Tierra Oscura

CAPÍTULO 11. SIMPLE Y TERRENAL

-No – la respuesta fue rotunda –. Creo que intentaste escapar, pero no creo que ellos solo intentaran detenerte – la mirada de Neil tan parecida a una tormenta, centelló con evidente desaprobación – Hiciste lo que yo mismo hubiera hecho, si llegaba antes. 

Vanya sintió el alivio viajar en oleadas por todo el cuerpo. Su expresión cambio de la tristeza, a la sorpresa para finalmente materializar en una de satisfacción – Eres como un laberinto ¿lo sabías? – Vanya sonrió, pero aquel gesto no se mostró en sus ojos – Rechazas un único argumento que podría resolver el porqué de muchas cosas, solo porque no dudas de Nash – miró a sus manos sobre la mesa, para finalmente volver a encontrarse con la mirada grisácea de él – Una vez tuve a alguien tan leal como tú. 

La tristeza que se mostró con el último comentario fue más evidente, y aunque parecía un comentario que rozaba la inocencia, en Neil burbujeó algo similar a la curiosidad. 

-¿Quién? 

-Él era mi mejor amigo. 

Neil omitió intencionalmente el “él” para procurarse de ello más tarde. Había otro detalle que más le intrigó. 

-¿Era? ¿Qué le pasó? 

La mirada tumultuosa de Vanya miró con extrema fijeza el rostro de él. La agitación de su mirada navegó desde el profundo mar gris que era los ojos de Neil, bajando por su nariz y sus labios. Regresando a una sola mirada donde la fogata ardía, pero el agua no dejaba que se expandiera. 

-No lo sé – dijo finalmente ella, cubriendo esa añoranza en tan poco tiempo, que Neil no supo descifrarla. 

*** 

-¿Tienes algo? – exigió el general a Marik. 

-No señor. En ninguna de las grabaciones de las entradas hay un registro de ella ingresando a la capital. 

-¿Qué hay del sector cerca de la biblioteca que mencionó? 

-El Sr. Bristol reconoció el nombre y describió a la chica, pero ella nunca dio un apellido. Ella comenzó a frecuentar la biblioteca hace dos meses y todos los libros que ella pidió revisar son solo los ya mencionados. 

Con la calma tan característica del general, este se puso en pie. En dos zancadas estuvo frente a la ventana. 

-No hay que confiarse, revisa cada uno de los textos que ella solicitó. 

-Si señor – estando ya abriendo la puerta el general lo detuvo. 

-Solicita material para construir una capsula de retención. 

-¿Dónde se va a construir señor? Para que los ingenieros puedan ponerse a trabajar. 

-No se construirá en la ciudad – el general elevo su mirada en dirección al sur, recreando el incidente de hace diez años – Diles que lleven todo al hangar, que preparen las aeronaves que sean necesarias. 

-Sí señor.  

Marik no preguntó razones de las decisiones del general, por supuesto que él entendía que lo que se vendría a continuación era un baño de sangre, sobre todo para la chica. 

-Es todo, puedes ir – Marik solo dio un asentimiento de su cabeza y se marchó. 

Nash se quedó mirando a la ciudad, su ciudad. Luego volvió elevar su fría mirada al horizonte, esa tranquilidad suya solo era la calma antes de la tempestad. La falta de respuesta solo le ocasionaban molestias, pero pese a lo que la chiquilla había hecho el día anterior, una salida de emergencia se abrió ante él. 

-Después de todo parece ser que la chiquilla es la respuesta que estaba buscando – desvarió en voz alta el erguido y solemne hombre que portaba el título de general, y quien una vez por ese mismo título, masacró tanto a enemigos como aliados.  

*** 

-¿Qué haces? – preguntó Neil cuando entró a la habitación de Vanya sin golpear. 

Vanya saltó del susto, intentaba quitarse el suéter con sumo cuidado. Había conseguido sacar su brazo menos maltratado, pero seguía luchando con el otro lado. 

-Demonios – gritó ella –. ¿Nadie te enseñó a tocar? 

-Lo siento, es la costumbre. Pase un largo tiempo viviendo solo. 

Vanya no respondió, mantuvo su atención en la manga del suéter. 

-¿Quieres que te ayude? 

Ella suspiró mientras dejó caer su brazo libre sobre su costado. Analizó en segundos a Neil y luego accedió. 

-Creó que será lo mejor. 

-De acuerdo. 

Cuando estuvo cerca de ella, alcanzó a ver algunos moretones en su brazo. Reprimió un gruñido y se concentró ayudarla. Con el cuidado con el que la esposa de su padre le había hecho limpiar jarrones de cristal, él rozó como una sombra la cálida piel de ella sin lastimarla demasiado. 

La parte fácil llegó cuando solo quedaba sacar la prenda por la cabeza. Neil se posicionó frente a ella y cuando la prenda dejó por completo su cuerpo, sus miradas se encontraron. Y más que encontrarse se envolvieron la una a la otra, como la primera noche que ellos durmieron juntos. Para Neil la mirada de Vanya podía convertirse en el verano y el invierno a conveniencia. Para Vanya dejarse sumergir en la mirada de Neil era refrescante, después de atravesar infiernos un mar tan vasto y calmo era grato. 

A los ojos de Neil cada parpadeó de ella iba en cámara lenta, notaba sus largas pestañas y juraba que, si no fuera por su mirada que lo mantenía clavado al suelo, las solas ráfagas de sus parpadeos serian capaz de tumbarlo. Cada parte de él le gritaba que se dejara embargar por la sensación de solo existir con ella a su lado. Pero tenía que despertar y las mismas heridas que le retorcían el estómago le contaban que ella solo era una prisionera de su padre. 

-Listo. 

-Gracias – respondió ella apartando la mirada de él. Se alejó de él en medio de tropiezos –. Dime. 




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