No sé cómo reaccionar ante lo desconocido, mucho menos sé que haré cuando tenga enfrente al hombre que sé que me persigue a todos lados provocándome.
Una parte de mi realmente está aterrorizada hasta la médula por encontrárselo, otra quiere verlo y terminar con todo ya.
Lo primero no quiero decírselo a Sebastian que va manejando en su camioneta a baja velocidad para ir en busca de aquella persona que me ha llamado.
Pero no resulta un llamado común, lo presiento.
Sebastian habla sobre de un par de cosas de las que no puedo lograr poner atención y me limito a asentir a todo lo que dice haciendo que su gesto se torne confundido.
En este momento lo único que me mantiene cuerda es el hecho de que mis antebrazos arden como si hubieran decidido quemarme viva diciéndome que la persona que debe despedirse le queda poco tiempo, aunque me he asegurado de que estén cubiertos por la chaqueta de mezclilla para no alterar más a Bash.
—¿Estás bien? —me cuestiona Sebastian preocupado.
—Sí
—Pareces demasiado seria—dice mirando al frente de nuevo.
—Bueno pues este—me señalo a mí misma—. Es mi rostro cuando me preparo en ir por una persona más.
—¿De verdad? —cuestiona burlón—. Ni siquiera sabía que existía un protocolo para decirle a alguien que se va a morir—se encoge de hombros—. Supongo que es eso lo que te hace diferente a los ojos del resto. Por cierto, creo que está por llover hasta el tope—dice observando el cielo.
—Es extraño—le digo con una mueca, pues estamos en verano y Lucerna no es precisamente una ciudad donde el clima sea tan drástico.
—Claro que lo es—asiente—. Parece como si el cielo fuera a caerse en pedazos—puntualiza—. Y no creo que lo mejor sea que te quedes sola por aquí, ¿No crees que pueda esperar ese tal Jerah? —me cuestiona.
Más bien creo que soy yo quien no puede esperar en conocerlo.
—Por supuesto que no—le digo alterada.
—Bien, llegamos—me indica frenando de manera horrorosa en medio de una desconocida colonia.
—Escalofriante—le digo con media sonrisa bajando de la camioneta dando un portazo y sé por el sonido de unos pasos fuertes en el pavimento que Sebastian camina detrás de mí.
Cuando giro para observarlo él tiene el rostro desencajado mientras observa sus antebrazos para después posar su mirada en mí con recelo.
—¡Joder! —grita sacudiendo sus brazos.
Al parecer alguien más tiene un llamado importante, pero agradezco que pueda resolver mis dudas por mi propia cuenta y sin que Sebastian esté aquí.
—No te preocupes—le digo dándole un guiño—. Gracias por el aventón Sebastian—me despido desapareciendo por la carretera.
***
Mi vista está posada en el cielo, en las nubes en tonos oscuros y violáceos que lo colorean. No es que haya empezado a anochecer, sino que se avecina una terrible tormenta así que debería hacer esto lo más rápido posible.
Después de estar sumida bajo el impresionante cielo observo la acera en la que estoy varada, es un área de Lucerna que jamás había visitado y eso que llevo mi vida recorriéndola a grandes rasgos.
Puedo decir que es un área bonita y terrorífica al mismo tiempo, las casas son preciosas y mantienen espacios grandes y recreativos, pero pareciera que están abandonadas por completo.
Solo es cuestión de observar como el césped crece hasta poder llegarte a las rodillas y según lo que he enumerado hay dos casas de veinte que mantienen los focos encendidos.
Sé por experiencia que mi cuerpo por sí mismo se verá guiado en llegar con la persona a la que le ha llegado su tiempo, es bastante extraño que aún siga sin poder acostumbrarme a que puedo sentir que mi pecho vibra de tan solo estar cerca de ellos.
Hay un poder tan grande que me asfixia por continuar la búsqueda, mismo que me dice que estoy acercándome a mi cometido, así que comienzo a dar grandes zancadas siguiendo ese tirón dentro de mí un par de calles más.
De pronto, siento como esa cuerda que nos une deja de estirar.
Se ha ido.
Volteo a mi costado derecho donde se encuentra una casa grande de dos pisos en color rojo y presto mucha atención al hecho que desde la ventana hay una sombra que se mueve nerviosamente, es como si esa persona ya estuviera consciente de que estoy aquí.
Me mantengo quieta con la finalidad de sentir la guía de esa persona o ante cualquier signo de dónde se supone que debería ir, pero no hay nada más.
Parece que se ha perdido.
Con el paso de los minutos comienzo a impacientarme demasiado porque no sé quien demonios es Jerah, así como no sé cómo voy a enfrentarlo por lo que me ha venido haciendo desde tiempo atrás.
¿Se puede reclamar a un casi-muerto?
Corrección
¿Se puede rematar a un muerto?
Porque quiero hacerlo.
Desde que comencé a ser una de las subordinadas de la muerte he acatado las ordenes, había tratado de ser aquello que me gustaría que hicieran conmigo cuando me despidiera de esta vida.
Me he metido en mi papel, he respetado todas y cada una de las reglas, pero hoy quisiera romper la número tres.
3° No puedes utilizar lenguajes inoportunos cuando una persona está en su lecho de muerte, no puedes ponerte a atacarlos por ningún motivo ni querer hacer justicia por mano propia.
¿Entonces debo dejar en paz a Jerah que me ha dado dolor de cabeza desde hace meses?
Lo siguiente que puedo presenciar me hace saltar del susto y esconderme detrás de un árbol con premura conteniendo la respiración.
Eso que se ha escuchado ha sido el trueno más horroroso que he escuchado en mi vida.
Y sé lo que viene después.
Un rayo que pareciera ir en cámara lenta ante mi vista aterriza de manera impresionante en tierra.
¡Pero coño que jamás imaginé que cayera a solo un par de metros de mí!
Puedo sentir como mi piel se eriza hasta la nuca, el poderoso sonido ha hecho que tenga que tirarme al suelo mientras coloco ambas manos sobre mis oídos en la búsqueda de terminar con ese estruendo que puede fácilmente reventar mi tímpano.