Tiempos de Guerra

Capítulo 39 ~ 2003

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¡Hola! Espero que estén bien.

Un par de advertencias para este capítulo: hay discusión explícita sobre la depresión (incluyendo una mención a la autolesión, pero nada gráfico). Como seguramente habrán notado a estas alturas, la depresión de Toni es un punto eje de la historia, así que es algo sobre lo que vamos a estar ahondando bastante en estos caps. 

Pero también quiero recordarles que esta historia NO es una tragedia, incluso si puede ser muy dramática. La depresión de Toni está basada en la mía, y nunca escribiría una historia trágica de ese tipo. El punto de todo esto es la esperanza.

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2003

Los Ángeles, California

 

 

Un nuevo contrato. Dijo Toni. Renuncié a la banda.

Por varios segundos, Chris fue incapaz de decir nada. Las palabras se repetían en su mente una y otra vez, pero él no terminaba de comprenderlas.

–¿Q-qué? –balbuceó. Seguramente había entendido mal. Tenía que haber entendido mal.

Toni respiró hondo, pero cuando exhaló, ninguna palabra salió de su boca. Volvió a intentarlo.

–Renuncié a la banda. –Repitió, esta vez un poco más firme–. Hablé con Carolina hoy y comenzamos a discutir los términos para acabar antes con el contrato.

–P-pero… –Chris se había quedado sin voz. Su mente estaba en blanco.

No dejaba de preguntarse porquéporquéporqué, pero no lo pronunció en voz alta. Él ya sabía la respuesta.

Toni dejó caer la cara entre sus manos.

–Seguramente tardemos un poco en llegar a un acuerdo. Decidimos que sí voy a hacer la gira, y durante estos meses de viaje repasaremos todas las condiciones y detalles. No es algo tan rápido.

–No puedes –soltó Chris irracionalmente, sin pensar–. Toni, no puedes hacer esto.

Toni hizo una pausa, se quedó quieto por varios segundos, y entonces alzó una mirada decidida hacia él.

–¿Qué otra opción tengo? –siseó–. No voy a quedarme aquí a hacerte de testigo en tu boda. Estoy harto de estos juegos.

–Eso no va a pasar. –Insistió Chris. Empezaba a entrar en pánico–. No es una confirmación real. Sólo necesitan aumentar los rumores por un tiempo.

Pero Toni estaba negando con la cabeza.

–Ya no puedo hacer esto, Chris –repuso, no sin amabilidad. Apartó la mirada–. Ya no puedo soportarlo más. Es esto, o enloquecer.

–Podemos arreglarlo. –Suplicó Chris, aunque no se le ocurría ninguna solución–. Podemos hablar con Morgan y…

–Chris. –Lo cortó él–. Ya está decidido.

Pero Chris no podía aceptarlo. Se levantó bruscamente de la mesa, sacudiendo la cabeza. Se dio cuenta de que estaba temblando.

–Es demasiado precipitado, tenemos que…

–Es mi decisión.

–¡No lo es! –chilló Chris, dando un golpe sobre la mesa que sobresaltó a ambos. Lo miró a los ojos con desesperación–. No es tan fácil, Toni. Tus decisiones no te afectan sólo a ti.

Toni ladeó la cabeza. Sus ojos se posaron un instante sobre el puño cerrado de Chris, y luego lo miró con determinación.

–¿Entonces debería quedarme aquí sólo para no herir tus sentimientos? –inquirió sarcásticamente–. ¿Para honrar todas las decisiones que tú tomaste por ambos? La última, por ejemplo. Tres días de vacaciones a cambio de una confirmación de matrimonio, y no te molestaste en pedir mi opinión. ¿Eso te parece más justo?

La respiración de Chris se había acelerado, y aunque estaba enfadado, no pudo evitar avergonzarse también. Bajó la vista.

–Claro que no –musitó, obligándose a relajar el puño. Ni siquiera él sabía qué quería decir–. Es sólo que… Por Dios, tú no quieres esto.

–No te corresponde a ti decidir eso. –Replicó él con sequedad, pero luego inhaló con fuerza–. No, no quiero hacer esto. Pero tú y yo sabemos que no está funcionando. Y no voy a quedarme sin hacer nada.

Chris le lanzó una mirada.

–¿Así, simplemente? –dijo, incrédulo–. ¿Adiós, Chris, renuncié a la banda? ¿Y te parece que está bien? ¿Tengo que aceptarlo sin protestar?

Toni lo observó. Estaba tieso en su sitio; los hombros tensos, las manos en puños sobre la mesa. Sus ojos irradiaban fuego, pero por debajo de eso Chris veía el dolor.

–Yo voy a pelear, Chris –susurró. Habló en voz tan baja que a Chris le costó oírlo–. Me cansé de esconderme. Me cansé de este juego. ¿Estás conmigo o no?

Chris lo miró, aturdido. Tragó saliva.

Toni cuadró los hombros.

–¿Estás conmigo o no? –repitió con dureza–. Ya lo intentamos a tu manera, pero yo no puedo pelear esta batalla con trucos y sonrisas, como tú. No puedo seguir haciendo esto.



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En el texto hay: musica, gay, lgbt

Editado: 18.04.2024

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