Toda una vida ( Trilogía Destino #3) (2014)

CAPÍTULO 4

Cuando abrió los ojos eran las siete de la mañana, era Lunes. Empezaba su primer día de trabajo. Desde siempre le costaba la misma vida levantarse temprano, con bastante desgana lo consiguió, darse una rápida ducha y vestirse. Cuando miró de nuevo el reloj eran las siete y veinte, cogió su bolso y salió de casa. Casi milagrosamente consiguió un taxi sin esperar demasiado tiempo.

A las ocho en punto estaba entrando por la puerta del periódico, aunque su cita no era hasta media hora más tarde. Decidió irse a la pequeña cafetería que estaba junto a la puerta principal del edificio. Estaba de los nervios así que en vez de pedir café, pidió una tila, se la bebió de un trago y eso que estaba casi hirviendo. Empezó a observar el que a partir de ese día sería su entorno de trabajo. Era oscuro y lúgubre ¿Cómo podían trabajar en aquel lugar? El personal iba llegando con caras largas y serias y se ponían a trabajar como autómatas. Nadie hablaba con nadie más de lo necesario. «No me extraña que la gente se deprima en este sitio y pida la baja» Pagó su consumición y consultó su reloj, faltaban cinco minutos para su cita con una tal Patricia Menéndez.

—Perdone—preguntó a una mujer cincuentona que se encontraba en la recepción—Tengo una cita con Patricia Menéndez ¿Me podría decir dónde encontrarla?

—Segunda planta, tercera puerta a la izquierda—le respondió como una autómata. Después se dio media vuelta y la dejó casi con la palabra en la boca.

Lentamente fue caminando hasta las escaleras y subió las dos plantas, cuando terminó se subir, las vistas no mejoraron en absoluto. Una vez llegado a su destino, tocó a la puerta, una voz femenina le dijo que podía pasar.

—Buenos días ¿Se puede?—preguntó cautelosamente.

—Sí, claro pasa—la otra mujer le sonrió y la invitó a sentarse frente a ella— ¿Eres Nerea, no?—la joven asintió—Mi nombre es Patricia pero puedes llamarme Patri. ¿Estás un poco tensa a que sí? Este sitio es deprimente, pero mi hermano es un tacaño y no tiene la más mínima intención de lavarle la cara.

Estaba un poco abrumada, aquella mujer hablaba hasta por los codos pero parecía simpática. Estaba bastante impresionada porque era tan joven como ella o incluso más, eso la relajó un poco.

—Bueno lo importante es que se pueda trabajar, la estética es lo de menos. Sí estaba un poco nerviosa la verdad—sonrió por primera vez en ese día.

—Me alegro, reconozco que a mí me pasó algo parecido cuando tuve que venir a ayudar en el negocio familiar al terminar la carrera. Perdona hablo demasiado y tú has venido aquí a conocer como funcionamos. Cuéntame ¿Qué puesto ocupabas en tu antiguo trabajo? Es que he traspapelado tu curriculum ¡Ves, soy un desastre!

—No te preocupes, mi puesto anterior era de jefa de redacción. La verdad es que entré como una simple becaria y tras años de esfuerzo y sacrificio llegue hasta ahí.

—¡Vaya!—la chica resopló—Después de ese puesto tan importante me temo que volver abajo del todo no te va a resultar nada fácil.

—Lo sé, pero quiero volver a empezar y esta vez hacer las cosas bien—se retiró el flequillo de la cara—Sé que va a ser duro y ocupará muchas horas de mi tiempo pero me muero de ganas por empezar.

—Entonces no hay más que hablar, es puesto es tuyo Nerea.

Después de una semana de trabajo, Nerea se sentía un poco molesta, la trataban como si no tuviera ni idea de lo que estaba haciendo, cuando ella misma sabía que no era así. Pero no le quedó más remedio que tragar si quería conservar su trabajo. Estuvo haciendo reportajes de poca relevancia pero estaba siempre arriba y abajo buscando contrastar todos los datos. Quería cerradles a todos el pico con hechos. Su único apoyo era Patri, aunque era demasiado despistada y parlanchina era la única que la apreciaba y la ayudaba en todo, se podría decir que habían hecho buenas amigas.

Dan observaba como su amiga del alma las estaba pasando canutas. La pobre se iba Cristo amaneciendo y volvía de noche. Habían coincidido poco en aquellos días así que tuvieron poca comunicación. Llegó el sábado y él libraba aquel fin de semana, así que se propuso sacar a su querida Nené de su estresante vida de trabajo, trabajo y más trabajo.

—¿Tienes planes para hoy?—preguntó mientras ella seguía sumergida en sus apuntes.

—Sí, mira—dijo levantando un montón de papeles—Todo esto tiene que convertirse en un artículo que ocupe un folio. ¿Cómo lo hago?

—Pues hoy desde luego que no—se los quitó de las manos—Vamos, que hoy cenamos fuera, ¡Yo invito!

—¿En serio?—preguntó mientras se quitaba las gafas—No sé la verdad tengo mucho lío y…

—¡Basta de excusas! Tienes exactamente una hora para arreglarte y todo lo que hagáis las mujeres para salir, así que ¡Tiempo!

No le quedó más remedio que reírse, Dan era un cielo, las noches que llegaba antes que ella, le preparaba la cena y recogía todo lo que estuviese desordenado. Incluso una noche intentó ver una película con él en la televisión pero sólo vio los créditos del principio y cuando despertó eran las tres de la mañana y estaba en su habitación. En cierto modo le debía esa cena y pasar una noche como un par de jóvenes que al fin y al cabo es lo que eran.

Llegaron a una tapería andaluza, no era lo más glamuroso del mundo pero se comía bastante bien. Y era barato.




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