And everybody's watching her
Y todos están mirándola
But she's looking at you, ooh...
Pero ella te está mirando a ti...
Fue la peor idea, la música y todas las personas con las que casi debíamos arrastrar junto a nosotros ya me estaba sobrepasando y lo peor de todo era que recién entrabamos al lugar.
La idea de Sarah y el permiso del abuelo fue un pase libre al infierno y estaba justo en el epicentro de las llamas.
En uno de los sillones me encontraba yo, con una botella de soda ya casi vacía en la mano y cuidando que nadie se sentara a mi lado. Sarah bailaba junto a Brandon lejos de mi y sabía que solo era el mal tercio que, aunque no quisieran aceptar, era.
—Pero si es la entrometida Bella, ¿Qué tal hermosa? —miré a la chica de melena negra que tomó asiento a mi lado, acto siguiente decidí no responder. —, no quieres hablar conmigo —asumió.
¿Entrometida?...
—Se están divirtiendo Piera, no lo arruines —respondí pero sin dejar pasar aquello.
—Brandon me invitó.
Ignorándola asentí y me levanté a la barra por segunda vez en la noche.
Cuando estuve en uno de los taburetes vi a Piera sentada donde mismo mirando en dirección a la pareja, parecía triste. —¿Agua esta vez? —preguntó el chico de la barra.
—Si, no quiero emborracharme.
—La soda no te convertirá en una ebria —comentó.
—Créeme no correré ese riesgo.
—Sería un poco surrealista, debes estar muy aburrida...
—Me estoy divirtiendo bastante —mentí.
Me entregó la botella de agua y dudé en volver hacía Piera, lo cierto era que muy agradable no era encontrarse a su lado, de su boca salían todo tipo de palabras que apuntaban a tus defectos o situaciones que estúpidamente hayas decidido contarle tiempo atrás. Piera disparaba veneno en cada palabra que abandonaba su boca y, sabía cosas que no debía.
Y no, no parecía ser ella la antagonista en mi vida.
—Creo que es hora de irnos —se acercó a mí Brandon junto a Sarah de una forma abrupta.
—¿Qué ha pasado, es porque Piera está aquí? —pregunté mientras me levantaba junto a ellos.
—¿Piera está aquí? —preguntó Sarah alzándose para buscarla entre las personas.
Cada uno estaba agarrado a uno de mis brazos mientras me arrastraban casi volando directo a la salida.
—¿Porqué nos vamos tan rápido? —grité por sobre la música.
—Te lo explicaré más tarde —respondió Brandon.
De pronto entonces el aire me atravesó el cerebro si eso era posible. Ya estábamos afuera del super club Malibú cuando fuimos testigo de una de las peleas más épicas del mundo, aunque la violencia no era la forma habían dos gatos arañándose entre sí, minutos después ya finalizada parecían y seguían siendo los más tiernos del mundo. Se fueron juntos.
Caminamos una cuadra y no tenía ni la menor idea de a donde siquiera nos dirigíamos. —De verdad, deténganse. ¿Qué ha pasado? —. Pregunté cuando ya no soportaba el silencio.
—Él estaba allí... —comenzó a decir Sarah.
Enarqué una ceja.
—¿Quién? —inquirí.
—Alex, él estaba junto a una chica justo a tu lado y no lo notaste y el tampoco a ti. Eso es todo —soltó de golpe Brandon.
—¿A mi lado? —cuestioné. —, imposible, lo habría visto. Quizás lo han confundido —asumí.
—No.
—No lo hice —respondió Brandon.
Caminé mientras tomaba aire unos segundos y lo saqué del bolsillo de mi chaqueta. Era necesario al menos una vez al año y estaba haciendo uso de la única oportunidad que tendría.
Lo encendí y lo llevé a mi boca, la sensación de tener el pecho inflamado por la sustancia era única y aunque era algo que la abuela me había prohibido sabía era mi salvación de horas.
Sostenía el rollo de marihuana entre mis dedos cuando llegué a ellos nuevamente, la supuesta relajación de la que hablaban estaba subiendo a mi cabeza ya casi controlándome. Los reflejos de ira se paseaban entre mis opciones, quería volver adentro y mostrarle lo bien que se me había dado estar sin él.
—Bella...
—No, no digas nada. Estoy bien y solo quiero volver allí y sentirme bien por todo esto. Solo ayúdenme una vez en su vida —murmuré.
Nada salió como quería.
Estaba drogada, con mi ex novio que se encargó de dejarme e irse con la chica que fue su segunda novia durante media relación, un bartender que no dejaba de lanzarme miraditas y dos amigos enamorados entre ellos, qué mas podía hacer que no fuera llorar mientras bailaba alguna canción de Rihanna que no trataba exactamente de desamor.
Volví a la barra y agradecí que Brandon y Sarah lo entendieron, me dejaron allí y aunque estaba bajo sus miradas cada diez segundos el ánimo estaba un poco más arriba, ellos se estaban divirtiendo.
No logré divisar a Alex hasta media hora más tarde en la que ya le había contado la mitad de la historia al chico de la barra, fue en ese momento cuando se acercó a por un trago.
—Una lata de Coca cola y una cerveza —pidió a Max, mi amigo de la barra.
Estaba en la etapa que parecía ser la única en atravesar; hablar. No había nadie más que dijera todo lo que había pasado en el día o ciertas cosas que debía desembocar en el periodo de sublevación.
—¿Quieres un vaso? —preguntó Max cuando arrastró por la barra lo que había pedido.
—No, está bien.
—A ella no le parecen seguros los vasos, podrían meterle algo a su bebida—hablé volteando mi silla hacía él. Su expresión cambió.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Cuestionó.
—Esa pregunta es la que tengo que hacer yo, te vas sin despedirte, me entero de que estuve en una relación contigo siete meses, me engañaste cinco y vuelves... —tomé una larga respiración, debía relajarme —, vuelves aquí con la hija de la mejor amiga de tu madre. ¿No es extraño?.