Son
—Venga ya. ¿Cómo vas a tener tres riñones? —es imposible que una persona tenga tres riñones. Estoy atónito ante esto, quiero pruebas, quiero verlo por mis propios ojos para ver que eso es verdad.
Consigo ahora hacerla reír. Ella lo ha hecho antes y es lo mínimo.
—¿Puedo confesarte algo? —necesito decírselo.
—Si dime…
—Hacía tiempo que no estaba tan agusto con una persona como contigo, eres diferente al resto —trato de mantener la mirada pero enseguida se me va al cielo.
—Gracias. Yo también puedo decir lo mismo, no eres tan raro como dices salvo una cosa.
—¿Que cosa?
¿A que querrá referirse? estoy con la duda.
—Por favor quítate esas chancas y ponte unos deportivos —se sincera mientras se echa a reír sin límite. Aunque se haya metido conmigo yo no puedo también reirme con ella.
—Ahora que estamos agusto y estamos tratando de olvidar a dos cabronazos que ni siquiera merecen la pena decir su nombre te puedo decir el sueño que me gustaría algún día cumplir.
—¿No será hacerme llevar zapatillas? —trato de hacerle entender que no me ha sentado mal su comentario.
Aunque no se que hay de malo en llevar unas chanclas de plástico con lo cómodas que son. Es lo que más rápido se pone y no tienes que llevar calcetines. Son todo ventajas.
—No tonto, mi mayor sueño es ir a California. Me encanta esa ciudad es el sueño que he tenido siempre pero creo que nunca voy a poder ir —enseguida la observo y me doy cuenta como cae una pequeña lágrima de sus ojos.
—¿Por qué te castigas tanto? —ahora soy yo quien le devuelve la pregunta mientras suelto una carcajada.
—Por suerte la vida no sabe lo que te deparará, hoy estamos aquí pero mañana nadie sabe dónde estaremos.
—Llevas razón, voy a luchar por mis sueños cueste lo que cueste —se levanta y se hace la promesa a sí misma, casi se lo hace al vacío que tenemos entre la montaña y la gran altura hasta el suelo.
De nuevo vuelve a sentarse. Me mira y suelta una leve sonrisa mientras se va acercando lentamente.
¿Que está pasando? está a escasos centímetros de mi.
¿Se me ha terminado de ir la cabeza? ¿estoy soñando?
Decido dejarme llevar, nunca me he dado un beso con una chica. Cierro los ojos, no sé lo que está pasando a mi alrededor. No noto sus labios.
—Eh. ¿que hacéis aquí? —de repente una voz adulta invade nuestra posición. Enseguida abro los ojos y vuelvo en si.
—Perdón…
—No podéis estar ahí, es peligroso, os podríais caer, ¿habéis sido vosotros quienes han gritado? —pregunta refiriendo al grito que ha hecho Amber hace unos minutos.
—Si, he sido yo. Ya nos vamos —enseguida Amber más roja que un tomate se levanta y pasa por su lado.
Yo la sigo sin poner ninguna pega. En nada llegamos hasta su casa, es increíble como ha dado de sí toda la tarde, desde que Amber se ha enfadado conmigo a hallarnos aquí los observando quietos como la luna da toda la luz que desprende.
—Bueno —rompe el silencio que se ha generado.
—Bueno…
La imito porque no me salen las palabras después de lo que ha pasado.
—Mañana nos vemos ¿vale? —pregunta mientras asiento incluso antes de que termine.
No soy capaz de dar una respuesta a lo que ha ocurrido.
Rápidamente cierra la puerta y yo me doy la vuelta y pongo rumbo a mi casa,
¿Enserio he estado apunto de darme un beso con Amber? no puedo creerlo, si somos polos opuestos además ella esta enamorada de Hector y nunca se fijaria en un chico como yo. Ella que es deportista y yo que el mayor deporte que hago es bajar y subir los escalones de mi casa.
Trato de asimilarlos, como puede ser… Si yo estoy enamorado de Sophia.
¿O no lo estoy?
Hace apenas cuatro horas me iba a declarar a Sophia justo antes de encontrarme que sus labios estaban junto a los del cabronazo de Hector.
¿Por qué ahora dudo?