-¿Qué?
-¿Qué de qué? – respondió ella sin la seriedad adecuada.
-Deja de bromear, ¿cómo sabes eso?
-¿Saber, qué?
-Sobre los jitomates – Marik sonó algo exaltado.
El proceso de masticado se frenó al instante y Vanya se dio una patada mental por lo que había dicho. Claramente no era algo que ella debía saber.
Se recuperó y su mente trabajo en una excusa rápida.
-No pareces un chico de jitomates – ella se encogió de hombros, restándole importancia para que Marik lo creyera.
El gruñido particular del hombretón, fue la contestación y la charla murió desde ahí.
Marik mantuvo el sánduche cerca por un tiempo, sin probarlo.
Dio un par de miradas a Vanya, su espalda se sostenía sobre la pared y una sola de sus piernas se mantenía recogida, la otra la tenía completamente estirada sobre el piso. Sus ojos permanecían cerrados, como si durmiera.
Desde el día que los gemelos la atacaron, nunca la escuchó del todo quejarse por sus dolencias. Percibía un esfuerzo cuando usaba su pierna lesionada, sin embargo, no una queja.
La ropa que usaba era muy holgada y aun así Marik notaba lo que pretendía ser una estructura de soporte que torpemente servía para mantener, en lo posible, inmovilizada su rodilla. Y por más lacerante que eso fuera, era una clara respuesta de que su lesión no había pasado a mayores, al igual que un indició de que aquella chica sabía poner un hueso en su lugar.
La respiración de ella parecía seguir un patrón claro de alguien que duerme. En otras circunstancias hubiera sido curioso el cómo podía conciliar el sueño de esa manera. Desgraciadamente él conocía la respuesta, debido a lo que consistía su nuevo trabajo.
El general era capaz de garantizar la sumisión de Vanya cuando Neil estuviera consciente, más no cuando él durmiera. Marik se encargaba de mantener un ojo en ella en ese tiempo. Casi nunca era requerido en el transcurso de la tarde, más bien el trabajo iniciaba cuando las luces se apagaban, y terminaba cuando Neil se despertaba.
Él mantenía también una señal que captaba el sonido de lo que ocurría dentro del departamento. En lo que lograba rescatar, se trataba de ella caminando, o alzando cosas. Inclusive algunas veces no se llegaba a escuchar nada, pero sabía que no dormía porque minutos después se escuchaba el sonido de sus pasos retornando a su alcoba.
Marik volvió a enfocarse en la ventana y lo que ocurría fuera de ella. Los minutos corrían y él pasó ese tiempo alerta por cualquier inconveniente.
Finalmente el hambre pinchó su estomago. Bajó su mirada al sánduche en su mano, lo abrió y en efecto no había jitomate. Lo olió, parecía un simple sánduche de mayonesa en toda regla. Se lo acercó a los labios. Solo un mordisco y estaría bien. La primera mordida llevó a la segunda y luego a la tercera, hasta que se terminó.
Marik miró su mano vacía con desconcierto, para luego dirigirla otra vez a la muchacha acurrucada en el suelo.
Suspiró, y siguiendo el ejemplo de ella también se acomodó en un lugar en el suelo.
“¿A qué demonios se refería con <cortesía básica>"
"¿Amenaza la vida de mi hermana y ahora pretende ser amable?”
Ese hilo de pensamiento le hizo recordar lo que Lary le contó sobre el ataque de hace unas semanas. Estaba segura que se trataba de un hombre por su complexión física y su fuerza. Con las amenazas de por medio era fácil asumir que se trataba del cómplice de Vanya. Y aun así, Marik, no tenía nada con lo que podía investigar.
Donde interceptaron a Lary había poca luz por lo que ella no conocía algún detalle singular sobre su atacante. Gracias al anillo de su madre Lary consiguió hacerle algo de daño a su atacante, al usarlo para rasgar la piel en cortes esporádicos. Ese tiempo de duda en su agresor le ayudó a salir del callejón y que la persona que pasaba en ese instante la ayudara.
-Creo que fue mamá, quien me acompañó ese día – le había dicho Lary
-Te sientes así porque fue su anillo el que te ayudó a ganar tiempo.
-Se que fue más que eso – contestó ella rotundamente.
El no le replicó nada más en respuesta, pero no estaba del todo seguro como su hermana. Para Marik solo era aun serie de eventos simples, su entrenamiento en la academia hizo que usara el propio anillo como arma y la ayuda era inevitable dado la seguridad por la que se caracterizaba la capital. O la seguridad que debería tener si no fuera por el austral.
Investigó la zona donde se encontraba la biblioteca que la chica frecuentaba, buscando indicios de alguien con heridas similares las que su hermana le describió. No tuvo nada de éxito.
Por toda esa frustración cruzada Vanya le desagradaba.
Nunca han pretendido ser cercanos y Marik juraba que nunca lo harían en el futuro. Y aun así la noche anterior, antes de que el general la detuviera de hablar, el sonido de su voz siendo lastimera cuando hablaba de sus padres, removió un dolor similar en él.
Ahora no solo le desagradaba por su arrogancia, también le molestaba que ella haya conseguido revolver algo, que al parecer, aun no había muerto dentro en su interior.
Añoranza.
***
-Hoy saldremos – le dijo Neil a Vanya, mientras dejaban en orden todo en la cocina.
-¿A dónde?
La actitud de Neil se tornó pensativa, pues realmente no entendía de donde surgía esa idea que tuvo su padre, o por lo menos porque surgía hasta ese momento.
-Ya lo veras.
Ella se encogió de hombros, aunque entendía perfectamente a donde saldrían, después de todo ella había usado esa condición contra Nash.
Vanya solo cambio el chándal azul extremadamente grande, e hizo milagros para que no se le cayeran unos pantalones de nieve. Después solo se puso una sudadera y una chompa enorme para el frío.