Desde ese día Axel salía con más frecuencia, ya eran cada vez menos las veces en las que me toca o se interesaba en saber cómo estaba.
Llevaba horas tumbada en el sillón viendo televisión sin realmente prestar atención cuando escuché que tocaron el timbre.
—¿Alan? —pregunté sorprendida al abrir la puerta—. ¿Qué haces aquí?
—Sé que probablemente debes de odiarme, —jugaba con sus manos y apenas y me miraba a la cara—, pero vine a pedirte perdón. —Levantó la vista cruzándola con la mía—. Tú tenías razón y yo te traté pésimo, por eso te pido que me perdones.
Sin decir una palabra me lancé a sus brazos, él lo comprendió en seguida y me correspondió el gesto.
Me llevó a una pequeña cafetería para explicarme lo que había pasado.
—Tenías razón. Tardé en darme cuenta, yo confiaba plenamente en ella y no fue hasta que encontré escondido en el closet una bolsita llena de droga, ya no lo pudo negar cuando la enfrenté. Me siento muy mal por no haberte creído, sé que tú nunca harías nada para hacerme daño y me lamento por la forma tan cruel en la que te traté.
—No te preocupes, por mí todo está olvidado.
—No, Margot, no debe de ser así, te traté muy mal, tú no te merecías eso, por favor, déjame recompensarte, haré lo que sea.
—Lo único que quiero es que no vuelvas a alejarte de mí, me hiciste mucha falta.
—De acuerdo, jamás volverá a pasar. —Alzó la mano en forma de promesa—. Cuéntame cómo te ha ido, ¿qué has hecho?
—Bueno, la verdad es que no me ha ido muy bien. —Rasqué un poco mi nuca—. Yo… renuncié a RecordVideo.
—¿Por qué hiciste eso? Creí que querías seguir aprendiendo del trabajo de Christian.
—Lo que pasó es que yo… estuve embarazada —tragué saliva—. Perdí al bebé.
—Margot, no puedo creerlo —se levantó para ofrecerme consuelo—. Lo lamento demasiado —susurró a mi oído.
—No voy a mentirte, la he pasado fatal —Nos separamos después de un rato y volvimos a nuestros lugares—. Han sido días muy difíciles y Axel lo complica más, ha estado muy ocupado en la producción de su primer álbum que a veces llega de muy mal humor y yo no tengo ánimos de nada. —Un nudo comenzó a formarse en mi garganta—. Hay días en las que me encierro en el baño lamentándome por todo, es inevitable sentirme vacía, poca cosa, por debajo de los demás y sumamente sola.
—Escúchame bien, tú no estás sola, me tienes a mí y te juro que, a partir de hoy, no te dejaré sola, nunca más. —Asentí limpiando una lágrima—. Tienes que dejar a Axel, lo digo en serio.
—Aunque quiera, no puedo hacerlo, se volvería loco si intentara terminar con él, no me dejaría ir, no voy a hacerlo.
—Niña, ese tipo no te hace ningún bien, nada más le falta que se atreva a ponerte una mano encima. —Tragué saliva y desvié la mirada—. Él no ha si quiera intentado a golpearte, ¿cierto? —Lo miré sin decir ni una palabra—. Margot, contéstame —exigió alzando un poco la voz.
—No grites, por favor, no quiero que todo mundo te escuche.
—Entonces contesta, sé sincera, por favor.
—Sí, hubo un par de veces en las que llegó ebrio y se molesta muy rápido cuando está así —admití cabizbaja.
El resopló enojado y se recargó en su asiento. Estaba furioso, pero se contuvo.
—Tienes que terminar con él, no te estoy preguntando si quieres o no y no me importa si se molesta, es por tu bien, ¿oíste?
—Es que no sé cómo hacerlo.
—Te ayudaré, con lo que sea que necesites, te ayudaré, pero tú no debes de seguir con él. Eres una niña tan valiosa que no mereces lo que te hace ese tipo. Solo mírate, eres una gran persona y no te estás valorando. No debes de permitir que alguien te haga sentir menos, incluso yo o incluso tú misma, tú eres quien más debes de quererte y respetarte. Eres un ser humano, no un objeto.
Llegué a casa algo tarde, le pedí hasta al universo entero que Axel no estuviera, para él aún era temprano.
Apenas puse un pie dentro y el castaño ya se me está abalanzando, acorralándome entre la puerta y la ventana sujetándome fuertemente del brazo.
—¿Qué hacías bajándote de ese auto? ¿Eh? ¿Dónde estabas? ¡¿Por qué llegas a esta hora?! —Cada vez hablaba más enojado mirándome directamente a los ojos.
—No hice nada malo, simplemente salí con un amigo —Para mí era un simple amigo, pero para Axel…
—¡Sí, claro, ahora me vas a salir con que es un simple amigo! —Soltó mi brazo y se alejó dándome la espalda por un segundo, pero volvió a girarse— ¡A mí no me haces estúpido, Margot! ¡Sé que andabas de zorra con ese tipo! —Me gritó con cólera saliendo a través de su garganta y furia en sus ojos verdes que me miraban queriendo perforar mi cabeza.
—¡Yo no soy así! ¡Alan es mi amigo! ¿Acaso es un delito que salga y me divierta como tú lo haces?
—Yo puedo hacerlo porque soy hombre y no necesito pedirte permiso, pero tú —me apuntó con su dedo índice—, tú eres mía —bajó su mano hasta posarla en mi cintura y me apegó a él bruscamente.
Por la diferencia de altura, alcé la mirada para verlo directamente a los ojos mientras ponía mis manos en su pecho para tratar de alejarme de él aún en su agarre.