Capítulo 10

Viernes. Era el día donde mas tiempo pasaba en el instituto y apestaba en cierta manera porque tenia un libro lleno de pistas que tenia que resolver. Ayer no había podido echarle un ojo en todo el día, termine de hablar con Jude muy tarde y me quede dormida. Tendría toda la noche para resolver el otro acertijo.

Termino de ponerme el uniforme, hoy hacia algo mas de frio, porque ya estábamos llegando al inverno, y decido entonces ponerme el abrigo inflable para no estar temblando como una hoja. Acaricio a Otelo antes de salir del cuarto y me voy directo al comedor. James y Aaron ya se encuentran desayunando, pero de mi padre no hay rastros.

—Buenos días —saludo decaída, y me siento.

—Buenos días —Aaron es el único que contesta.

Charles entra para servirme el desayuno y me entrega mi lonchera. Antes de retirarse me susurra al oído que esta vez no me haga la tonta y coma mi almuerzo. Me maldigo porque había olvidado de sacar mi almuerzo ayer, pero después de la crisis de llanto no podía ni siquiera pensar en comer algo. Asiento con la cabeza cuando se aleja y le doy una sonrisa para que se tranquilice.

—¿Sabes donde esta papa? —pregunto, mirando a James.

—Trabajando, se fue temprano esta vez —contesta serio.

Alto tenia entre manos, lo sabía. Mi padre trabajaba demasiado, pero estos últimos meses la cosa se había agravado. Había veces en que no venia a la casa por casi dos días enteros. Tendría que hablar con Adam sobre eso.

Para mi sorpresa, termino todo el plato sin siquiera darme cuenta. Charles entra para avisarnos que Adam esta esperándonos y nos levantamos para salir. En la camioneta, Aaron me deja pasar primero y se sienta, para mi incomodidad, muy cerca mío, rozando su pierna con la mía y hasta su hombro. Lo miro de reojo y lo encuentro mirándome de lleno. Miro al frente, nerviosa y tragando saliva. Podía sentir su aliento chocando con mi mejilla y sentía que a mi se me iba el aire. Todo el resto del trayecto se la paso pegado a mí, pero hablando con mi hermano como si nada

Soy la primera en bajar, sin saludar a Adam y menos sin esperarlos a ellos. Antes de llegar a mi taquilla, recuerdo que tengo que anotarme en el bendito club de química. Me quedo quieta en la pizarra de anuncios, mirando con desconfianza a mis lados, en temor de que alguien me mire. Garabateo rápido mi nombre, de manera desprolija hasta podría decir. Miro al costado de la hoja, el club de cálculo, el del señor Lawler. Me remuevo un poco, y antes de que me arrepienta, me anoto también en ese. Salgo disparada hasta mi taquilla, esquivando a algunos alumnos que están en medio del pasillo hablando como si nada. Tomo mis libros para la clase de historia contemporánea y mi horario de clases. Todavía no me lo sabia de memoria y los numero de aula menos, no quería entrar a una clase equivocada y pasar vergüenza.

Llego al salón, que se encuentra casi lleno y trato de no temblar cuando casi todas las miradas caen en mí. Sostengo con fuerza los libros contra mi pecho y busco un lugar libre, pero los únicos disponibles están al frente. Decido, entonces, en dejar de ser el centro de atención y me ubico en primero de la fila contra la ventana. El profesor entra, callando a todos y se presenta. Nos indica los trabajos del año y nos pide que saquemos una hoja para un examen sorpresa que vera como estamos académicamente a comparación del año pasado, porque él no impartió la materia el año anterior. Escucho a algunos quejarse en voz baja y hago una mueca cuando deja la hoja llena de preguntas sobre mi mesa. Tomo mi bolígrafo, y comienzo a leer todos los puntos. En total son 6 y se centran básicamente en la historia de todo el Reino Unido, incluyendo Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Trato de ser lo más prolija que puedo y luego de 30 minutos, me levanto para entregar mi examen.

—Puedes esperar aquí, Tessandra, lo corregiré en un minuto —me sonríe.

Espero pacientemente, sin mirar la hoja para que note lo nerviosa que me encuentro. Luego de un par de minutos, levanta la vista y vuelve a sonreírme, esta vez mostrando los dientes.

—El director me comento que quieres estudiar arqueología, ¿sabes en que universidad?

—Todavía no, había visto el programa de la universidad de florida y me llamo la atención.

—Si piensas en estudiar aquí, la universidad de Oxford tiene un excelente programa. Se le da puntos extra a los estudiantes que estén en el club de historia.

Lo miro indecisa ¿anotarme en tres clubs no era demasiado? Tenia que pensar en las otras asignaturas, en no atrasarme con los trabajos y en estudiar para los exámenes. Era mucha carga y demasiada presión sobre mis hombros.

—Piénsalo bien, Tess. A fin de año hay una competencia a nivel nacional en Oxford, te dará puntos extras, además, si ganas y participas activamente en el Club. —me anima —. Hasta puedes conseguir la beca.

—¿Dónde me anoto?

Sonríe, emocionado y me da la hoja para poder poner mi nombre. Veo que nadie esta anotado y hago una mueca porque mi nombre estaría primero que todos.

—Has hecho una buena elección, estoy emocionado que estés dentro —asiento —. Puedes irte a tu siguiente clase, tienes un sobresaliente.

Anota un 10 en la esquina y lo firma antes de guardarlo. Voy por mis cosas y sin mirar a nadie, lo saludo y salgo. El pasillo está desierto y camino con calma ha dejar mis libros y tomar los otros. Tenía alemán, y de solo pensarlo mi cabeza dolía. Tenía que pedirle ayuda a Mila. Sabia francés, lo hablaba con fluidez, pero el alemán era mas complicado, prefería estudiar español.

En el salón, que se encuentra vacío por supuesto, las mesas son de a dos. Elijo la que esta al final de la clase, junto el gran ventanal que iba del techo al piso y espero los 10 minutos que faltan para que la clase comience.  Mato el tiempo escribiendo algo, hoy estaba inspirada y tenia que aprovecharlo. Solía escribir ensayos, reseñas y obras de teatro, pero me gustaban mas los poemas. Mi madre me heredo ese amor por los poetas de todo el mundo, aunque tenga una lista de favoritos, siempre leía muchos que eran nuevos y jóvenes.