Tiempo de gatos

Capítulo 10

Hauska era un muchacho de 18 años, lleno de vida, alegre, con una despreocupación que, quizá para quien no lo conocía bien, rallaba en el desinterés. También eran muchas las voces que confundían su seguridad con la prepotencia. Nada más lejos de la realidad. Hauska poseía realmente un corazón de oro, era el amigo fiel que todos necesitamos cuando las cosas no nos van todo lo bien que quisiéramos, un ser incapaz de servirse de la traición ni de las malas artimañas para conseguir sus fines. En definitiva, un alma noble para quien realmente sabía leer entre líneas su auténtica forma de ser.

Su padre, el inspector Dundan era conocedor del gran potencial que atesoraba su hijo, pero muchas veces no sabía cómo encauzar esa fuerza interior. Desde la puerta lo miraba desayunar con una mezcla de orgullo y preocupación. Entonces reparó, con creciente horror, en un detalle significativo y, levantando la voz, se apresuró a decir:

—¡Hauska, no tienes puesto el Anillo de Vida! ¿Por qué demonios no lo llevas?

—Lo he… perdido —dijo con un hilo de voz apenas perceptible.

—¿Y no me habías dicho nada? ¡Eres un desastre! ¿Es que no recuerdas lo peligroso que puede llegar a ser no llevar correctamente el anillo? Tenemos que solicitar uno nuevo en seguida.

—¡Uf, qué rollo! —protestó Hauska.

 

Hauska y su padre llegaron lo más pronto que pudieron hasta la comisaría de policía de la ciudad, que era el lugar donde normalmente se gestionaba todo lo relacionado con los anillos de vida por razones de seguridad. El resto de trámites burocráticos se realizaban dentro de cada hogar a través de un sistema de sensores que conectaban entre sí miles de millones de datos de todos los ciudadanos con casi cualquier objeto del planeta.

—Buenos días, inspector Dundan. Hoy no lo esperábamos tan pronto por aquí —dijo en un tono que pretendía ser amable un colega con el que se topó en la entrada.

—Si… eh… es que tengo un asunto urgente que resolver —titubeó, entrando con paso rápido junto a su hijo.

              

Alguien dentro de la comisaría les estaba observando. Sin embargo, ni el inspector Dundan ni su hijo Hauska eran conscientes de ello. Ajenos al peligro que en realidad corrían, esperaban pacientemente a que la administrativa de turno anulase las funcionalidades del anillo perdido por si pudiera ser encontrado y ser usado por otro gato de manera inadecuada. Este proceso solía ser rápido, así que se realizó en unos pocos segundos. Luego, el nuevo Anillo de Vida, debidamente habilitado para almacenar millones de datos acerca de las características personales, creencias y otros muchos tipos de información referente al gato en cuestión y a los otros gatos del planeta con los que se conectaba, fue entregado al inspector Dundan, que respiró aliviado.

—Muchísimas gracias, ha sido usted muy amable, y… rápida.

—No hay de qué, inspector Dundan. Es mi trabajo. Que tengan un buen día.

Padre e hijo salieron entonces del edificio. Continuaban siendo vigilados. Y continuaban siendo ajenos a la amenaza que se cernía sobre ellos.



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En el texto hay: profecias, planetas, gatos

Editado: 14.01.2024

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