No soy consciente de absolutamente nada más tras las palabras crudas que utiliza Billy, tras la manera drástica en que me ha escupido mi discapacidad frente a todo el mundo, lo único que hay a mi alrededor es silencio que me perturba y me enferma, aunque no más que el rostro hinchado de quien busca herirme.
Pero, el siguiente paso lo daré yo.
No necesito zafarme del agarre de Trevor, así como tampoco necesito atestarle una cachetada como le había dicho a Gigi por la mañana.
Con cautela y sin mucho escandalo logro mi cometido.
Mi pierna de titanio que desde hace seis años me ayuda a poder sostenerme y seguir mi vida normal, es mi mejor arma si sé como usarla con idiotas como el que tengo en frente.
Como el que acaba de recibir el jodido golpe de su vida.
—Soy un alma de titanio cariño—le vocifero elevando el mentón—. No te deberías meter conmigo a menos que quieras conocer la verdadera fuerza que tengo.
Lo siguiente que debo presenciar es el rostro contraído por el dolor de Billy que para este momento me importa un bledo la manera en que se queja tal como a él no le importo ventilar aspectos sobre mí.
Aspectos que son la perfecta comidilla para todos los estudiantes de la universidad.
No me he empeñado en esconderlo, es solo que no me siento cómoda llevando faldas o vestidos a la universidad, pero sabría a quién decírselo esperando que lo tomaran como lo que es.
Como una discapacidad con la que yo misma me tengo que vivir y no como una manera burlona de dirigirse a mí o barrerme con los ojos buscando lo que no hay.
Porque no hay pierna izquierda para mi.
Sin embargo, de un momento a otro a mis oídos llegan los gritos de horror que lanzan los profesores quiénes arman más escándalo del que ya había en el estacionamiento sur, pero parecen una horda de policías porque nos llevan prácticamente a rastras a todos los que estamos al centro.
Bueno pienso que a Billy lo llevaran los enfermeros, así como sé que su papá vendrá a defenderlo ante todos, como si de alguien ejemplar estuviéramos hablando.
Burns Burns.
En cuestión de minutos estamos siendo interrogados en una enorme oficina que pertenece al subdirector, mismo que nos observa de manera despectiva a todos los presentes y al decir todos, me refiero a Sebastian, Trevor, los dos amigos de Billy así como su padre que no para de removerse en la silla y por supuesto, yo.
—¿Se está dando cuenta de la acusación tan espantosa que están dando estos chicos sobre mi hijo que está en el hospital? — se levanta el padre de Billy enfurecido mirándonos a todos furtivamente.
—Bueno que esté en el hospital no asegura que sea una buena persona—comenta Sebastian sin mucho interés a pesar de que el señor Burns parece querer arrancarle la cabeza—. Así como que esté estudiando medicina— termina victorioso mi amigo llevándose una papa a la boca mismas que se están compartiendo Trevor y él como si de una película se tratase.
—Señor Jensen— dice le subdirector regañándolo con sus enormes anteojos de un peculiar color celeste—. Le pido que deje de interrumpir a todo el que habla.
—Pues—vuelve a interrumpir Sebastian hasta que la mirada de todos cae contra él y se lleva la mano llena de comida a la boca—. Vale.
—Vamos a tomar medidas muy drásticas con ustedes—nos declara el hombre saliendo de su enorme silla casi presidencial y a paso lento se coloca al centro de la habitación.
—Por supuesto que debe tomarlas—dice el señor Burns.
—Usted señor Jensen queda suspendido por un período indefinido hasta que pueda controlar su temperamento—lo señala haciendo que Sebastian ahogue una sonrisa, no es mentira que odia este lugar así como la carrera que su padre se empeña en que termine, pero aun así quién no parece satisfecho es el padre de Billy realmente parece una fotocopiadora—. Ustedes Ryan y Ben pueden irse— les comenta haciendo que ambos suspiren aliviados—. Las cámaras de seguridad no los apuntan en nada— les aclara y rápidamente se van del lugar—. Usted Trevor—dice logrando que mi amigo de tez morena eleve la mirada—. Hizo bien en mantener a la señorita Keller quieta— felicita a mi amigo que me guiña un ojo desde la esquina en donde está.
—¡Pero si le atestó una patada a mi hijo esa chica! —exclama con enfado el hombre haciéndome reprimir una risilla.
—Su hijo— lo señala—. Será valorado para saber si su carrera a la que respecta es la adecuada —declara el hombre haciendo que la confusión se apoderé de mí.
—¿Y por qué demonios no hace eso con él? —dice señalando a Sebastian—. ¿Qué puede esperar de un tipo como él? —escupe con enojo, pero el castaño ni se inmuta—. ¿Qué hará cuando no gane un juicio? —dice con voz burlona—. ¿Se molera a golpes con el juez y sacara a conflictivos de la cárcel?
—Sí—dice Sebastian llevando su mano hasta el mentón donde se ve apenas una fina capa de barba—. Creo que podría ayudarle en su empresa fantasma de lavado de dinero Señor Burns ¿Qué le parece? —dice ensanchando una sonrisa haciendo que me quede atónita por sus aclaraciones y la manera en que el subdirector las deja pasar.
—Usted señorita Keller —dice girándose a verme—. Se quedará a hacer servicio comunitario por lo que resta del semestre, una hora diaria—me sentencia así que hago una mueca. Le podría haber dado más golpes por los que valiera la pena—. Ahora salgan de aquí—nos indica tanto a Sebastian como a mí.
—¡No puede hacer eso! —es lo último que alcanzo a escuchar de ahí dentro porque Sebastian ha cerrado con fuerza la puerta que nos separa del lugar donde estábamos siendo sermoneados.
—¿Por qué no nos mandó al diablo? —le cuestiono a mi amigo cruzándome de brazos y en ese mismo instante puedo sentir como la mano de Sebastian se posa en mi espalda para invitarme en seguir caminando por los pasillos desolados titubeando en darme una respuesta concreta.
—El hombre que estaba allá dentro es mi tío—acierta dejándome estupefacta ante la aclaración así que giro muy lentamente para observarlo.