El dolor agolpaba mi sistema, no me importaba en lo absoluto, desde que Samara y Andrea estuvieran a salvo; por el momento tendría que encontrar la forma de salir de aquel lugar. Se habían divertido golpeándome a sus anchas, y si no fuera arriesgado en un par de segundos podría romper las cadenas que habían puesto en mis manos y cuello, estaba rodeada de hordas de demonios, no saldría viva de ese lugar.
Por la puerta del lugar donde la tenían encerrada ingreso Jane y a su lado lo que podría ser Alec Gregory, para mi fortuna, sabía que el alma de Alec estaba en los jardines descansando en paz, y sus Ángeles de la muerte se lo confirmaron antes de su partida.
-Hola hermanita- dijo Jane con malicia tomando la mano de su acompañante, en el fondo me lastimaba un poco ver al cuerpo de Alec con esa loca mujer, en sus ojos se notaba que no era más que una ilusión macabra, no pronuncie una sola palabra y respete mi voto de silencio- tranquila no hay necesidad de que hables, lo único que necesito es que te comportes y no generes problemas.
Sentí ira por los planes de Jane, realmente no sabía cuál era su objetivo al comportarse como una maldita loca, la guerra entre el cielo y el infierno ya había acabado, Lucifer estaba de acuerdo con el equilibrio y solo los rebeldes querían romper con la paz que vivía el mundo y no entendía por qué, los demonios tenían libertad y no eran prisioneros.
Detrás de mis captores un grupo de demonios entro a golpearme; mis instintos me pedían a grito que me liberara, que debía salir de aquel lugar, en las dos semanas en las que había estado encerrada había logrado averiguar varios de los planes de mi hermana mayor.
-Aunque me mates a golpes- dije escupiendo mi sangre a los pies de mi hermana- me dejes sin comer, dormir y me prives de todo- dije- jamás conseguirás que mi voluntad se doblegue Jane- dije mirándola fijamente- porque tu tuviste que envenenar el cuerpo de Alec para que este te mirara- dije con burla- yo tuve al verdadero en mi cama mirándome con el amor que jamás te mirará a ti- dije enfureciéndola.
Ella se giró llena de furia, dejándome a la merced de los demonios que me golpeaban con sadismo e irá; rogaba al cielo porque Samara y Andrea hubieran llegado a Azaurus y vinieran pronto a rescatarme, no sabía cuánta tortura soportaría mi cuerpo y mucho menos cuanto tiempo ellos se tragarían mi historia.
-Déjenla en paz- dijo Melier en el cuerpo de Alec, ellos obedecieron al que ya habían denominado como su líder; salieron de la habitación dejándome con ese repugnante ser; él se acercó a mi cuerpo revisándolo, tenía varias fracturas y golpes.
- ¿Vienes a divertirte también? - le pregunte con ironía, no sabía cuáles eran sus intenciones, buenas no debían ser.
-Siempre has sido insolente- dijo Melier sonriéndome- y muy inteligente para darte cuenta de quién soy de verdad- él sonrió y solté una carcajada con rabia, sorna y dolor, protejo muy bien la esencia de Alec como para que alguno de estos locos pudiera tocarla.
-Dime que quieres Melier- dije agotada por su comportamiento, estaba a punto de acabarse toda la voluntad y resistencia que conservaba, lo único que me mantenía vivía era el recuerdo de mis gemelos.
-Ayudarte- dijo serio mirándome fijamente- he cometido errores a través de mi larga vida, sé que esta vez lo correcto es ayudarlos- lo mire sorprendida, no confiaba en sus palabras, la determinación en sus ojos me hizo creer un poco en ellas - seré tu infiltrado en este lugar- dijo entregándome un número- sé que no confías en mí, para mostrar mi fe, me he comunicado con mi hermano y vendrán por ti- dijo él dejándome sorprendida- van a rescatarte y yo estaré informándote de todo lo que suceda en este lugar
- ¿Por qué lo haces Melier? - pegunte anonadada de su actuar, sabía que los demonios en el fondo eran buenos, después de todo la mitad de mi alma le pertenecía al infierno.
- Porque te lo debo- dijo él mirándome seriamente – fui yo quien les dio la idea de destruirte- dijo él con sus ojos empañados en lágrimas – sabía que alguno de ellos iba atravesarse entre esa flecha y tu- dijo el demonio regalándome una mirada de arrepentimiento- y no sabes cómo lo he sentido.
-Lo sé- dije mirándolo fijamente, sabía lo que era vivir con el peso de la culpa, y el dolor de los arrepentimientos- y no te culpo, te agradezco que ahora tomarás la decisión correcta- dije sonriéndole- tratare de soportar lo suficiente- le prometí y él se levantó dispuesto a retirarse.
-Vendrán por ti Cassandra- dijo el demonio seguro- y si no lo hacen yo mismo te sacaré de este lugar- dijo dejándome una extraña sensación, sabía que él no era Alec, que no tenía ni siquiera su mirada; su forma de hablar y tratarme había permitido que mi mente viajara al pasado, y sintiera una vez más el amor que sentía por aquel hombre.
Yo amaba a los gemelos, no había duda de ello, amaba su sonrisa, su inocencia y su pureza; amaba cada detalle de ellos, porque habían sido mi razón de vivir el resto de mi eternidad; pero Alec había sido quien había descongelado mi duro y frío corazón.
Solté una carcajada por mis pensamientos, el encierro empezaba a afectarme, no podía creer que había caído tan bajo como para pensar en cómo sería una vida diferente.
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Editado: 25.01.2021