Tormenta
—Sígueme —le digo a Rayo mientras veo como me observa confundido— Quiero mostrarte algo antes de que nos reúnan a todos.
Solo me observa.
Comienzo a caminar.
Él me sigue.
Caminamos hasta que nos alejamos mucho de la gente. Al fin no tengo que pensar en que pueden vernos o escucharnos.
—¿Qué querías mostrarme? —pregunta impaciente.
—Solo quería un momento a solas... Contigo —le digo, él parece procesar mis palabras.
—Tormenta, ¿Estás bien? Digo... Nunca me habías querido hablar así de la nada —dice apenado.
—Tranquilo, estoy bien —suspiro—. Quería decirte algo pero no sé si estás listo, mejor vámonos.
Se lo diré pronto.
Él no debe estar enamorado de mí.
Yo, yo no tengo sentimientos.
Mi padre me contó que tuvieron que quitármelos para así poder ser como soy, dice que hay algo que me impedirá sentir la mayoría de los sentimientos.
Tomo la mano de Rayo y comienzo a caminar.
Me explicó muchas cosas que realmente no sabía.
Necesito tiempo para procesar todo esto.
Realmente no tengo sentimientos, veo a Rayo como lo que sucede le afecta aunque él no lo diga, sin embargo no me sucede lo mismo.
Expulsaron a mi madre y yo me quedé ahí, solo miraba sin hacer lo más mínimo.
No sentí nada.
Caminamos callados mientras él parece decidir entre hablarme o no.
Pasan largos minutos mientras caminamos.
Él solo mira al frente.
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Entramos en una sala bastante grande, decorada con retratos con marcos de oro puro.
—Nada mal, para ser estilo de Esperanza —dice una chica al fondo.
En Esperanza toda la arquitectura es gótica, por lo que para quienes no han nacido aquí no entienden como son las casas.
Siempre negro en todo.
Somos como vampiros por así decirlo.
Pero solo es apariencia, por fuera se ve gótico, tétrico, horrible en algunos casos pero por dentro puede ser hasta color de rosa con corazones. Hace miles de años, en aquellos tiempos en los que todos vivían mezclados y todavía existían uno que otro prodigio viviendo libre; se cuenta que en esos tiempos las casas no importaban como se veían por fuera, podían ser rosas, naranjas, incluso blancas. Pero llegó un día donde todo cambió. Llegó una chica misteriosa la cual comenzó a embrujar las casas, todas lucían horribles por fuera. Lo hizo con tantas que la gente comenzó a decorar así sus casas, evitando el hechizo.
Pero el hechizo no solo cambiaba el aspecto de la casa, también te hacía vivir horribles pesadillas mientras estuvieras dentro; así fue como mucha gente huyó, se fueron a los pueblos más cercanos.
Todavía se dice que regresa cada noche buscando a quién embrujar de alguna forma, en la hora muerta.
—Tormenta —Rayo llama mi atención, señalando al resto quienes ya se sentaron en sus respectivos lugares.
Camino junto a él. Observo en todas direcciones y veo un retrato que llama mi atención, no es el retrato, lo miro fijo, algo casi invisible a la vista si miras distraído se mueve. Sacudo mi cabeza como si negara algo y sigo caminando.
Me siento al lado de Rayo, quien parece haber visto algo también.
Frente a todos nosotros hay muchos chicos nuevos, ninguno es de aquí.
—Les presentamos a los nuevos, los grupos ya están formados. Por lo que a medida que los llamaremos irán con el líder designado —dice mi padre.
Nombra a muchos chicos y todos salen con sus respectivos grupos, solo quedamos los mismos de siempre y tres nuevos.
Trancan todas las salidas de la sala. Nos encerraron.
—Disculpen por encerrarlos, esto no debe salir de aquí —explica mi padre— Yaser sospecha que uno de ustedes es el prodigio, así que si estás aquí; confúndete, mézclate, no dejes que te vea o no descansará hasta verte muerto.
Hay un silencio sepulcral mientras nos miramos, nadie quiere ser confundido.
—Para evitar que te descubra decidimos traer tres chicos más, ellos son; Nightmare, viene de Oscuridad, Rex que viene de Andrómeda y por último Lili, la reina de Aranda, una de las ciudades al norte.
—Genial, tenemos un arándano mujer, una chica oscura y un tiranosaurio de una de las ciudades más peligrosas —dice Kann, Dimitra lo golpea.
—Estarán todos juntos, no quiero graciosillos —Mira con cara de pocos amigos a Kann—. Recuerden que tienen que cuidarse entre ustedes, son un equipo, respétense como tal, saben bien que entre nosotros hablamos si alguno presenta dificultades o se muestra hostil —advierte.
—Tengan cuidado chicos —avisa Dimitri— no es juego y lo saben.
Satu observa un punto fijo.
—Interesante discurso —dice Yaser, aunque no lo podemos ver— ¿Les aplaudo? Si el prodigio está aquí morirá y todos aquellos que se interpongan también.
—Sal de tu escondite, no eres más que un traidor —demanda Dimitri.