Promesas

En el suelo, cubierto de sangre y con varias quemaduras, estaba el cuerpo del entrenador. Ángela se arrodillo a su lado llorando inconsolable, sujetando la cabeza del entrenador, recordando el último momento en que lo vio vivo, cuando les salvo la vida. El enojo la hicieron gritar tan fuerte como le era posible, gritaba hacia el cielo, maldiciendo a la vida, a los mercenarios, a los antiguos gobiernos, y en especial a Dios, pues si en verdad existía, era un ser detestable que se divertía viendo el sufrimiento de los humanos, como un mero observador.

Así paso varios minutos antes de levantarse, y arrastrando el cuerpo de su antiguo amigo y entrenador, se dirigió al campo de entrenamiento, en el camino pudo ver el cuerpo de sus antiguos compañeros, de los maestros, incluso de niños pequeños, y madres con sus bebes.

Al llegar busco una pala, comenzó a cavar, enterró el cuerpo, y puso algunas flores sobre la tumba.

- Le prometo que lo vengare, no permitiré que esos bastardos sigan con vida después de lo que han hecho, también cumpliré con su última orden y cuidare a todas las personas que lo necesiten – hizo esta promesa frente a la tumba, con lágrimas en los ojos, y después se fue.

En el camino de vuelta intentaba recuperar la compostura, y dejar de llorar antes de llegar a la cueva, pero cada vez que lo intentaba volvían a su mente las imágenes de los niños y sus compañeros de clase muertos, pensando en que esos podrían ser ella y su hermano, incluso puede que sus padres también se encontraran muertos en algún lugar del cuartel, esa idea la hizo arrodillarse de nuevo y golpear el suelo con su puño derecho << Papá, mamá, les prometo que cuidare de Carlos, no los decepcionare>>.

Cuando al fin pudo calmarse, volvió a la cueva, dando un silbido antes de entrar, tal como habían acordado, dentro estaba Marcos terminando de preparar la comida, ayudado por los dos niños. Al ver a su hermanito, se acercó a él y lo abraso tan fuerte como pudo, sin lograr contener las lágrimas, él le devolvió el abrazo y estuvieron así un par de minutos antes de separase y comer.

Terminando de comer, los niños pequeños se fueron a dormir, y Marco le pregunto sobre lo que había sucedido.

- Fuiste al cuartel ¿cierto? –

- Sí, todos están muertos, incluso mataron niños y bebés – apretó sus puños y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

- Lo sé, yo también fui, esperaba poder encontrar a alguien, pero al ver los cadáveres, solo quería que mis padres no estuvieran ahí, así que empecé a buscar – Ángela lo miro con miedo a lo que diría a continuación –, y no los encontré en ninguna parte del cuartel, ni tampoco en los alrededores, por eso sé que siguen vivos y que vendrán a buscarnos – tomó la mano de Ángela y se acercó a ella –, mientras tanto debemos cuidar de ellos – apunto con la mirada a los dos pequeños que dormían tranquilamente.

Ángela se secó las lágrimas y asintió con la cabeza, después se recostó sobre el pecho de Marco y se quedó dormida, pensando en la suerte que tenia de no estar sola, de que él estuviera a su lado.

El día siguiente Marco salió por suministros, y antes del mediodía volvió corriendo, y bastante alarmado, lo que alerto a Ángela.

- ¿Qué paso? – Marco estaba sin aliento por lo que tardó en responder.

- Mercenarios – esta única palabra enfureció a Ángela – están muy cerca y se dirigen hacia aquí, parece que encontraron nuestras trampas para animales – <<Demonios, no puedo creer que fuéramos tan descuidados y confiados>>

- Debemos huir, por la parte trasera de la cueva hay otra salida – le indico Ángela.

Sin perder más tiempo tomaron todas sus cosas y ocultaron toda evidencia de su estancia en ese lugar, excepto por un dibujo que Ángela dejo en el muro, eran cuatro estrellas, de las cuales la segunda era más grande que el resto <<Listo, así nuestros padres sabrán donde buscarnos>>.

Salieron por la parte trasera de la montaña donde estaba la cueva, y caminaron por varias horas, hasta que la noche los obligo a hacer un refugio. Tardaron apenas 15 minutos en construir algo decente, con lo básico para pasar la noche. El lugar en el que se instalaron estaba cerca de un lago, por lo que recoger agua no fue un problema.

Los niños pequeños durmieron en cuanto les fue posible, pero para Ángela y Marco no fue tan fácil, las circunstancias los mantuvieron despiertos y alertas.

- ¿Por qué hiciste ese dibujo en la cueva? – le pregunto Marco.

- Es la forma en que nos comunicábamos cuando vivimos en el bosque, – tomo una vara y dibujo mientras le explicaba – las estrellas representas los puntos cardinales, la primera es el norte, la segunda el sur, la tercera el este, y la cuarta el oeste, la estrella que este dibujada más grande que el resto representa la dirección que tomamos, y si sobre las estrellas se dibuja un techo, significa que allí está el refugio, si es una cruz significa peligro, una diagonal representa un barranco, entre otras cosas –

- Asombroso, ¿Dónde aprendieron eso? –

- Mi padre lo invento, antes era un ingeniero aeronáutico, y estudio en una escuela militar, así que suele pensar en cosas asombrosas, creo que eso es lo que nos permitió sobrevivir todos esos años – a su mente vinieron cientos de recuerdos.

- Se nota que es alguien muy inteligente, seguramente lograra superar todos los problemas a los que se enfrente, incluso a mercenarios – Ángela lo miró directo a los ojos, se acercó más a sus labios, y, dejándose llevar, lo beso.

El beso duro algunos minutos, cuando se separaron se acostaron en el pasto, ella se acurruco sobre su pecho, y finalmente pudieron dormir.

Cuando Ángela despertó los demás seguían dormidos, pero se dio cuenta del gran error que habían cometido al dormirse todos juntos, en un lugar desprotegido, con el fuego revelando su ubicación y ni una sola trampa o alarma alrededor <<Tuvimos suerte, pero no siempre la vamos a tener, debemos estar preparados para todo lo que pueda pasar>>.