—No llores, odio verte llorar. No quiero que te sientas forzada a nada. —Rompió el abrazo y puso ambas manos sobre mi rostro. —Mírame. —Succione por la nariz y subí la mirada hasta sus ojos, su mirada era tan penetrante que sonreí tímidamente y me encogí de hombros. — Te quiero demasiado como para hacerte sentir algo por mí.
—Siento algo por ti.
—Lo sé, pero tienes miedo y yo respeto eso. No quiero que me digas lo que quiero escuchar, quiero que me digas lo que realmente sientes lo que te preocupa y lo que te alegra, lo que te entristece y lo que te enfada, quiero saberlo todo. —Su mirada se enterneció y bajo sus manos hacia las mías y entrelazo nuestros dedos. —Hasta el más mínimo detalle, si lo que te preocupa es que todo está sucediendo muy rápido lo lamento, pero no quería perder más tiempo para decirte lo que siento por ti, ese era el plan cuando regrese a aquí Lin-Lin, no sé si seas el amor de mi vida o alguien pasajero pero espero que seas lo primero y te quedes conmigo para siempre, que podamos vencer todos los obstáculos por más difíciles que sean pero que sea juntos, que estemos en las derrotas para ayudar a levantarnos, en nuestras alegrías para salir a celebrar juntos o con amigos, en las pruebas que nos dará la vida que estemos siempre tomados de la mano y podamos aconsejarnos para no caer y destruirnos, pero sobre todo que nos queramos sobre todo lo que he dicho, que el amor, el respeto y la sinceridad sea primero en nuestra relación. —Mi corazón dolía de amor por él, me estaba diciendo todo lo que me atemorizaba de no poder hacer juntos y que fallara todo lo que podríamos llegar a tener y verlo irse de nuevo me dolería hasta el alma. Pero me está asegurando que lucharemos por lo nuestro cueste lo que cueste porque nos queremos y porque estamos enamorados. —Lin-Lin, esperare minutos, horas, días, meses e incluso años por ti, porque realmente me interesas. —Se acercó lentamente a mí y pude sentir su aliento a menta cerca de mi rostro, cerré los ojos esperando a que sus labios hicieran contacto con los míos.
—Adlin, creí que ya estarías en casa. —Saúl recostó su frente sobre la mía y soltó un suspiro y luego sonrió.
—Me quede platicando con Saúl un rato, ¿tú qué haces aquí?
—Mi abuela vive por aquí, me quedaré a dormir en su casa esta noche.
—¿Cómo esta ella? —Yves ya me había comentado su abuela tenia Alzheimer y que ya estaba avanzada, por lo que la visitaba después de cada fiesta aunque ella no lo reconociera la mayoría de las veces.
—Va empeorando.
—Lo lamento. —Saúl estaba detrás de mí pero con una mano levemente tocando mi cintura.
—Lamento lo que dije en el bar Adlin, sabes que te quiero y que no quise decir todo aquello. —Saúl bufo e Yves enarco una ceja mientras lo observaba. —¿Cuál es tu problema, amigo?
—Un borracho siempre dice la verdad y no somos amigos. —Yves dio unos pasos hacía donde me encontraba, retrocedí y baje la mirada.
—Adlin, ¿Me tienes miedo? —Su mirada se suavizó y se tornó preocupante. —Jamás te haría daño, ¿Lo sabes verdad?
—No lo sé, me dijiste cosas muy feas y me agarraste del brazo muy duro pensé que...
—No lo digas. —Puso sus manos sobre sus oídos y respiro profundo. —Perdóname, sabes que mi intención siempre fue tener algo serio contigo. —Saúl se tensó ante aquellas palabras y coloco ambas manos sobre mi cintura. —Sé que hablamos de nada formal y solo diversión pero me enamore de ti, cuando te vi con él en la fiesta me puse celoso y dije todas aquellas cosas con tal de hacerte daño pero jamás te tocaría un pelo de una manera agresiva o abusiva, Adlin. —Había empezado a llover y las mejillas de Yves estaban ruborizadas. Sonreí un poco y me acerque a él, puse mis manos sobre sus mejillas he hice que me mirara.
—Te perdono, todos merecemos una segunda oportunidad. Pero a la próxima que me hagas eso no volveremos a hablar.
—Está bien, lo prometo. ¿Amigos? —Su mirada se iluminó y asentí. Me dio un pequeño abrazo y beso mi mejilla. —Te quiero Adlin, nos vemos el próximo año. Cuídala, vale mucho la pena. —Yves se despidió con la mano y corrió hacia la casa de su abuela que no se encontraba muy lejos de donde estábamos.
—Yo sé que vales mucho la pena por eso y muchas razones más estoy enamorado de ti.
—Saúl Hurdes, usted es todo un romántico. —Me reí y limpie mi cara llena de agua de lluvia mientras caminaba hacia mi casa con él detrás de mí.
—Vamos que una preciosa flor como tú no puede recibir demasiada agua.
—Cómo crees, las flores como yo amamos la lluvia, nos hace limpiar nuestras hojas marchitas y nos ayuda a que nos crezcan nuevas para que el día de mañana tengamos hojas nuevas y bonitas para brillar un poco más.
—Te quiero, Lin-Lin. —Saúl me tomo de las manos y me acerco a él. Su cabello goteaba al igual que su nariz que estaba roja del frío.
—Te quiero, Saúl Hurdes. —Me puse de puntillas y bese su mejilla.
—Muero por darte un beso.
—¿No crees que es muy cliché besarnos bajo la lluvia?
—A la mierda lo cliché. —Se acercó con un movimiento rápido y me beso, sentí sus labios húmedos por la lluvia y alteró mi corazón, abrí mi boca para dejar pasar su lengua en busca de la mía de una manera suave y lenta, cerré mis ojos para disfrutar este momento que tanto anhelaba desde el beso que casi nos dimos en la cocina de mi casa. Colocó sus manos sobre mi cintura y me pego a su cuerpo, rodee su cuello con mis brazos mientras jugueteaba con su cabello, sus labios sabían a menta con una mezcla de alcohol, era mi nuevo sabor favorito. Se alejó un poco de mí, sonrió y volvió a pegar sus labios a los míos esta vez solo para darnos pequeños besos seguidos de pequeñas risas. —Diablos, hace años me moría por besar esos labios.
—Desde aquel beso que no fue en la cocina de mi casa siempre soñé con este momento pero no exactamente así. —Me reí un poco y me ruborice. —Deberíamos de irnos.