguro pero su voz temblaba ligeramente bastante perceptible para el mayor
— ¿Te preocupas por una traidora? —rió fuertemente, el menor no entendió a lo que se refería, pero la risa estridente lo amedrentó
— ¿A qué te refieres? No entiendo...—musitó sin despegar la vista del mayor
—Eres tan ingenuo...—una luz cegó al azabache, el cual cubrió sus ojos con sus manos, al volver a verlo vio a un hombre con entradas y cabello blanco, su estatura se había vuelto a la de un adulto asgardiano promedio— ¿Acaso crees que alguien realmente podría ser tu amigo? —usaba una extraña armadura que apenas le cubría, con una capa echa de pieles de animal
— ¿Qué...? —estaba sorprendido y aunque no quisiese que le afectaran sus palabras, lo hacían, se enterraban como una daga en su corazón apenas restaurado por la reciente amistad con la ojiverde—pero Anna... es mi amiga...—susurró bajando la mirada, algo cohibido
— ¡Tonterías! ¿Por qué una niña como ella querría tener a un amigo como tú? ¿Para qué? Existiendo Thor, el Sol de Asgard, el príncipe más fuerte, el más querido... Tú no le llegas ni a los talones...—continuaba hablando, sabía que con ello se dejaría envolver, un niño que creía tan poco en sí mismo, era fácil de envolver, ya lo había hecho antes
La mente de Loki comenzaba a colapsar, perdiendo poco a poco la razón, su imaginación volaba más arriba de lo normal, pensando en que todo eso podía ser verdad, la mano del hombre frente a él se alzó mientras de sus dedos salía una luz verde que se dirigía hacia el menor como si tratara de bruma, así podría manipular su mente para convertir los buenos recuerdos y manipularlos a su antojo para tenerlo a su merced, para dañar al Padre de Todo por haberle hecho lo que le hizo.
Sin embargo, cuando la magia estuvo a punto de alcanzarlo, alguien lo empujó bruscamente, tirándolo al piso y provocando que volviera en sí, tomó su cabeza que se había golpeado con el piso para sobarla, un poco de sangre había brotado de la reciente herida abierta en la cabeza, veía borroso por el fuerte golpe, con trabajo pudo notar que quien lo había salvado, sin saberlo del todo, era su amiga azabache, que tenía manchas de sangre en su vestido que se veía viejo y gastado, estaba sorprendido y no sabía lo que estaba pasando, estaba en shock, simplemente no se movía, notaba la mirada fiera del mayor sobre ella y ella se la regresaba de la misma forma.
—No ensucies la mente de Loki con tus mentiras—espetó molesta, no se sentía bien, pero no permitiría que le ocurriese lo mismo que a ella
—Te creí inconsciente en tu habitación, pequeña basura...—afiló la mirada, riendo, sabiendo que en su estado no podría ni hacerle cosquillas, no que estando bien pudiera hacerlo de todas formas
—Ya ves que no... —gruñó molesta sin inmutarse por sus palabras o su mirada—así que por esto no apareciste durante esta semana... Eres un maldito.
—Insolente, ¿cómo te atreves a hablarme así? —con el brazo alzado, abrió la mano lanzando una ráfaga de magia que la mando a estrellarse con la pared detrás de ella
— ¡Anna! —gritó preocupado el menor, observando que de la pared salían una especie de raíces que la atrapaban
— ¿Qué te pesa? ¿El hecho que estuviste a casi nada en salirte con la tuya? —rió un poco, era buena provocando a las personas, aunque no lo quisiera
— ¡Te ordeno callarte! —comenzaba a perder la paciencia, la mocosa siempre podía causar esa reacción en él, una raíz le atrapó del cuello para comenzar a asfixiarla