Tiempo de Gorgonas

Capítulo 13. Bajo la tierra.

Daniele estuvo tremendamente aburrida después de desempacar, hasta el punto en que se replanteó el haber desestimado la invitación de Dylon. De seguro lo estaría pasando increíble con los chicos, mientras ella estaba ahí, tendida en la cama con la cabeza descolgada como si se tratase de algún tipo de cuadro deprimente.

Le encantaría ir a un centro comercial, pasar por las vitrinas admirando los vestidos, memorizando los diseños y las puntadas, solo con la finalidad de crear uno mejor y lucirlo cuando tuviese oportunidad. Además, lo confeccionaría igual, pero con un menor presupuesto, no contar con dinero para comprar telas de alta calidad jamás la detuvo.

Crear vestidos la hacía liberar el peso en sus hombros, incluso le sacaba sonrisas. Pararse delante del espejo y lucir una prenda que sus dedos cosieron, era la mejor forma que conocía para mostrarse cariño.

Lo echó en falta, la posibilidad de sentirse curiosa, exploradora y viva.

Se marchitaba lenta y fría como una flor tirada en el pavimiento.

Un golpecito en su puerta le hizo brindar el corazón.

—Adelante.

La respuesta permitió su madre entreabriese la puerta, fue decepcionante verla, secretamente guardó la esperanza de que fuese Dylon; para su infortunio, su hermano no había llegado y ella, que bien podría estar preparando un diseño o trenzándose el cabello, no tenía ganas de nada que no fuese estar tumbada allí como un oso a punto de la hibernación.

—Dani, cariño, la abuela y yo vamos a salir.

—¿Salir?

Eran pasadas las siete de la noche.

—La abuela quiere reunirse con sus amigas para una baraja de naipes y estarán algunos viejos conocidos —le contó, sonreía a labio cerrado—. ¿Te apuntas? No será tan divertido como una discoteca, pero puedes conocer a mis viejos compañeros de instituto.

—No, gracias.

Sería insufrible estar rodeada de personas mayores que no conocía, además, seguramente le preguntarían por qué se había tinturado el pelo en lugar de dejárselo como el de su madre, sería incómodo e innecesario explicar era su tono natural.

—Dani, sé que es duro para ti, pero estoy intentándolo de muchas formas —le pronunció al entrar en la habitación.

—Haberlo intentado más —se sentó a la defensiva, no iba a estar en una posición desventajosa si comenzaba una disputa.

—Por el amor de Dios, ¿es tan difícil entender? Este lugar es un nuevo comienzo para los tres; puedes estar tranquila y yo estaré tranquila aquí, además, la vida en una ciudad pequeña es más sencilla, el dinero no es un problema porque hasta los víveres son más económicos.

No tenía argumentos para rebatir lo último, sabía lo complicado que había sido para su madre responder económicamente por dos hijos sola, de verdad, ser madre soltera había sido todo un reto en una sociedad machista, la cual miró a Carol como un par de piernas bonitas y no una mujer que deseaba superarse a sí misma. Careció de muchas oportunidades para sobresalir, si prosperó fue gracias a su insistencia y astucia, pero ni así Daniele podía dejarlo pasar.

—¿No te cansas de estar enojada? —preguntó mientras cruzaba los brazos debajo de sus pechos.

—Que tengas buena noche, mamá.

Se volvió a tirar en la cama y le dio la espalda a Carol, por raro que fuese, no tenía deseos profundos de luchar, francamente, estaba lo suficientemente cansada de todo como para eso. Carol refunfuñó entre dientes y se fue, dejando la puerta de su habitación abierta.

Daniele se recostó mejor y espiró desganada, la estaba matando el aburrimiento y la guerra con su madre, por más que odiase admitirlo, la desgastaba cada día más. No era lindo estar enfadada, y no se trataba de que hubiesen sido la madre y la hija perfectas, por el amor de Dios, estaba bien lejos de serlo, fundamentalmente porque Carol no había estado durante muchos eventos importantes de su vida.

Trabajó duramente para que no les faltase un hogar digno, comida y las comodidades básicas que todo ser humano debería gozar; así mismo, si tuviese una cosa para mencionar en las ausencias, esa sería su madre misma. Se levantaba antes de que saliese el sol, se iba trabajar después de prepararles el desayuno y finalmente, volvía la mayor parte de los días lo suficientemente tarde como para que ya estuviesen dormidos.

Podían verse todos los días, pero no hablaban a profundidad de muchos temas que los niños y adolescentes charlarían con sus padres… sintió muchísimo su ausencia, porque cuando bajó su primera regla estuvo confundida y asustada, afortunadamente la psicóloga de la escuela la ayudó y nadie se dio cuenta de la mancha roja en su ropa de deporte.

Carol había sido negada para hablar de temas sexuales y reproductivos, los veía como si fuesen un tabú aberrante. Como si fuese poco con no estar mucho tiempo entre semana, los fines de semana, cuando estaba en casa se dedicaba a hacer las labores domésticas y los reñía constantemente porque debía de haber más orden.

Desesperadamente trataba de acomodar todo a su gusto en dos días.

Daniele pasó la mano por el cabello y se incorporó, tenía calor, por lo que no vendría mal dar un paseo por el jardín.

Descendió perezosamente con las pantuflas que tenían orejitas de conejo y una salida de cama para cubrir su pijama. Sacudió su cabello para desenredarlo y bostezó, quería quedarse tumbada y podía tener pereza, pero no tenía sueño y era eso lo más frustrante. Estiró los brazos al bajar por las escaleras, las luces de la sala no estaban prendidas, solo se iluminaba desde las lámparas del exterior.



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Editado: 06.12.2024

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