Todas mis razones para quererte[completa]

Capítulo 36

Son

Amber ha traído una bolsa un tanto sospechosa aunque conociéndola supongo que será para algún familiar o alguna amiga suya. Seguro que ya está preparando todos los regalos para navidad. A mi nunca me regalan nada. Desde que soy pequeña ya me acostumbré a que llegasen las navidades y que no tuviese nada por ningún lado. Cuando era más pequeño era tan iluso que incluso me recorría toda la calle buscándolo por si lo había escondido pero al final nada.

—Bueno, creo que por hoy ya es suficiente —rápidamente cierra el portátil.

Está claro que lleva prisa porque tiene pinta de que se quiere ir.

—¿Nos vamos? —sus ojos buscan complicidad. Yo le reafirmo con la mirada.

Salimos fuera. Hace bastante frío. La nieve de invierno provoca que se haya formado cinco dedos de capa de nieve. Se me ha olvidado la chaqueta en mi casa porque me he quedado dormido esta mañana y he tenido que salir corriendo. Cuando me vean mis abuelos me van a matar.

Llegamos hasta su portal. Me pilla de paso para ir a mi casa.

—Bueno Amber. Yo me marcho. ¡Feliz Navidad!

¿Pero que digo? Yo deseando feliz navidad a alguien. Definitivamente me he vuelto loco.

—No espera —añade mientras me detiene en seco.

No me lo esperaba para nada.

—Esto es para ti —declara mientras extiende su brazo derecho para darme la bolsa que ha traído y que lleva toda la tarde encima y que yo he intentado averiguar lo que había dentro pero finalmente no lo he logrado.

Enseguida cojo la bolsa. La abro y cojo lo que hay dentro. Es un regalo… esta con papel de regalo rojo con decoración de navidad. 

Comienzo a quitarle el papel de regalo con cuidado. No quiero romperlo mucho porque no se que hay dentro.

Enseguida observo que es una caja de unas zapatillas.

Levanto cuidadosamente la tapa y observo que son unas zapatillas negras. Concretamente unas COnverse de color negro y cordones blancos. Son altas. Nunca me he puesto una de estas pero he de reconocer que me gustan bastante.

Creo que lleva fijándose bastante tiempo que siempre llevo el mismo puesto. Siempre llevo unos zuecos. La verdad que ya me he acostumbrado pero es realmente porque no tengo dinero para comprarme unas zapatillas en condiciones.

Es la primera vez que alguien me regala unas zapatillas. Realmente pienso que es la primera vez que alguien me regala algo. Sin contar las veces que mi abuelo me lleva a la tienda barata de su antiguo barrio para comprarme las dos cosas que necesito pero no le culpo a él. Demasiado hace con su pequeña pensión. Creo que en mis pensamientos a veces le castigo demasiado cuando eso en teoría tendría que ser responsabilidad de mis padres pero uno por desgracia falleció y mi madre ya sin desgracia desapareció cuando yo era aún pequeño. Las zapatillas son increíbles. Menos mal que me pongo calcetines con los zuecos para poder probarmelas. Creo que en el fondo le hará ilusión que lo haga.

Enseguida le quito el papel que llevaba dentro y comienzo a probarmelas. También me sorprende el ojo que tiene y como se ha fijado que número de pie que tengo porque jamás se lo he dicho. Me quedan perfectas. Un poco sueltas pero voy bastante cómodo.

—¿Que tal? —pregunta con ternura.

—¡Me quedan genial! —le respondo mientras me acerco a ella y comienzo a abrazarla fuerte.

Ella enseguida responde poniendome los brazos detrás de mi espalda.

Me quedo paralizado completamente cuando me doy cuenta de lo que está pasando.

¡¡¡Estoy abrazando a Amber!!!

¡¡¡Y ella me está abrazando a mi!!!

Enseguida mi yo de dentro de mi entra en histeria colectiva y no sabe muy bien cómo reaccionar.

—¡Perdón! —me separo enseguida de ella.

Pero… ¿Por qué mierda he dicho eso?

Ella se queda perpleja mirando sin mover ningún ápice de segundos. Tan solo pestañea sus brillantes ojos.

Tengo su rostro apenas a centímetros de mi. Sus labios que huelen a fresa están a escasos milímetros de los míos.

Todo se desvanece por completo y nos quedamos Amber y yo en este habitáculo que acabamos de crear.

—No pasa nada —dice mientras se toca el pelo y se lo va rizando con la mano. Está nerviosa y no sabe cómo actuar.

Enseguida noto como echa para atrás su rostro y todas mis esperanzas se van por completo cuando quería besarla.

Me quedo mirando perplejo mientras ella trata de reafirmarse.

—Son… yo…

Amber se queda dubitativa.

—No hace falta que digas nada… Gracias por las zapatillas.

—No hay de que… luego hablamos.

Finaliza la conversación mientras me toca el brazo y se da media vuelta para marcharse. Yo me quedo allí parado. Deteniendo el tiempo como si la vida no fuera conmigo.

Hay momentos en la vida en la que uno le gustaría desaparecer o saber el futuro para tomar una decisión  u otra.

Así me siento ahora mismo con Amber. En estos momentos no sé cómo están las cosas. No se si quiere algo conmigo o tan solo me ve como un amigo. 




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