Pasaba del medio día cuando finalmente arribaron a la Ciudad Dorada, todos lucían agotados, andar así a pleno rayo de Sol era demasiado para sus cansados cuerpos, Anna era escoltada por los dos príncipes a los cuales ignoraba olímpicamente, solo quería que las sanadoras hicieran su trabajo para poder ir a dormir hasta el día siguiente en su cuarto (que añoraba más de lo normal). Al pasar por el pueblo todos miraban con asombro a la terrible criatura que los soldados acarreaban con sus caballos, cuchicheando un sinfín de hipótesis en las cuales el protagonista era el fuerte y atractivo Dios del Trueno, los siguieron hasta el castillo sin dejar de hablar por lo bajo.
Loki rodó los ojos al ver el tumulto de gente seguirlos hasta la entrada, donde la reina los esperaba calmada e impasible como siempre a pesar de ocultar la preocupación hacia sus hijos y la hechicera, le alegraba haber seguido su intuición y mandar a esos soldados después de verlos partir. Se detuvieron frente a ella y las sanadoras que se encontraban a un lado, se apresuraron a su encuentro para socorrer a los heridos gracias a un ademán de su mano, Loki rechazó la ayuda y bajó del caballo sin más al igual que los otros guerreros que ya habían tratado sus propias heridas y ciertamente no habían sido tan graves más que leves contusiones, por lo que fue en ayuda de la de ojos verdes pero esta ya era ayudada por su rubio hermano, no dijo nada y se limitó a asentir, la reina se acercó al ver que la hechicera ya era atendida.
―Hijos míos, ¿Qué ocurrió? ―abrazó primeramente a Loki con mucha fuerza siendo respondida a los pocos segundos por él
―Pasa que nos desviamos del camino madre, parece ser que alguien lo olvidó―miró discretamente al rubio con sorna mientras la reina dejaba de abrazarlo para dirigirse con el rubio
―No fue culpa mía Loki, lo que pasa es que ya había cambiado el lugar, no era igual a como lo recordaba además hacía bastante tiempo desde que fui...―se defendió el de ojo azul mirando a su madre y al mencionado por el rabillo del ojo abrazando a la rubia mujer
―Chicos por favor―dijo en tono suave la mujer separándose del rubio para mirar a ambos con preocupación
―No fue culpa de nadie, majestad―habló Sif simplemente, a un lado de los Tres Guerreros―la bestia Ornlu nos guio hasta sus dominios para devorarnos, a Loki y Anna especialmente por su capacidad de hacer magia.
―Así fue, majestad―Anna se alejó de las sanadoras un momento para acercarse a ellos―creó una densa neblina para tratar de separarnos, a mí me capturó, pero gracias a los Tres Guerreros, Lady Sif y los príncipes, sigo con vida.
― ¿Y quién mató a la bestia? ―gritó alguien en el público
―Fue Loki―expresó firmemente Fandral luego de unos segundos
― ¡Imposible! ―alguien exclamó
― ¡Él no es capaz!
Comentarios como ese entre otros no se hicieron esperar entre toda la multitud de asgardianos que rodeaban a los que estuvieron ahí, los Tres Guerreros trataron de calmarlos a todos pero fue inútil, la reina veía a su hijo orgullosa y volvió hacia él para darle un nuevo y prolongado abrazo de satisfacción, Lady Sif alzó la voz en un intento vano de hacer lo que sus compañeros no podían, pero hacían de oídos sordos hasta que finalmente Thor con voz imponente y los calló a todos.
― ¡Basta! ―todos lo miraron expectantes―mi hermano fue quien nos salvó, fue él quien mató a la bestia Ornlu, la misma bestia que ha asesinado a varios de ustedes y que no habíamos podido capturar antes, y esto sin su magia, lo que demuestra que es un gran guerrero―la rubia se apartó del pelinegro
―Al caer la noche haremos un banquete en honor al príncipe Loki―habló la reina abriéndose paso entre todos los que se habían aglomerado en torno de ellos―todos están invitados y espero que esto no se repita de nuevo―amenazó con mirada inflexible
________
Todo quedó en silencio después de esas palabras, las sanadoras se llevaron a Anna después de mucha insistencia, el ambiente entre Loki y Thor era menos tenso, ambos se miraron y se regalaron una media sonrisa para retirarse cada quien por su lado, tenía muchas cosas que arreglar para esa noche tan importante para el menor de ambos, quien no estaba muy contento con la idea pero no tenía más opción que aceptar de mala gana tener que lidiar con todos esos pueblerinos molestos que solo sabían menospreciarlo.
En tanto, Anna era atendida por las sanadoras que con mucho esfuerzo la habían hecho entrar a la Sala de Sanación, estaba recostada en una suave camilla donde las mujeres le quitaban y le ponían vendajes nuevos, aun no recobraba del todo su condición, la cabeza a pesar de ya no tener heridas le punzaba y daba vueltas, su tobillo ya no sangraba pero igual dolía y sus costillas ya estaban mejor pues la poca magia que tenía prefería ocuparla para sus heridas más graves, ahora solo debía descansar y mantenerse en reposo durante dos días para estar como nueva, pero debía cumplir con sus obligaciones de asistenta, así que cuando se disponía a levantarse de la cama la puerta fue abierta de improviso.
―Anna, vengo a pedirte disculpas―se escuchó decir desde la puerta― ¿me permites pasar? ―pidió con cierta vergüenza
―Claro Thor, pasa―fingió acomodarse en la cama para ocultar sus intenciones
― ¿Acaso querías escapar? ―preguntó con una sonrisa