— ¿Que haces ahí acostada, Giana? — Tyler se tumba a mi lado en el sofá. — ¿No ibas a ir a una fiesta? — Suspiro con pesadez. Luego de la graduación, mis hermanos en llevaron a comer. No voy a decir que fue lo más maravillo del mundo porque se notaba a kilómetros, la tensión entre los cuatro. Moisés parecía haberse convertido en Stefan. Estaba demasiado cambiado. Bueno, no me sorprendió tanto como el cambio que han hecho Tyler y Stefan.
— Gia, te buscan. — Stefan entra a la sala seguido de Emma. Me incorporo con pesadez haciendo reír a mis hermanos. Emma me mira divertida pero aún así, sus ojos brillan de miedo. No la juzgo. Si yo fuera ella, también estaría nerviosa ante la presencia de personas tan arrogantes y engreídas como mis hermanos.
— Papá nos espera en casa, Gia. — Emma habla y puedo jurar que casi tartamudea.
— ¿Y porque tú padre? — Me levanto de golpe al escuchar a Moisés mientras baja las escaleras. — ¿No vas a responder, Giana? ¡Te hice una maldita pregunta!
— Vete tranquila, Gia. — Stefan interrumpe el repentino ataque de Moisés. — Llama y podemos ir a recogerte.
— No será necesario, yo la traeré por la mañana. — Emma interrumpe a Stefan. — Vamos. — Tira de mi mano y ni siquiera me deja despedirme de mis hermanos. No sé describir mi estado de ánimo en este momento. No tengo ganas de ir a la fiesta, quería irme al panteón, pero, ya es bastante tarde y me causa escalofríos la idea de estar sola entre muertos. ¿Que hago? No tengo ni la valentía ni tampoco los ánimos para presentarme en esa fiesta. No estoy lista y tampoco quiero andar curioseando algo que yo sé de sobra, no va a resultar bien. Al principio, no dude en responder que iría, pero, ahora no quiero. Tal vez si me hubiera encerrado en mi habitación, luego de la comida, como ordenó Moisés, ahora no estaría en el auto de Emma, en dirección a una fiesta que no en llama ni poquito la atención.
— Ya tengo tu disfraz y, te aseguró que va a gustarte mucho. — Hago una mueca de insuficiencia ante las palabras de Emma. — ¿Que pasa, Giana?
— No quiero ir. — Vaya, eso fue más sencillo de lo que pensé. — Es que no quiero continuar con esto, Emma. Quiero sacar a anónimo de mi vida y tiene que ser a como dé lugar.
— Se como Cenicienta, entonces. Solamente dale esta noche y luego, si no quieres, terminas todo y ya esta. Te aseguro que anónimo lo entenderá. — Evito su mirada chantajista mirando por la ventana de su auto. Como Cenicienta,¿verdad? ¿Y después? No puedo solamente salir corriendo y olvidarme de todo. Aún falta mucho para irme a Londres y sinceramente, anónimo va a seguir allí. Justo detrás de mi, porque también él tiene una beca. Creo que me volveré loca si no descubro quién es. Con Royer me quedo claro que no es él. Además, ¿porque siquiera lo considere? Nosotros definitivamente no encajamos. Dominick es demasiado egocéntrico y arrogante como para ser él, el tipo detrás de las tiernas cartas de mi casillero. Charlie es divertido y juguetón, pero, no veo que podemos tener nosotros en común. Mucho menos Daniel. Diablos, mi cordura se está llendo al carajo porque necesito saber quién es el tipo detrás de esas cartas. Me queda claro que cuando estoy emocionada por una carta nueva, soy una Giana, totalmente distinta. Debo estar volviéndome loca como para querer verlo de una vez por todas.
— Y llegamos. — Canturrea Emma mientras bajamos de su auto. La verdad es que no me sorprende tanto lujo. Si mal no recuerdo, el padre de Emma y Rogelio, es tanto o un poco más millonario que mi familia. Es un gran empresario. Socio de bastantes compañías con distintos propósitos y claro, también posee un título de arquitecto, por eso las carreras de sus hijos. Su casa es mucho mas linda y cálida que la mía; eso es algo muy notable. Me causa cierta melancolía saber que yo no crecí en un ambiente como este y que probablemente nunca pueda tener algo así con mi familia. Ellos son tan fríos y poco vulnerables a asuntos del corazón. Son todo lo contrario a mi. En momentos como estos, en verdad deseo que mamá estuviera viva.
— Tenemos suficiente tiempo para arreglarte antes de que la fiesta comience. — Asiento hacia Emma. — Mira, esta es mi habitación. — Me arrastra dentro de un cuarto e interiormente me veo muriendo de risa. Dudaba de la cordura de Emma, pero, jamás imaginé que fuera una fanática de boybands como The Vamps o Imagine Dragons, mucho menos de algo como Uncanny¹. Además de que bueno, hay demasiado rosa chillón y azul pastel en las paredes. Después de un pequeño tour por su habitación, me obliga a lavar mi cabello para no sé que diablos. Obedezco un poco ante el entusiasmo de Emma. No me causa miedo que vea mis marcas, sobre todo porque yo las veo mucho más crueles de lo que en realidad son. A penas tengo algunas marcas rojizas muy pequeñas, porque la paliza es reciente. Seguramente en un par de semanas no habrá nada y nadie podrá saber mi secreto. Ese es mi único consuelo. Al terminar, me coloco una bata que Emma me presta y salgo del baño con el cabello húmedo, pero, listo para lo que mi loca amiga quiera hacer con el. No me niego a su “cambio de look” porque la verdad, sé que quedaré bien. Emma es buena con ese tema así que no me dejará mal. En el espejo veo como caen mis mechones de cabello cuando Emma lo corta. Queda a penas dos centímetros por debajo de mi oreja y siento que con cada mechón que corta, una parte de mi, comienza a liberarse. No lo voy a negar, me gusta como quedo, sobre todo porque me veo como una niña libre de ataduras. Ahora Stefan no tendrá razones para molestarme por mi cabello largo y despeinado.