SIRIANA
Estoy en la biblioteca junto con Noah, ya es una costumbre ir a estudiar. Es más, nos hicimos mucho más cercanos desde que nos juntamos a estudiar, y no sólo inglés, otras materias también. Noah tiene una inteligencia muy grande, es capaz de entender y retener lo que dan en clases que hace posible que pueda explicarme. Admito que por momentos nos ponemos hablar de cualquier cosa, ya sean pavadas como charlas que requieren seriedad. Y por primera vez en mi vida, encontré a alguien con el que pudiera charlar de un montón de cosas, se volvió un amigo y espero que siga así.
—Creo que terminamos por hoy —escucho a Noah decir.
Cierro mi carpeta y cuadernillos. Él hace lo mismo y guardamos todo en nuestras mochilas. Saludamos a la bibliotecaria y ella a nosotros con una sonrisa radiante. Afuera está todo oscuro, y le mando un mensaje a Zai si puedo quedarme en su casa nuevamente.
Zaida:
Sí, venite, vos sabes que mi tía no tiene problema de que vengas.
Siempre que vengo a la biblioteca me quedo en la casa de Zai, ya que está cerca. Mi papás de alguna manera no tienen problema; sin embargo, hay veces en las que sí se molestan un poco porque dicen que estoy molestando en casa ajena. Pero mientras yo estudie, no se hacen tanto drama.
Noah espera a que me tome el colectivo, ya que tiene miedo a que me quede esperando sola; un gesto tierno de su parte.
Ni siquiera me siento ya que son pocas cuadras. Por la inseguridad que hay en las calles de Rosario, no me animo a caminar las quince cuadras que me llevan hasta la casa de mi mejor amiga.
Ya en su cada toco el timbre y después de un ratito, la tía de Zai se asoma por la puerta. No saben el amor que tiene para dar. A veces me pregunto cómo es que todavía no se ha casado, tiene un corazón demasiado grande. Su cabello es castaño claro, ojos verdes claros, tez Blanca y es un poco rellenita; es bastante hermosa, por eso me sorprende que no esté casada. Pero como escuché muchas veces de parte de mi abuela, la persona correcta llega cuando Dios la manda, no cuando nosotros queremos, porque los tiempos de Él son perfectos.
La abrazo y Susana, la tía de Zai, me corresponde el abrazo.
—¿Cómo estás, Siri? —pregunta cuando ya nos separamos— Cada vez más hermosa vos, no me sorprendería que tengas varios pretendientes.
Me echo a reír.
—Justamente lo que me falta son pretendientes y belleza, Susana —Paso a la casa cuando ella se corre para que entre.
—Eso es lo que vos pensas, sin embargo, en cualquier momento va a venir alguien que va a ser tu amigo y lo vas a enamorar con tu bella personalidad —asegura Susana con una sonrisa mientras caminamos hasta el comedor.
Me quedo algo seria. De repente, pienso en Noah, aunque borro ese pensamiento tonto de mi cabeza, él jamás se fijaría en mí, eso lo tengo bien presente.
—Puede ser, pero por ahora no hay pretendientes.
-Aún no lo sabés, tal vez hay alguien que ronda por ahí y no te das cuenta -contesta con su característica sonrisa.
¿Habrá alguien? Lo dudo. ¿Destaco en algo? Lo dudo. Imposible que haya alguien.
Este tema concluye cuando una colorada llega hasta nosotras.
-Siri, ¿cómo te fue en la biblioteca? -una pregunta llena de picardía sale de la boca de Zai.
-Bien, estudiamos toda la tarde.
-¿Estudiamos? -pregunta Susana confundida- Pensé que estudiabas sola, es más, iba a regañar a Zaida porque no te acompañaba a estudiar.
Zaida se ríe y abre la boca para hablar.
-No, ella estudia con un chico.
Susana abre sus ojos y me mira con picardía.
-Y después me decís que no hay nadie y que no tenes algún pretendiente.
-Es que no lo tengo, sólo somos amigos, nada más -Salto en mi defensa.
-No le creas tía, esos dos pasan más tiempo juntos que nosotras dos, ya me siento algo celosa -Suelta Zai.
-Eso no es cierto, les dedico todo mi tiempo a ambos por igual -me vuelvo a defender.
-Mentira, ya me siento sola -Esta seca una lágrima falsa de su rostro-. Aunque lo peor es que le mentís al él también.
-¿Qué? -pregunto confundida- ¿Cuándo le mentí?
-¿Eso, en qué le mintió? -Susana escucha la conversación muy entretenida.
-Nunca le mentí.
-Sí, sí lo hiciste, todavía no le dijiste que son vecinos -contesta ella casi gritando.
Ah, se refiere a eso.
-¿Por qué no se lo dijiste? -pregunta Susana sin comprender nada.
Intento explicarle todo, sin embargo no me salen las palabras.
-Yo te lo voy decir -le responde Zai-, lo que pasa es que ella de chiquita le gustaba este chico, él le rompió el corazón y se fue de Rosario a Estados Unidos, su país natal.
-Ah, un estadounidense, mira vos, pensé que era un argentino -habla Susana con un tono de gracia.
-Pará, eso no es todo -Zaida sentada en el sillón vuelve a hablar. La tengo que ahorcar cuando estemos a solas-. Resulta que ella era una obsesiva con él -Susana al escucharla se sorprende de lo que acaba de decir su sobrina. Claro, nadie que me vea va a creer que era una obsesiva, si parezco tranquila-. Entonces para evitar que él recuerde que ella era su vecina loca de cuando ellos eran más chicos, se toma más tarde el colectivo a la salida de la escuela, después de la biblioteca se viene para acá, entre otras cosas.
-Pero... ¿sabés qué tarde o temprano va a saber que sos la vecina, cierto? -pregunta Sunana con algo de preocupación.