Asher.
Me senté en la cama, con los ojos apenas entreabiertos, buscando desesperadamente una razón para levantarme. Todo lo que lograba sentir era un vacío abrumador que hacía que mi estomago se retorciera.
No importaba cuanto tiempo pasara, su voz resonaba por toda la casa, llenando cada rincón: la cocina, el salón, su habitación.
La imagen de su sonrisa se desvanecía cada vez más, volviéndose distante y borrosa en mi mente.
Las lágrimas amenazaban con escapar constantemente, pero me negaba a dejarlas salir. No podía permitirme aceptar que se había ido para siempre.
Finalmente, me puse de pie para vestirme y desayunar, pero al salir de mi habitación y encontrarme con la puerta cerrada de la habitación de Leah, mis fuerzas se desvanecieron. Me deje caer por la pared, sintiendo como el paso del dolor me arrastraba al suelo, abrazando mis rodillas con desesperación mientras las lágrimas comenzaban a fluir sin control. Mi mirada se posó en su suéter rosa colgado en el perchero de la entrada, un doloroso recordatorio de su ausencia que me partía el alma.
Mientras mi lagrimas recorrían mis mejillas, mi mente se sumergió en un mar de recuerdos, cada uno más vivido que el anterior. Recordaba sus chistes, sus abrazos, los viernes de películas y galletas, cada momento más preciado que el anterior. Recordándome así lo especial que era nuestra conexión.
Mis pensamientos se volvían caóticos, atrapados en un torbellino de emociones. Quería gritar, quería golpear las paredes hasta que el dolor desapareciera, pero sabía que incluso así, no podría escapar de todo esto.
Revisando la hora de mi reloj, me levante del suelo con determinación, secando mis lágrimas. Aunque sabía que el vacío de mi corazón nunca desaparecería, debía seguir adelante. Por ella, por mí y por todos los momentos que compartimos juntos.
Me dirigí a la cocina para hacerme un sándwich y caminar hacia la parada del autobús para ir a clases en la universidad, por las mañanas solía acompañar a Leah a clases, después iba a la universidad y por las tardes trabajaba en un restaurante que se encontraba cerca de casa.
Cuando abrí la puerta, me encontré con dos mujeres paradas frente a mí. La morena me miraba con una expresión amenazante, como si estuviera vigilando cada movimiento a su alrededor con cautela. Mientras tanto, la rubia que la acompañaba mantenía una expresión serena y paciente, mostrando claramente su atención hacia su compañera, como si estuviera instruyéndola.
- Buenos días – La chica morena fue la primera en hablar - ¿Es usted Asher Berg?
- Si, soy yo
- Somos las agentes a cargo del asesinato de su hermana, Leah Berg.
- Disculpa, pero la policía ya vino hace unos días, se les han adelantado
- Lo sabemos, estamos al tanto, pero la policía local ya no se encarga de este caso, lo hacemos nosotras, como le acabo de decir.
- Entiendo, pero no creo que sea posible, debo ir a clases ahora, ¿No pueden visitarme en otro momento?
- No, no es posible. Es una investigación importante, y le recuerdo que se trata de su hermana de la que hablamos.
- Se perfectamente de quien hablamos, agente, pero no tengo el privilegio de poder saltarme las clases. Serian de mayor ayuda si me permiten irme y regresan en otro momento. - Trate de salir de casa por el estrecho espacio que la chica dejaba, pero un fuerte golpe resonó cuando la palma de su mano golpeo el marco de la puerta, impidiéndome salir.
- Creo que no he sonado suficientemente clara, Asher Berg. - La chica rubia que la acompañaba colocó su mano en el hombro de su compañera como si intentara aligerar la carga de la situación, sin éxito. - Estamos investigando el asesinato de su hermana menor de quince años, cuyo cuerpo usted encontró. Este caso está conectado con otros siete más, así que le ruego que deje de dificultarlo más, ¿Entendido?
- Estas chicas realmente me estaban arruinando el día desde la mañana. Era mi hermana, claro que debía dejarlas pasar y permitirles hablar conmigo, pero no quería revivirlo todo otra vez. Era una tortura diaria. - De acuerdo, adelante, pero por favor, hagamos esto rápido
- La chica rubia se adelantó a entrar antes que su compañera, y me miro directamente a los ojos – Lo haremos lo mar rápido y leve posible.
Asentí con la cabeza y me aparté, abriendo más la puerta para que tuvieran suficiente espacio para pasar. La mujer rubia entró directamente al salón, mientras su compañera la seguía por detrás con una expresión bastante desagradable.
Nos sentamos en la mesa, enfrentados.
- De acuerdo, comencemos de una vez por todas - Comenzó la chica morena – Puedes llamarme Cuatro. El nombre de mi compañera es Rachel, y necesitamos que nos cuente como fue su día desde el momento en el que te despertaste.
- Tanto Leah como yo seguimos nuestra rutina habitual. Me desperté temprano para preparar el desayuno y los almuerzos para ambos, una vez terminé, desperté a Leah y yo fui a vestirme y preparar lo que necesitaría ese día para las clases. Minutos más tarde, fuimos al coche para dirigirnos hacia el instituto en el que ella estudiaba y una vez la deje, fui hacia la universidad. —Un nudo crecía en mi garganta y sentía como mis ojos se humedecían—Cuando terminaron las clases eran las tres, Leah sale quince minutos antes, así que me espera en la entrada hasta que llego. Ese día, sin embargo, no la encontré donde solía esperarme. Me extrañó, así que entré en la institución para preguntar por ella, pero los profesores que encontré dijeron que la habían visto salir hacia el lugar acordado como de costumbre. Comencé a buscar por los alrededores. Aunque era una adolescente, esperaba que estuviera con algún chico o amiga, haciendo algo que no quería que supiera, pero no fue así. La encontré en medio de la carretera, a unos metros del instituto, empapada en sangre. Me desesperé y grité pidiendo ayuda, y algunas personas se acercaron. Había sido apuñalada, era evidente, y noté un broche que no llevaba esa mañana. - No pensé que sería tan difícil volver a contar esto; estaba reviviendo todo lo que sentí en ese momento.
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Editado: 01.04.2024