Mis ojos se hacen manantiales,
el alma un infierno de lamentos.
Suenan las sinfonías de las aguas
y me pierdo en tristes pensamientos.
Oscurecen los montes celestiales
y siento un nudo en este pecho.
Vuelan tormentosos los paraguas,
lloviendo a cántaro en mi lecho.
Busco mezquinamente algo de silencio
y espinas brotan de mis poros.
Caigo fetal sintiéndome asfixiado
y con el espinoso corazón abatido.
Busco silencio en crepitar de incienso,
pero se sienten fuerte los latidos.
Esta imaginación habla como loros
y me pinta su cuerpo con el otro.
Caigo en penumbra, caigo ahogado,
bajo la sombra de esta tristeza.
Ahora me amalgama la melancolía
y en ella cabalgo acorralado cada día.
Se desdibuja el eterno nosotros
y nace el efímero ellos.
Dejando mi alma sin fortaleza
en cualquier momento seguro estrello.
Escucho la triste melodía
y espero que no me acompañe todo el día
Cansan estos razonamientos
y la imaginación sin querer me hiere.
El viento susurra que ella me quiere,
pero el eco el dolor repite.
Estoy con el alma fragmentada
y siento el vacío y también la nada.
Duelen estos maldito pensamientos
y quisiera estar sólo en blanco.
Ya estoy cansado de estar bajo este banco,
llorando y llorando, pensando y pensando.
Pareciendo duro y por dentro blando,
dejar de llorar, no tarde sino ahora.
Quiero estar bien y reír un poco,
que ya de tanto pensar me duele el coco.
Espero que el olvido llegue sin demora
y que este pana rápido se quite.