Toma mi alma

XIV

Llegue a la puerta de mi casa justo cuando las pequeñas gotas de agua tomaban fuerza para cubrir el exterior con una densa cortina de lluvia.
En casa no había nadie aun, así que decidí aprovechar la tranquilidad de estar sola para ponerme en marcha. Subí a mi habitación y encendí la laptop para dar inicio a mi investigación. Era una suerte que para el día siguiente no tuviera deberes que entregar.
Al conectarme a la red el buscador de Google me invitaba a escribir aquello que deseaba buscar, y entonces mi mente se nubló por completo.
¿Que debía empezar a buscar? ¿Qué era él exactamente? ¿Un fantasma, un espíritu o algún otro tipo de aparición inhumana? ¿Había siquiera una diferencia entre todos ellos? No sabía por dónde empezar, así que comencé a teclear palabras y frases sueltas como —Fantasmas, espíritus solitarios y sombrar humanas—. Cada vez la información era menos elocuente y más confusa, haciendo imposible tener una idea clara de a qué tipo de ser estaba intentando ayudar.
Tras dos horas sin encontrar nada más que testimonios similares a lo que yo vivía y algunos videos de caza fantasmas claramente alterados digitalmente, me deje caer sobre la almohada intentando aclarar mi mente.
Aun me parecía una locura que yo, por propia voluntad, me hubiera ofrecido a ayudar a alguien que ni siquiera sabía que era. Pero estaba claro que había sido, o formó parte, de una persona en el pasado. ¿Era su espíritu? Lo que decía internet no encaja con su descripción del todo, así que no me terminaba de convencer de ello.
Renuente a darme por vencida volví a tomar el computador luego de cenar y ducharme y seguí indagando, intentando abrir un pequeño punto de luz entre tanta oscuridad e incertidumbre.




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