Todo Llega En Forma De Amor

CAPÍTULO 24

Luego de pensarlo con detenimiento y evaluar hasta el más mínimo pro y contra que se le podría presentar, Verónica decidió aceptar la propuesta laboral de Frederick. Quién fue bastante astuto al proponerle un cargo en el área administrativa con toda la holgura necesaria para que pudiera continuar, de manera paralela, con su carrera de modelaje.

Cuando Mateo acudió a su abuelo para pedirle ayuda, Frederick vio la oportunidad perfecta para infiltrar a alguien que le pudiera dar información extraoficial y así dilucidar de una vez por todas lo que estaba pasando con su empresa. Verónica actuaría como una especie de agente encubierto, reportándose directamente con él y, no a su nieto, sobre cada cosa sospechosa que viera.

Por supuesto que corría el riesgo de tener problemas a futuro con Mateo. Si él se enteraba de esa segunda intención, se enojaría. Adoraba a su novia y sería incapaz de utilizarla como espía, él solo quería ayudarla dándole un empleo que le garantizara una estabilidad económica ahora que pretendía vivir de manera independiente. Además, ya estaba tomando cartas en el asunto para ponerle fin a los problemas que se estaban presentando en la compañía.

Frederick confiaba en sus capacidades, pero lo que estaba en juego era el trabajo de toda su vida y, por ello, decidió aprovechar esta oportunidad para agilizar la investigación.  Sospechaba que todo se trataba de un complot en contra de su nieto y necesitaba reunir la información necesaria para presentarla como pruebas ante la junta directiva y demostrar de una vez por todas, que las fallas no se debían a la gestión de Mateo, sino a la maniobra que había en su contra.  

Desde que se dio a conocer la noticia sobre su nombramiento, hubo un reducido grupo que se mostró descontento, ya que consideraban que había sido elegido por ser su familiar y no por su capacidad laboral. No obstante, ninguno se atrevió a objetar su decisión debido a que era el dueño de la compañía.

Verónica escuchó atentamente a Frederick y, pese a que, el trabajar en el mismo lugar que su novio le preocupaba, más le preocupaba verlo cada día más estresado debido a los conflictos laborales. Así que, terminó aceptando la propuesta para apoyar a Mateo y descifrar de una vez por todas, el origen de tantos inconvenientes. Ella no solo era una modelo profesional, también era una administradora y, aunque no ejercería ese cargo como tal, ejercería un cargo lo suficientemente cercano al Gerente Administrativo, de manera que podría ayudar tanto a Mateo como al abuelo sin problemas.

Para eso, era de vital importancia que nadie en la empresa se enterase del vínculo que tenía con ellos. Sus compañeros de trabajo la debían ver como una igual para así poder mezclarse, ganar su confianza y finalmente conseguir la información deseada.

Contrario a lo que se esperaba, Mateo se mostró renuente ante esa decisión. No veía con buenos ojos que todos en la empresa la vieran como una mujer soltera y libre de compromiso, cosa que técnicamente era. Él quería que todos supieran que estaban en una relación, que era su novia. Esa era su manera de protegerla de los buitres que pudieran querer acercarse a ella con segundas intenciones.  

Pero Verónica fue más astuta y le recordó una de sus preciadas reglas: No mezclar lo profesional con lo laboral. Alegando que no sería bien visto ante los empleados que él diera un puesto privilegiado, así fuera de manera temporal, a su novia. A regañadientes él se vio obligado a aceptar, no sin antes advertirle que de ver algún comportamiento fuera de lugar por parte de alguno de sus compañeros de trabajo, haría pública su relación. Poco le importaba su imagen ante el personal si se trataba de ella y su bienestar.

Ya había transcurrido su primera semana de trabajo y su misión iba viento en popa. Sus compañeros la recibieron de buena manera y se mostraban colaboradores cada que pedía algún tipo de información. Para su fortuna, su jefa inmediata, la Gerente administrativa, era latina y podían comunicarse hablando su idioma natal, el español. Mientras que el resto de sus compañeros del área administrativa, por exigencia de la empresa, dominaba un inglés medio, permitiéndole comunicarse con ellos a través de ese idioma.

Ahora, estaba por salir a almorzar con su jefa, cosa que le emocionaba. Debido a la enfermedad de su madre, ella se alejó de las pocas amistades femeninas que tenía y luego de que su madre falleciera se dedicó a ayudar a Marcela con el restaurante y a ahogar sus penas en el alcohol. Las personas con las que salía, con las que compartía, no eran precisamente sus amistades, eran personas que como ella, querían olvidar sus problemas con la bebida y solo se reunían con el propósito de desconectarse y dejar de lado sus problemas.

Celeste, su jefa, era una agradable y carismática argentina, que con sólo veintinueve años logró posicionarse como Gerente administrativa de la empresa. Al igual que Mateo, se enfrentaba día a día a los dimes y diretes en los pasillos de la compañía. Pero, eso parecía no afectarle, era una mujer de carácter que no se dejaba amilanar  por los comentarios de pasillos. Quizás, por eso fue que conectaron desde un principio, porque Verónica vio su sinceridad y compromiso con la empresa. Existía la posibilidad de que estuviera equivocada, quizás, ella era parte del complot que había en contra de su novio, pero esperaba de corazón que no fuera el caso porque por primera vez en mucho tiempo sentía que podía tener a una amiga con quien hablar sobre cualquier tema.  

—¿Lista para irnos? —le preguntó a Celeste.




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