Tormenta

Capítulo 7

Tormenta

La duda vive en mí, qué fué aquello que escuché en la mañana me pregunté toda la tarde.
Me recuesto lentamente mientras sujeto la carta.

"Mechoncitos albinos"

No entiendo, yo no soy albina, mi cabello es totalmente negro.

Me refresco la mente mirando por la ventana, supuestamente esta noche harán algo que para mi padre es importante.

Mi madre no está feliz, está preocupada, conforme pasan las horas más se nota su nerviosismo y se vuelve más seria.

Cuando los últimos rayos del sol se dejan ver, mi padre entra a mi habitación, me hace una seña y sin decir nada lo sigo, hay una encargada que me ayuda con mi vestimenta, un vestido blanco simple, con un escote que me deja descubiertos los hombros, según ella significa pureza, entregarse limpia al ritual. 
Me hace una trenza que funciona como cinta para el cabello, dejando mi flequillo delante, usa cintas de color blanco para hacer la trenza. 
Para completar el vestuario, me dá unos guantes blancos sin ningún detalle, dice que demuestra humildad.
Mis zapatos son unos botines blancos con plateado, lo único combinado es eso. Dice que necesitaré calzado cómodo y fué lo que se le ocurrió, supongo que sabe que sucederá.
Por precaución, cuando ella se va de la habitación, antes de que llegue la maquilladora, busco un short blanco, nunca se sabe qué pasará con un vestido.

La maquilladora nunca llegó, mi padre me lleva de la mano hasta una entrada que está destruida, por su aspecto parece que fue destrozada a propósito.

Mi madre no está por ningún lugar, no la veo.
Siento una brisa gélida en mi espalda, mi padre me lleva hasta un lugar parecido a un campo de entrenamiento, por fuera parece abandonado.

Al entrar, hay un círculo a unos cinco metros de donde estoy, me indican que me pare ahí y lo hago.

Veo más personas de mi edad, muchas.

—Sólo falta Lluvia y Dimitra Nieves— Dijo uno de los jefes—Diré los nombres de todos, cuando escuchen su nombre lancen al aire una representación de su elemento.

Yo no tengo elemento, ¿Qué voy a lanzar? En toda mi vida jamás lo descubrí.

—Darek Cruz— Uno de los chicos y que para mi desgracia recuerdo, crea una especie de sombra muy densa y oscura y la suelta al aire—Excelente, sigamos, Yomi Katanazú— La chica nombrada solo muestra un tipo de coronilla dorada que lleva en su frente, creo que es de la familia Sabiduría.

—Kaoba Marshall— Muestra unos cuchillos, señal de que es buena guerrera.

—Yeni Katanara— Se rodea de luces y las disipa.

—Rayo Skylar— Lanza agua al aire.

—Noemi Skyline— Usa su voz para encantar a algunos chicos.

—Lluvia Lucciene— Suelta energía al aire.

—Dominik Ryu— Se transforma en un dragón.

—Goddess— Siento que me susurran la misma palabra una y otra vez.

—Y por último, Tormenta Negra— No sé que hacer, no tengo elemento, mi cuerpo tiembla—¿Y bien? Estamos esperando.

Llevo mi brazo hasta arriba, cierro el puño y cuando lo abro, sale una débil sombra.
Todos se ríen, soy motivo de sus risas.

—Jóvenes, posiciones.

Observo como todos se ponen de frente con sus madres, aunque aún se ríen, ya no es tanto.

Me contaron de este ritual hace años, nunca creí que llegaría tan rápido. 
Se cuenta que algunos no sobreviven, otros no son los mismos y si hay algún prodigio, está muerto.

Con el tiempo creí que los prodigios estaban extintos, debido a que hace años ellos eran muy frecuentes de ver, me contó mi abuela que hasta hace mil años, los prodigios podían andar por todos lados sin problemas, hoy en día son una amenaza.

Aunque realmente, nunca me dijeron las características de un prodigio.

—Lia Skateré— La mención de mi madre me quita de mi concentración.

Ella se enfrenta a mi, estamos cara a cara, retrocede un poco y suspira.

No quiere hacerlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.