—¡Adlin, el pastel de chocolate se está quemando! —gritó un niño de trece años al otro lado de la cocina, mi hermano mayor corrió desde la sala y reviso el horno donde se encontraba el pastel.
—Tranquilo peque. —tocó su pelo de manera juguetona y despeinó su melena castaña y rizada. —solo es un poco de mezcla que se salió del molde lo que huele así. —El niño abrió los ojos como platos dejando ver sus ojos celestes y luego soltó un suspiro dejando saber que estaba aguantando la respiración.
—Ves, te dije que sabía lo que hacía. —Dije inclinada hacia la ventana del horno mientras observaba el pastel.
—Tú crees saberlo todo Lin-Lin. —me gustaba como el niño de cabello rizado decía ese apodo que solo le permitía a él decirlo, en los demás el apodo me sonaba absurdo, incluso estúpido pero en él no. -Gracias a Uriel es que hemos creado el pastel perfecto para el cumpleaños sorpresa de Samanta.
—Ya, ya. Deja de darle todo el crédito a él, se le subirá a la cabeza. —Puse los ojos en blanco y tomé asiento en uno de los bancos del desayunador.
—Sabes... —el niño se subió a un banco que se encontraba a mi lado y tomó una revista que me pertenecía entre sus manos. —Mientras hacías la mezcla del pastel leí en esta cosa como dar un buen primer beso ¿crees que esos consejos funcionen? —Volteo a verme mientras pasaba las páginas.
—No lo sé, nunca he dado un beso.
—Yo tampoco. —Fijo su vista a la revista releyéndola y apoyó su mentón sobre su mano. —Podríamos probar.
—¿A qué te refieres con probar?
—Ya sabes, leer los consejos y probar entre nosotros un beso. —Junto sus labios en forma de pico y luego sonrió. —Hemos hecho muchas cosas juntos por primera vez. Esto podría ser una de ellas, para cuando tengamos que dar un beso en el futuro ya sabemos cómo. —Mi corazón empezó a latir con fuerza.
—No sé ¿crees que sea buena idea?
—Claro, así aprendemos juntos. —Sonrió y bajó del banco. Simplemente asentí y me puse frente a él. —¿Sí quieres que probemos?
—Sí, porque no. —Recogí mi pelo en una coleta y humedecí mis labios para luego limpiarlos con mi blusa, no sabía cómo reaccionar o qué hacer. Nunca había dado un beso, había practicado varias veces frente al espejo o incluso en la pared de la ducha pero no sabía si lo hacía de manera correcta, solo me fijaba en cómo lo hacían en televisión y corría a mi cuarto a intentar imitarlos y hacerlo bien.
—Primero hay que tener un bonito ambiente. La cocina es suficiente, solo es un beso de práctica. Segundo: acercamiento, contacto visual, inclinación, ojos cerrados, posición de manos. Listo. —Cerró la revista, la puso sobre el desayunador y regresó a ponerse frente a mí. Humedeció sus labios y me sonrió, sus mejillas estaban levemente ruborizadas. —Tus manos van sobre mis hombros y rodeando mi cuello. —Hice lo que me dijo y estábamos más cerca de lo que acostumbrábamos a estar. Puso sus manos alrededor de mi cintura y mi estómago se encogió. Ambos sonreímos y nuestras miradas se encontraron haciéndome ruborizar, sus pupilas estaban dilatadas y su color celeste parecía más intenso.
—¿Y ahora? —pregunte mientras jugaba con su cabello entre mis dedos.
—Cierra los ojos y déjate llevar. —me dedico una sonrisa tímida y le hice caso. Me acerco más a él y sentí como entrelazo sus dedos sobre en mi espalda baja, sentí su aliento rozar mis labios lo cual significaba que estaba demasiado cerca de mí, mi respiración estaba algo agitada y mi corazón latía con fuerza. ¡Estaba a punto de besar a mi mejor amigo!
—Adlin, despierta, ya termino la clase. Adlin. —Abrí los ojos de golpe y la clase estaba vacía, solo estábamos Sam y yo. —¿Tuviste un bonito sueño? —Sonrió de lado y tomo mi mochila seguido de darme un golpe pequeño en mi hombro.
—Tuve un sueño. Más bien parecía un recuerdo. —pase mis manos sobre mis ojos para despejarme y caminamos hacia la salida del salón para dirigirnos a la cafetería.
—¿Qué era? Estoy segura que era con el innombrable, ¿no es así?
—¡Bruja! —grite, a lo que Sam y otras chicas a nuestro alrededor brincaron del susto y voltearon a verme.
—¡Cállate, pensarán que soy bruja de verdad! —ambas empezamos a reír y entramos a la cafetería.
—Hola Adlin.
—Hola Yves ¿Qué tal? —me dio un pequeño abrazo y beso mi mejilla. Ambos tomamos una bandeja y empezamos a hacer la fila para el almuerzo.
—Todo bien, el licenciado de finanzas públicas no llegó, así que estoy aquí hace como dos horas. -Dijo viendo el reloj detrás de mí.
—Yo me quedé dormida en clase. —Yves tomó un mechón que caía sobre mi rostro y lo colocó detrás de mí oreja.
—Al menos era la última clase. ¿Irás a la fiesta esta noche?
—Conociendo a Sam, no dejará que me quede en casa leyendo o viendo una película.
—Son buenos planes pero no tanto como celebrar nuestro casi último año. —Esbozo una sonrisa amplia y orgullosa que hizo que sonriera al mismo tiempo, no me había dado cuenta que tenía una linda sonrisa y que sus mejillas creaban unos hoyuelos cuando lo hacía.
—Bueno, supongo que tienes razón. Puede que sea una de las últimas fiestas.
—Teniendo a Sam como amiga ni tú te crees que esta será una de tus últimas fiestas. —Tenía razón, Samanta me arrastraba a todas las fiesta a las que iba no dejaba que faltara a ni una.
—Hola Yves. —Sam lo saludó y le dedicó una pequeña sonrisa. —Adlin, tenemos que ir a comprar ropa, no podemos ir con la ropa de siempre, tenemos que impresionar. tomo su cabello entre sus manos y se hizo una media coleta.