Lo sabía. Ella lo sabía. No había duda de que aquella anciana me había visto con él y que además tenía algún otro tipo de información. ¿Cómo sino iba a saber que aquel chico era un no-vivo?
Y entonces se me ocurrió una idea; si ella sabía algo, podría ser la clave para hallar la información que buscaba. Estaba consciente de que las probabilidades no eran muchas, quizá ella sabía lo mismo que yo o menos, pero en el caso contrario ella era mi única opción.
Así que cruce la calle para intentar hablarle más de cerca sin tener que estar dando gritos, pero al llegar al otro lado note que una mujer cruzaba la esquina hacia donde estaba yo acompañada de dos niños, probablemente hijos suyos.
No quería decir nada con personas mirando y escuchando a mí alrededor por lo cual decidí esperar a que se fuera. Mientras tanto hice como si esperara a alguien, mirando mi reloj y posando la mirada en ningún lugar en particular. Ella paso a mi lado sin siquiera fijarse en mis penosos intentos de actuar natural y se perdió en una tienda en la calle siguiente.
Nuevamente con la calle desierta volví mi mirada hacia el segundo piso para intentar extraerle algo de información a la anciana pero esta ya no estaba. El pequeño balcón estaba vacío, no estaba la mecedora y las puertas de cristal estaban cerradas.
Era como si allí nunca hubiese habido nadie.
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Editado: 25.01.2019