27: Sin aire.
Narrador omnisciente:
Marianne se adentró en la multitud en busca de su amigo, que por cierto no dejaba de llamarla.
Cogió el teléfono y respondió: - Ya estoy aquí —. Suspiró. — ¿Donde estas tú?
- Muy cerca —. Respondió con tono juguetón.
- ¿Sabes, Connor? Hoy he tenido un día verdaderamente difícil, no estoy de humor para ju... —. Se calló de pronto por que unas manos se habían puesto encima de sus ojos impidiéndole ver.
- Que aburrida estas, rubia hermosa.
Divertida se volteó y abrazo fuertemente a su amigo.
- ¡Te he extrañado un montón! —. Dijo Anne mientras abrazaba más fuerte a su amigo.
- Anne cariño, me estás dejando sin aire —. Marianne rodó los ojos ante el quejido que dió su amigo. — ¡Te tengo que contar muchas cosas!
Anne alzó su rostro y miró de manera rara a su amigo.
- ¿Estas seguro que eres hetero?
- Preguntadle a tu prima —. Le lanzó un guiño a la rubia.
***
- Joder si que duele —. Se quejó Connor mientras se sobaba la costilla.
- Tú empezaste —. Respondió Anne mientras se cruzaba de brazos.
- Era una broma —. Gruñó Connor. — Eres muy agresiva.
- Ya. No seas quejica —. Anne miró por la ventanilla del taxi y vio que casi estaban llegando a su actual casa.
¿Por que lo llevaba a la casa de Joshua?
Él dijo que no iba a estar y que tenía que ir a la oficina, así se ahorraría los problemas que posiblemente tendrían su amigo y su prometido.
- ¿Segura que no estará tú prometido? —. Pregunto Connor por enésima vez.
- ¡Que si, joder! —. Marianne se dió cuenta que había alzado la voz dentro de un taxi. El chofer los miraba raro por el espejo retrovisor. — ¿Tanto miedo le tienes?
- No es miedo rubia. Simplemente no quiero dejarlo morado unos días antes de su boda —. Añadió sarcásticamente. — Por cierto... ¿Cuando es?
- En dos semanas —. Anne lo miró y fingió que se estremecía .— ¿No te ha llegado tu parte?
- Seguro que llegó a mi casa, pero no lo llegué a ver por lo ocupado que estaba. ¿Como han logrado realizar una boda en tan poco tiempo?
Marianne encarnó una ceja: - ¿Ahora eres periodista? ¿Por que tantas preguntas?
- Curiosidad —. Se encogió de hombros.
- La prima de Amber... Como que está un poco obsesionada con las bodas y pues ella se ofreció a organizarla con la ayuda de Blanca Suanz.
Connor miró a la nada recordando algo: - ¿Esa no es la mujer con la que relacionaron a tu prometido?
- Puaj, no me hagas recordar eso —. Marianne desvío su mirada de nuevo hacia la ventanilla.
El chofer se aclaró la garganta incómodo: - Hemos llegado.
- Oh si, disculpe —. Marianne bajo la vista y saco su cartera para pagar. — ¿Cuanto le debo?
- El joven ya pagó.
Era una clara indirecta que los quería fuera de su vehículo.
Connor, que ya había bajado del vehículo, le abrió la puerta para que pudiera bajar. Anne le agradeció una vez estuvo fuera del coche. Se adentraron en el edificio y Anne saludó al portero.
- Hola Camilo —. Anne le sonrió al señor de avanzada edad.
- Buenas tardes señorita Brown, el joven O'Donell aún no llega —. Informó el anciano.
- Hoy he traído a un viejo amigo —. Señaló a Connor que se encontraba concentrado en su celular .—¿Crees que haya un lugar adecuado para charlar? Sabes que no conozco muy el lugar.
- Claro señorita. El jardín esta en la parte trasera del edificio.
- Muchas gracias, nos vemos Camilo.
Anne se acercó sigilosamente a su amigo y le arrebató el teléfono, Connor asustado intentó quitárselo.
- Anne no es gracioso, devuelve eso —. Gruñó cuando la rubia consiguió de nuevo escaparse de sus manos.
- ¿Con quién tanto conversas? —. Preguntó la rubia revisando sus mensajes. — ¿Quién es Patrick Dover?
- Eso no te importa, rubia —. Le arrebató su teléfono y se lo guardo en el bolsillo.
- Ahora entiendo todo amigo mío —. Anne se acercó a Connor y le dio un abrazo. — Ahora entiendo por que no tienes novia. No tengas miedo de decírmelo, yo te apoyaré en todas tus decisiones. Y si te gustan los hombres, que afortunado es ese tal Patr...
Connor se separó abruptamente de su amiga: - Joder rubia. Que no soy gay.
- Estas en negación, lo entiendo. Cuando estés listo para contarme yo te escuc...
- ¡Que no, joder! —. Gritó y fue consciente de las miradas que le lanzaron los que estaban en el lobie. — ¿Donde podemos hablar más tranquilos?