Josefina Costa Brava de la Fuente Fernández
(Josey)
Miré el reloj y solo faltaban cinco minutos para que fueran las cuatro de la mañana y ninguna de las chicas mostraba tener señales de querer irse a la cama. Cece tenía la mirada más relajada después de llorar hasta tener que quitarle el vodka y darle un electrolito, pero pese a que los ojos estaban menos hinchados sus ojos exclamaban tristeza vacía.
—¿Ustedes creen que los hombres sigan pensando así? —preguntó Taylor.
“A él no le gustas tanto” había sido la película seleccionada para la noche, Cece creyó conveniente verla después de todo y nadie dijo lo contrario.
—¿A qué te refieres? —pregunté acercando mi vaso a la boca.
—Me refiero a que…— Taylor pensó un poco sus palabras—, la trama se trata del como el hombre piensa que sabe todo de la mujer y la mujer sabe todo del hombre, pero ninguno sabe nada del otro. No se ustedes, pero yo no pienso así.
—Es una película de dos mil nueve, Tay— respondió Maya—, una comedia romántica de los dos miles. Estaba de moda querer casarse en esos años.
—Yo quiero casarme— afirmó desde el suelo Cece.
—Ya lo sé, muchas mujeres lo quieren. Pero ya no es una necesidad, antes si a los treinta no estabas casada se consideraba raro.
—¿Fuentes? —pregunté.
—¿Ninguna ha visto sexo en la ciudad? Esa serie comenzó a finales de los noventa con mujeres arriba de los treinta, si no tenías esposo te daban por quedada y si no querías tener hijos te exiliaban como a un fenómeno.
—Los noventa fueron turbios— dije.
—Ninguna de nosotras tiene treintaicinco— dijo Cece—, no pasamos de los veintidós.
—No es argumento si te refugias en esas películas cada vez que quieres llorar— Maya frunció el ceño.
—Maya tiene razón— Taylor se levantó para colocarse enfrente del televisor—. Díganme una comedia romántica donde la protagonista no se obsesione con un hombre o con casarse.
Mierda.
No sabía si era el vodka haciendo efecto en mi cerebro, pero las declaraciones de Taylor y Maya estaban haciendo clic en mi cabeza.
—Ninguna ¡Exacto! — respondió Taylor ante el silencio—. Muchas mujeres tomaban consejos de estas malditas películas, solo miren a Cece— la apuntó—, ella quería ver está película por algo.
—¿Por qué tu elección, Cece? —pregunté— háblanos desde la perspectiva de un corazón roto.
Ella soltó un suspiro antes de darle el ultimo trago a su vaso.
—Creo que… No sé, esta película es perfecta cuando te acaban de romper el corazón. Me hace sentir menos patética.
—¿” patética”? — preguntó Maya.
—Sí, patética— respondió Cece con la voz un poco irritada, como si no quisiera confirmarlo.
—¿Ven a lo que me refiero? ¿Siquiera estás películas siguen siendo útiles hoy en día?
—¿Te sientes mejor ahora que hace dos horas, Cece?
—Sí… pero sigo pensando que el vodka pudo haber ayudado a relajarme.
Encendí mi teléfono y busqué una lista de las películas románticas más vistas de las décadas, todas, enserio, ¡Todas! Las películas en esa lista tenían algo en común.
Tenían consejos de amor.
De forma indirecta, aún sin desearlo. Todas te mostraban la trama como si te estuvieran dejando una moraleja del como enamorar a una persona.
“Cartas a julieta”
“¿Cómo perder a un hombre en 10 días”
“Quiero robarme a la novia”
La lista era de al menos sesenta películas y las primeras 10 si mantenían el mismo patrón de toda comedia romántica.
“10 cosas que odio de ti”
“27 bodas”
“¿Cómo ser soltera?”
Romance prohibido, romance negado, romance entre enemigos.
Era obvio, mujeres buscaban confort en películas que las hagan no solo sentir acompañadas, sino, que las ayuden a saber que hacer en esa situación.
—¿Tú qué opinas Josey? —habló Taylor sacándola de la pantalla.
¿Qué cuál era su opinión?
—Opino… que necesitamos más que solo la opinión de cuatro despechadas.
Todas mi miraban.
¡Por dios, era tan obvio!
—Necesitamos hacer una investigación de campo, chicas.
¡Unete a esta familia, bestie!
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Se despide, una muy escritora y ocupada Rainy :)