Todo por Ella

3

Maggie.
Cosas así solo me pasaban a mí. Yo y mi muy mala costumbre de sacar conclusiones antes de tiempo, siempre me pasaba y no aprendía, jamás aprendía y ahora una vez más estoy pagando las consecuencias, en este caso la vergüenza. ¡Lo había golpeado! ¡En las bolas! Yo que él no habría vuelto a hablarme y sin explicar nada me habría largado, estúpida niña loca. 

Pero él no hizo eso, en cambio aceptó mi invitación a bailar y a pesar de que hace unos minutos le había causado uno de los peores dolores para un hombre, estaba aquí riéndose conmigo de lo sucedido.

Tenía una buena excusa La verdad, lo había estado observando un poco en el transcurso de la noche, sin hacerlo especial, pues también había estado observando a otros tipos que se me habían hecho atractivos. Uno me invitó una copa, otro me sacó a bailar, ambos tenían novia, ya me habían llamado zorra dos veces en la noche y no las culpaba a ellas, pero si a esos imbéciles, esperaba de todo corazón que esas chicas se den cuenta a tiempo. Esos tipos no valían para nada la pena, lo que tenían de atractivos lo tenían también de cretinos y lo último se multiplicaba.
No quería una tercera escena, por lo menos no hoy.

El poco tiempo que lo estuve observando, veía que estaba abrazado a la tipa con la que se había acercado antes, ella parecía hacerle pucheros. En varias ocasiones le dejaba besos en la mejilla, rodeaba su cuello y se colgaba de él, se veían una pareja muy linda, ¿y ahora resulta que no son novios? Tenía sentido, no los había visto besarse ni nada, luego ambos se perdieron de mi vista y no me preocupe en buscarlos, hasta que él se acercó.

— Mi mejilla aún arde. —Habló mientras bailábamos al ritmo de New Rules de Dua Lipa.
— Ya te dije que lo siento, pero agradece. —Enarcó una ceja mirándome curioso a lo que reí— Gracias a eso estamos ahora aquí.
— Quieres decir, que si no hubieras pensado que tenía novia no habrías hablado conmigo.
— No —respondí. Creo que mi respuesta directa lo sorprendió un poco ya que me miraba como buscando rastro de jugueteo.
— ¿Bromeas? 
— No —respondí otra vez esta vez riendo divertida—, es decir, no buscaba hablar con nadie, en realidad estaba esperando que mi amiga termine sus ventas.
— Entiendo, entonces agradezco ese malentendido.


Me miró directamente a los ojos y sujetó mi cintura acercándome a él, decidí seguirle el juego. Realmente me gustaba la situación, se me hacía un chico sexy, no buscaba nada comprometedor claro era, pero si me preguntaban si quería besarlo pues la respuesta era un rotundo ¨si¨. No dejaba de ser un imbécil de igual manera pero ahora me caía mejor. Y pues solo sería un beso, tal vez algo más pero nada más allá de eso, no es como si fuera la primera persona que se acuesta con un tipo que acababa de conocer en una discoteca y tampoco como si fuera la primera vez que lo hago.
— ¿Te he dicho que tienes unos ojos muy bonitos? —No apartaba su mirada de la mía, hasta me ponía nerviosa, tenía una mirada muy penetrante.
— ¿Es la frase que usas siempre para ligar? —inquirí enarcando una ceja.
— No… —aquí entra la mirada acusadora— Bueno, si te soy sincero pues sí, pero jamás lo había dicho tan sinceramente, tus ojos son muy bonitos.
— Eres muy cursi ¿sabes? —reí mientras él presionaba mi cintura.
— En alguna oportunidad me lo han dicho.
Ambos reímos y seguimos moviéndonos al ritmo de la música, solo que ahora más pegados y de una manera más sensual. Las risas cesaron y su mirada bajo a mi boca, sonreí coquetamente y relamí mis labios invitándolo a que los pruebe. Con las yemas de mis dedos acariciaba su cuello, subiendo por su cabello despeinándolo un poco. Se acercó dispuesto a besarme. Con buenos reflejos me aparté sin perder el momento, él rápidamente entendió mi juego y volvió a tratar de hacerlo. Juguetonamente rozaba sus labios sin dejar que me bese, en un rápido movimiento una de sus manos pasó de mi cintura a mi nuca, sosteniéndola fuertemente para impedir que me vuelva a alejar, acción que me había fascinado, era el momento, cerré mis ojos dispuesta a dejarme llevar, ya deseaba probar su boca.
Sonidos estrepitosos y ensordecedores hicieron que nos apartáramos rápidamente reaccionando con tirarnos al suelo, él en un acto reflejo puso su brazo encima de mí en un intento de protección. 
Eran disparos.
¡Mierda!
Scott y Camille. Fue lo primero en lo que pude pensar, mis amigos.
El tiroteo no cesaba, todos los asistentes nos encontrábamos en el suelo, mi acompañante como pudo me guio gateando hasta detrás de un sofá, donde no era completamente seguro pero era mejor que estar en el suelo a exposición de cualquier proyectil.
Mi mente estaba nublada. Intenté ponerme de pie para ir en busca de mis amigos, pero el brazo del chico a quien estaba a punto de besar hace unos segundos me detuvo.
— ¿Qué haces? —preguntó con un tono entre la preocupación y el miedo.
— Déjame ir, debo buscar a mis amigos. —Intenté volver a ponerme de pie pero como era de esperarse me volvió a detener.
— ¡Estás loca! Te puede pasar algo quédate aquí.
Iba a desobedecer nuevamente cuando escuche la sirena de una patrulla.
No puede empeorar la noche, debía salir de aquí.
— Debo irme —avisé y empecé a escurrirme entre la gente, caminando agachada.
— ¡Oye espera! —oí a mis espaldas, venía siguiéndome— Conozco una salida.
El tiroteo ceso, vi a varios policías tumbar a algunos chicos revisándolos, incluso golpeándolos. Él me jalo del brazo, nos metíamos entre la gente que desesperada buscaba huir, intentábamos pasar desapercibidos y al parecer lo estábamos logrando. 
Me sentía aterrada, el estómago se me revolvía y sentía mi cuerpo temblar, creo que él notó eso ya que en lo que avanzábamos acariciaba mi mano con su pulgar. En ese momento no podía evitar pensar en todo lo que pasaría si fuera prisión, apenas tenía veinte años como para que me priven de mi libertad y tenía a una hermana de ocho que aun debía cuidar, ¿qué sería de ella sin mí? Es muy joven para haber perdido a sus padres para luego perder a su única hermana. No podía evitar lagrimear en imaginar que ella estaría sola. Siempre había pensado en que ella estaría bien al cuidado de Paula pero no. No es solo alguien que la cuide, es alguien que pague sus estudios, alimento, le tenga paciencia y un cariño como de una madre. Ella me necesitaba y si yo hacía esto era por ella. Todo por ella. 
Por fin visualice una puerta de emergencia, nos dirigíamos hasta allá, cada vez lo veía más cerca.
— ¡No se muevan! 
La voz de un oficial nos hizo sobresaltar a ambos, eso no era parte del plan, mas tiros sonaron, mi corazón estaba latiendo a mil por hora y podía jurar que el sudor que caía por mi frente estaba helando. Sin pensarlo me jaló del brazo y empezamos a correr por el lugar. Sentíamos como venían algunos oficiales detrás de nosotros, nos adentramos a una puerta que dio para el baño, cerró rápidamente la puerta con el seguro que no aguantaría mucho. Me hizo entrar a un cubículo donde había una pequeña ventana, saldríamos por ahí.
— Escúchame tal vez tengas miedo pero es la única manera, brincas y caerás en unos arbustos. —Acarició mi mejilla y escuchamos la puerta ser golpeada repetidas veces en intentos de derrumbarla.
— ¡Apresúrate! —grite y me subí a la ventana soltándome rápidamente cayendo en unas ramas llenas de hojas.




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