"Tanto tiempo intentando aplazarlo y hoy... Hoy será mi calvario... Odio estas cosas"
Ya habían pasado cinco años desde aquellos acontecimientos, su vida había dado un inesperado giro de 180 grados al comenzar a vivir con ellos, todo era felicidad en su vida, alegría por todas partes gracias a ese par de hermanosm uno más bruto que el anterior, estaba un poco nerviosa, hoy saldrían de casería, sería la primera vez para Loki (para ella también) puesto venía postergando el encuentro desde hacía casi dos años, alegando que aun no estaba listo queriendo con ello que nadie notara su miedo ante tal tarea, pero la mirada fija detrás de Odín cuando expuso la idea en plena cena en aquella ocasión, fue algo que no pasó desapercibido por su madre y por su amiga.
Sin embargo, ahora no podía rehuir más, ya estaba dictaminado por Allfather y no podía por más que lo quisiera negarse; se suponía tenía que estar presente el mismo dios pero, surgió un inconveniente por elcual tuvo que viajar dos días atrás, quiso aprovechar la oportunidad pero fue inútil, si no iba él, su hermano lo haría, sí, aquel rubio de ojos azules como el agua cristalina del lago Urd, quien ahora se veía con más musculatura que cuando tenía 11 años, después de todo, siempre entrenaba por que le gustaba estar en forma y una prueba de ello aquellos músculos que aun faltaba para desarrollarse completamente.
Ese día, Anna salió de su habitación temprano como de costumbre, dirigiéndose como cada mañana hacia la habitación de cierto rubio para preparar sus cosas para el "Gran día" según sus mismas palabras en la noche anterior durante la cena, portando un vestido largo blanco que denotaba la pureza, con toda la pinta de ser una asistenta como las de Frigga, solo que para ambos hermanos, ¿Cómo había terminado siendo una asistenta? Pues verán, ella no quería estar ahí en ese gran castillo como una "carga" (como ella misma se había autodenominado y como el gigante desconocido también lo había mencionado, directa e indirectamente) puso la "condición" de quedarse solo si podía ayudar en algo, lo primero que se le vino a la mente junto las palabras de su hijo menor días atrás, fue esa, el ser una de sus asistentas, aunque no fue una idea muy aceptada por el rubio, que exigió también fuera asistenta de él, cosa que fue concedida por la reina sólo por no ver a sus hijos pelear, pero solo cuando alcanzara al menos la edad de doce años (esto último dicho por Odin).
Y es por eso que ahora se encontraba eligiendo las prendas para vestir del rubio, no tenían que ser muy llamativas, pero tampoco tenían que no parecer que su portador era un príncipe, tardó poco eligiendo entre casi las mismas vestiduras, pero al final logró encontrar un atuendo perfecto; al terminar de eso preparó el baño y se fue, conocía a Thor, estaba en la pubertad y siempre despertaba con un "problema" por ello prefiere irse antes de que despertara, aun recordaba la primera vez que eso pasó aquello y cada vez que lo hacía, le causaba un gran escalofrío, y vergüenza, mucha vergüenza.
Despejó su mente de esas ideas moviendo su cabeza de un lado a otro para dirigirse a la habitación del menor de los Odinson, agradecía que él no sufriera de eso o realmente dejaría ese trabajo, entró sin más para realizar la misma acción que con su hermano, con el era más fácil buscar la ropa puesto que él era más reservado sin perder el toque de elegancia que lo caracterizaba como príncipe y como él mismo; cuando salió del baño pudo observar como su querido amigo se desperezaba sentado en la cama cual gato y se permitió sonreír con cierta ternura.
―Buenos días, Loki―en la intimidad de su habitación siempre tenía el lujo de llamarlo de esa forma, porque mientras estuviese vestida así fuera del cuarto tenía que actuar como lo haría cualquier asistenta, aunque eso no fuese necesario
―Buenos días, Anna―respondió sin dejar de estirarse, una sonrisa se formó en sus labios al escucharla, pasaron unos pocos segundos para prestarle toda su atención
―Recuerdas lo que haremos hoy, ¿cierto?―preguntó con cierta gracia, era divertido verlo temer, el joven rodó los ojos con fastidio
―Ni me lo recuerdes―soltó en un bufido desganado, dejándose caer en la cama y tapando su rostro con una de las suaves almohadas
―Apresúrate, saldremos cuanto antes―comentó acercándose a su lado en la cama para quitarle con agrado la almohada de la cara
― ¿Y sí huimos? ¿o nos escondemos? No deseo ir, no quiero―exclamó en un berrinche y con voz amortiguada, aferrándose con fuerza a la almohada que era jalada por la pelinegra
―Sabes que es imposible, Loki―suspiró, dejándolo ganar por esta vez y alejándose un par de pasos para hacer como si estuviera ordenando un desorden inexistente
― ¿Por qué aun no estás vestida como debes? ―cuestionó, ya sabiendo que era imposible postergarlo más, enmarcó una ceja extrañado quitando con lentitud la almohada para mirarla
―Recuerda que antes que nada están ustedes, primero debo hacer mi trabajo como su asistenta―comentó suavemente para calmarlo
―No debiste, sería mucho mejor si solo vinieras a despertarme, ya lista para marcharnos―hizo una mueca levantándose de la cama finalmente, su pijama era un conjunto de pantalones y camisa de un verde pastel
―Según recuerdo, odiabas a las asistentas que tenías cuando era más joven―rió un poco al recordar aquello, observando que éste se acercaba lentamente―creí que esa sería una buena solución para tu calvario.
―Bueno si pero...―buscó algo en su mente para seguir riñendo, más no encontró nada―bien, no importa ahora, las cosas están hechas―dijo al final, resignado se quedó de pie frente a ella
―Está bien, el agua ya está lista para que te asees, no tardes...
Lo admiró unos cuantos segundos, sintiendo sus mejillas calentarse por una razón inexplicable, lo que la hizo salir corriendo de la habitación cerrando la puerta tras de sí, el pelinegro se quedó extrañado por su repentina huida, pero después rió encantado por su comportamiento, desde apenas un par de semanas atrás su compañera de entrenamientos se comportaba demasiado extraño al estar a solas y cerca de él, algo sumamente adorable de ver al hacer ese tipo de acciones y parecidas, algo que de cierta forma le intrigaba bastante al no comprender el por qué, pero prefirió dejar de pensar en ello para otra ocasión y sin más se adentró al cuarto de baño dispuesto a ducharse para comenzar con su verdadero martirio.