Capital de Andromeda - Legion Kronos
Tras varias horas de haber caminado por los callejones mas peligrosos de la ciudad. Me encontré delante de la guarida de unos viejos conocidos, mi propósito era cobrar algunos favores y reforzar las filas del pequeño ejercito que estoy por crear.
Toque el timbre y una pequeña mujer de pelo corto me dejo pasar sin tan siquiera preguntar quien era.
Camine por los pasillos débil mente iluminados hasta la habitación de donde provenía la música, al estar parada en la entrada una voz masculina me invito a pasar.
—Pasa, cariño, prometo no morderte... muy fuerte.
No pude evitar soltar una sonrisa por el absurdo comentario de Max, estaba jugando billar en solitario, acompañado por la muchacha que me abrió la puerta.
—¿Les dices eso a todos tus invitados, incluyendo hombres? —Me mofe de su actitud, los tipos como él siempre me agradaban por alguna extraña razón.
—No, solo las hermosuras como tu merecen ese trato. —Dijo mientras se preparaba para dar un tiro perfecto que me dejaría con la boca abierta, luego intentaría ligarme con su clásico truco del vino y su físico envidiable según sus palabras.
—¿Ah qué debo el placer de tu visita? —Como suponía, su tiro fue perfecto, metió la mitad de los beyquer a los agujeros mientras los demás rebotaban de lado a lado— Mas te vale que hayas traído como mínimo, una caja de condones nena, por que de aquí no sales caminando.
<<Ja, y yo que pensé que Zeta era un idiota, pero al parecer este se lleva el título de idiota por excelencia>>
Su mirada sombría harían temblar a cualquiera, sus torso tatuado; excitaría a cualquier mujer y su actitud posesiva... pues sabemos que me convertirían en su sumisa, lastima que no sea la típica niña ilusa que se rinde ante esos trucos baratos.
—Las malas lenguas dicen que te dedicas al tráfico de esencias, que tu pequeño centro de apuestas solo es una fachada y que le rompiste el corazón a una de mis chicas... entre otras cosas. —Me senté en la mesa de billar mientras usaba un tono bastante coqueto.
—¿Dónde, oíste eso? —Balbuceo, adoptando una posición firme, el sabia que cuando las chicas del club Mavis usábamos ese tono, era para matar o torturar— Cryss, sabes bien que jamás traficaria con la esencia, y mucho menos en el territorio de tu familia.
—Prueba que son solo rumores, y será mejor que lo hagas rápido por que tengo que hacer otras visitas. —Ordene usando el mismo tono y Max fue a buscar algo en su escritorio que estaba tras de él.
—Aquí... aquí lo tienes —Me arrojo un papel en el que estaba escrito un contrato con las fuerzas especiales Cecil, la guardia real de la legión— Ahora soy parte de las alas de furia de la Legión y no soy tan estúpido para meterme en cosas ilegales teniéndolo todo.
—Bueno, si en algo tienes razón es que tendrías que ser un completo imbécil si traicionas a este reino y al club —Camine hasta tenerlo cerca y pegue la punta de mi daga en su pecho— Así que ten cuidado con los pasos que das mi querido Max, respecto a lo otro...
—Sobre eso... —Miro hacia otro lado, admitiendo algo de culpa—No creí que Ashley sintiera algo por mi, hasta que fue demasiado tarde... me vio con otra en la calle Inter, quisiera hablar con ella para arreglar las cosas, claro... si me lo permites.
Una sonrisa sarcástica se pinto en mis labios, no podía negar que me gusto el juego de palabras que eligió para salvar su pellejo, así que le respondí de la manera más amable posible.
—Ya hiciste mucho cariño, así que ahora aleja tus sucias manos de ella o te prometo que te voy a convertir en mujer de la manera más horrorosa que puedas imaginar.
Tras mi advertencia, su confianza disminuyó considerablemente, tuve el presentimiento de que estaba por mojar su pantalones, así que decidí cambiar la tensión del ambiente por algo más agradable.
—¿Tienes algo que hacer aparte de jugar en solitario? —Pregunte mientras le daba la espalda.
—Tenía que esperar algunos tipos que rentaron el lugar para una partida...
—Cancelalo, le daremos una visita a unos bravucones —Le ordene con firmeza.
—Pero...
—¿Dijiste algo? —Interrumpí, dirigiendole una mirada asesina.
—Iré por mi chaqueta —. Dijo sin poner más resistencia.
—Te espero afuera —Dije y antes de salir le di unas palmaditas en el hombro a su acompañante, ya que se encontraba llorando por alguna razón.
. . .
Tras caminar por varias calles al fin encontramos al siguiente tipo qué me serviría para lo que estoy apunto de hacer. Emmanuel, un muchacho al que e llegado a querer como un tierno hermanito.
El estaba sentado en la baranda del puente que tenía vista a toda la ciudad.
—¿Por que tan solo guapo? —Salude y el de inmediato se me abalanzó con intenciones románticas.
Editado: 15.12.2021