NOAH
—Hay algo que no te dije.
Siri me mira fijo a los ojos para que hable.
—Yo supe quién eras desde la primera vez que te vi, es más, un día ante de que yo empezara la escuela, te vi salir corriendo de tu casa hacia la parada de colectivo —confieso.
Ella agranda sus ojos sorprendida.
—¿Me viste con la pollera al revés?
—¿La pollera al revés? —pregunto algo confundido.
Siri niega con la cabeza.
—Nada, ese día llevaba la pollera al revés —contesta.
Emito una pequeña risa. Siempre siendo tan ella.
—¿Así que ya me recordabas? —pregunta, a lo que yo asiento con la cabeza—, ¿y por qué no me lo dijiste nunca y dejaste que te mintiera?
No sonaba molesta y eso me alegraba.
—Porque esperaba a que vos me lo dijeras, aunque esperaba que me lo dijeras antes de que nos viéramos en tu casa.
La realidad es que la recordaba, es imposible olvidar a esa niña que me observaba por la venta. Lo que yo no sabía era que íbamos a ir al mismo colegio, eso me sorprendió.
Cuando la vi en la parada desde el auto de mis padres, ahí alterada por no sé cuál razón, noté cómo había crecido. Recuerdo que dije que estaba bonita y que no había cambiado mucho físicamente.
—Perdón por eso, por no habértelo dicho antes —suelta mi vecina mirando al cielo. Yo hago lo mismo y miro hacia arriba.
—No te preocupes —contesto y nos quedamos en silencio.
El cielo está adornado de estrellas, me podría quedar horas admirando esto tan hermoso.
—¿No puede ser más hermosa la creación de Dios? —dice bajito, pero aun así la escucho.
Me quedo asombrado al oír eso, ¿Siri mencionó a Dios?
—Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos —vuelve a hablar, dejándome más asombrado que antes.
Salmos 19:1.
Bajo mi vista hacia Siri todavía sin creer lo que había dicho segundos antes. ¿Ella cree en Dios?
Siriana se percata de mi mirada y como no digo nada, ella decide hablar.
—¿Qué pasa? —pregunta con una sonrisa.
—¿Crees en Dios?
Ella ni se sorprende por mí pregunta.
—Obvio, ¿sino cómo se explica que haya una creación tan hermosa? ¿Vos no crees? —pregunta tranquila y con una leve sonrisa.
—Obvio, ¿sino cómo se explica que haya una creación tan hermosa? —repito lo mismo, ganándome una hermosa sonrisa de su parte— ¿Te congregas en alguna iglesia?
Siri borra su sonrisa y vuelve su mirada al cielo.
—No voy a ninguna, con mis papás dejamos de ir cuando yo tenía trece años. La única que sigue yendo es mi abuela.
—¿Y tú por qué no vas con ella?
—No sé —contesta—, me gustaría ir, pero tengo miedo. No quiero estar sola, si Zai fuera conmigo, tal vez sería más sencillo, no lo sé -suelta el aire apoyando la cabeza en la pequeña pared que tenemos atrás nuestro.
De pronto, una idea se me pasa por la mente y espero que acepte, porque si lo llega a hacer, sería el chico más feliz del mundo.
—¿Te gustaría ir a la iglesia conmigo?
Siriana se gira en mi dirección y cuando pienso que se va a negar, ella responde:
—Me encantaría.
××♡××
SIRIANA
Se siente toda la euforia de la gente que está viendo el partido. Personas saltan y gritan alentando a los equipos para que ganen. En cambio yo sólo estoy viendo sentada todo el partido. No soy amante del fútbol, pero como Noah está jugando, me quedo para alentarlo. Por desgracia, Zai no se encuentra conmigo, ella hoy tuvo que trabajar. Zaida se emociona demasiado, son de las que salta sin parar y le grita al árbitro siempre. Ama el fútbol.
No soy la única que no le gusta ver partidos, al lado mío -a una distancia considerable- está sentada Viriginia con su celular, sin prestar la más mínima atención.
Ya el partido va a terminar y los dos equipos van empatados. La pelota se va a la línea lateral cerca del arco contrario y uno de los defensores agarra la pelota con la mano. Este se la pasa a Julián y que sale corriendo hacia el arco contrario. Una de las chicas de mi curso le pega un codazo a Viriginia para que vea a su novio jugar, ella se levanta y comienza a alentarlo. Yo niego con la cabeza riéndome y vuelvo mi vista de nuevo al juego.
En eso, unos jugadores del otro equipo se le ponen adelante y a Julián no le queda de otra que pasársela a Noah. Este último corre a toda velocidad esquivando a los jugadores que le quieren sacar la pelota. Y ahí es donde la emoción de esperar a que meta un gol hace que me levante de las gradas, miro el tiempo y faltan dos minutos para que el partido termine. Noah corre y se prepara para patear el gol; todos nos quedamos viendo nerviosos de si va a hacer el gol o si va a fallar. Y como si todo se estuviera moviendo en cámara lenta, Noah patea la pelota, esta va por el aire en dirección al arco, pasa por el costado derecho del arquero y es un...
—¡Gooool! —gritamos todos.
El equipo de la escuela corre hacia Noah y se le abalanzan arriba festejando el gol. El árbitro toca el silbato dando señal que el partido acabó y con eso, un equipo y una pequeña multitud festeja un partido ganado.
No puedo dejar de ver a Noah festejar con el equipo de fútbol la victoria, menos Julián, él se fue hacia donde Virginia lo espera con una botella de agua; su cara larga muestra fastidio por no ser el que metió el gol que hizo ganar al equipo. Pongo los ojos en blanco y no le doy importancia. Giro mi cabeza de nuevo hacia donde se supone que está Noah, pero ahora lo veo correr hacia mí. ¿Qué hace?